BANG ll: Explosion of love.

By iherebelieber

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TERCER LUGAR CATEGORÍA ACCIÓN EN LOS #BIEBERAWARDS2016 No leer esta historia si no has leído la primera tempo... More

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«Introducción»
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«¿Aún piensas en él?»
«En la cárcel»
«Malditamente encerrados»
«Noche de alcohol»
«Segunda oportunidad»
«Sao vicente, Cabo verde»
«Decisiones»
«Blake Desmond»
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«Compras y malas noticias»
«Problemas»
«Sólo tú y yo»
«Adrenalina, y vecinos raros»
«Charlie Everson» (Parte uno)
«Charlie Everson» (Parte dos)
«Plan seductivo»
«Engaño»
«Así es el amor»
«Disculpas»
«Tengo miedo»
«A comenzar de nuevo»
«Cassy»
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«Adelantos»
«Accidente»
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«Locuras»
«Nervios»
«Gemidos, viaje, suciedad y narices rotas»
«Planificación»
«Cásate conmigo»
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«Despedida»
«Huida»
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«Hoteles, trajes, y vestidos.»
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«Locura en Las Vegas»
«Locamente casados»
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«Vergüenza»
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«Uno menos»
«¡Diablos!»
«Año nuevo»
«Bebé Bieber»
«Cuidado»

«Sólo amor»

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By iherebelieber


Capitulo treinta y uno.


Al momento de aceptar, había estado perdida. La vida es sólo para los astutos. Una vez dentro de este mundo, ya sólo se trata de sobrevivir de alguna manera, o por lo menos eso es lo que Justin decía.

Era increíble como el decir ''Si'' a él me había dado vuelta por completo. Aún no podía parar de creerlo.

Él es una oportunidad única, y peligrosa.

Los lujos, el placer, el dinero.

Jamás fui muy atada al dinero, siempre lo tuve todo en la vida y ese es parte de mi existente problema. Justin estaba ligado a eso. Era lo que le gustaba agregando el peligro y la adrenalina.

Muchas veces fui aconsejada de alejarme de él. Los propios chicos del internado en algunas ocasiones, llegando hasta él mismo, una vez. Pero ya no podía. Y aunque tenía miedo, no podía irme.

''El miedo no te lleva a nada, amor. Sólo te tiene preso, y no deja vivir''.

Sus palabras para defenderse habían sido calculadas, e inteligentes.

Como siempre, he de decir.

La idea me afectaba. Justin una vez, en una de nuestras noches de sinceridad me confesó que jamás había matado a una persona. Pero en ese instante, éramos adolecentes. Poco tiempo después de todas maneras, había visto de lleno como de deshacía de un tipo que intentó violarme, disparándole junto a Damon.

Eso había sido diferente.

No iba a negar de que, me había afectado mucho. En el momento les grité a ambos que como habían sido capaces de hacer eso, y demás. Luego había llorado bastante, y me había pasado noches completas de insomnio sólo pensando en eso. Ahora, que me enteraba de que no sólo había cometido ese homicidio, me entraba el pánico, y no podía parar de llorar.

Habíamos discutido con él en el mismo momento en que desperté. Justin estaba calmado, al margen. Pero sabía que no se resistiría más tiempo en acercarme. Yo era su debilidad, su talón de Aquiles.

El punto al que nadie podía llegar.

Su forma de ser cambiaba radicalmente conmigo. Me protegía, me amaba, y se aseguraba de que siempre lo supiera. En cambio con otra gente era duro, frio, peligroso, y con aire amenazador.

—¿Co... como—tragué—como es eso?

—¿Qué cosa muñeca?

—Ese negocio del que habló Gavin. —dije como si no fuera obvio.

Él suspiró.

— Italia. —dijo en un murmullo. —La casa está en Italia.

Miré al piso.

—¿Y que hacen? —dudé. —¿Por qué pretendías que no me enterara?

Me enfadé, y me levanté.

—Soy tu novia. Y vivo contigo. Dejé todo por ti, ¿y pretendes mantenerme al margen de cosas importantes? —chillé.

Justin se pasó las manos por la cara, con una expresión de agobio, confusión, y tristeza. Eso me partió el corazón, no lo negaré. Pero no podía inclinarme, besarlo y decirle que por favor no me matara colocando esa expresión. Porque nos desviaríamos del tema principal y necesitaba saber qué es lo que pasaba allí.

—¡Es mi pasado Leah! —exclamó. —No quiero que te involucres. Ya tengo bastante con el cargo de conciencia.

Su voz era feroz. Estaba enojado, o no lo sé. Pero tenía derecho a saber.

—¿Qué se supone que debo hacer? —dije en voz baja, mis ojos se habían llenado de lágrimas otra vez. Pero no era porque él me hubiera gritado, sino, porque en verdad no sabía que hacer justo ahora.

Me acababa de enterar de que mi novio no había matado sólo a una persona como yo ya sabía. De hecho, no sabía de cuantos se había desasido.

—¿A qué te refieres? —susurró.

—No sé qué pensar, Justin.

—No lo hagas. No quiero que te enteres de eso. —y aquí vamos de nuevo.

—Tienes que decirme.

Ojalá pudiera leer todas las señales que se me presentaban. No sé qué pensar. No sé qué hacer. No sabía si podía soportar eso. Lo único que sabía, y que me podía dar una respuesta es que amaba a Justin fuera como fuera. Pero las situaciones eran dolorosas. ¿Me volvería loca?

Tal vez, ya lo estaba.

—Isaiah tenía una casa en Italia donde prestaba dinero. Ilegal. Si piden un préstamo se les da dinero, pero con un plazo a pago. Si no estás dentro de ese plazo...—lo interrumpí.

—Te matan. —susurré.

—Si.

—¿Cómo...?

—Yo no estoy a cargo de eso. —dijo mirándome a los ojos. —Charlie hace lo mismo pero aquí en Australia. Los chicos trabajan con él y se deshacen de la gente que no sirve para nada. Yo solía hacer eso.

—¿Hace cuánto que ya no lo haces?

—Desde que te conocí.

—¿Es por eso que desapareciste durante dos semanas? —pregunté recordando brevemente, como fue que una vez, el desapareció sin dejar rastro. No me llamó, ni me mandó un mensaje. Solo se fue. Ni él ni sus amigos de ese tiempo, su grupo, que constaba de Damon, Adrián, Audrey y otros chicos rudos, aparecieron allí durante una semana. Luego volvieron sólo ellos, pero Justin seguía sin aparecer.

Kendall me había llevado a un Club de strippers. Lo recuerdo perfectamente. Esa tarde Justin volvió. Podía recordarlo perfectamente. Típica pose, pantalones azules. Botas negras, chaqueta de cuero y un cigarrillo entre sus labios cuando estaba apoyado en el bebé.

El jeep negro.

Dios, cuanto extrañaba ese auto. Era fantástico.

—¿Cuándo? —preguntó.

—Cuando comenzamos nuestra relación. En el internado. Desapareciste dos semanas y cuando volviste dijiste que te habías ido por mí. Dijiste que arreglaste asuntos. Y eso...—cerré mis ojos, intentando recordar. —también dijiste que alguien quería hacerte daño. Era Dominic y... dijiste que te fuiste para protegerme. Pero te fuiste a Italia a ver eso, ¿cierto?

—Si.

—Te fuiste cuando estábamos juntos. —comencé a encajar las piezas del rompecabezas. —Y también, me dijiste que jamás mataste a alguien cuando estábamos juntos. Antes de lo que pasó en esa fiesta, claro.

—Si.

—Me mentiste.

—Si.

—¡¿Si?!¿Es lo único que dirás? —dije al borde del llanto de nuevo. Me mataba que él no confiara en mí. Una relación simplemente no es relación si no hay confianza. Justin negó con su cabeza.

—Cuando te dije que jamás maté a alguien, en esa noche de sinceridad... ya te amaba Leah. No me había dado cuenta entonces, pero sentía algo extremadamente fuerte e inexplicable por ti. Y simplemente te quería a mi lado. Te necesitaba a mi lado. ¡Si te decía la verdad saldrías corriendo!

Negué con la cabeza.

—Si. Lo habrías hecho. —dijo con voz derrotada.

—Deberías haberme dejado ir. —le dije tragando con dificultad. El me miró aturdido. Tenía claro que en la frase que había soltado prácticamente decía que me arrepentía de estar con él y de haber hecho todo lo que he hecho por él. Pero no era así en lo absoluto. Se lo aclararía luego.

Justin se me acerco.

Sus brazos rodearon mi cintura apretándome contra él todo lo que podía. Nuestros cuerpos no podían emanar más calor. Su boca bajó, casi rozando la mía. Nuestras respiraciones estaban peligrosamente cerca, y nuestros ojos conectados. Inconscientemente coloque mis manos en sus brazos, que me rodeaban con fuerza.

Dios, era tan fuerte.

—Si-susurró. —debería haberte dejado ir.

Miró mis labios unos segundos. Y luego subió a mis ojos.

—Pero admito ser un bastardo egoísta.

Y entonces me besó.

Gemí contra sus labios. Sus besos eran adictivos, sanadores, destructores. Tan bipolares. Podían quebrarme en mil pedazos y al segundo recoger los pedazos de mi corazón para unirlos de nuevo. Me dejaba sin respiración. ¿Era posible que las emociones hicieran que te doliera el corazón? Porque justo ahora, sentía que el mío iba a explotar.

Su lengua pasó por mi boca entreabierta. Nos besábamos descontroladamente. Se sentía tan jodidamente bien.

Comenzamos a avanzar con suavidad hasta la cama sin despegar nuestras bocas. El sonido de nuestras lenguas tocándose, me hacía jadear. Rompió el beso, para llevar su magnífica boca a mi cuello. Lamió y chupó con fuerza.

—Quiero que eso quede ahí, ¿vale?

Asentí como una sumisa. Tiré de su cuello para perderme allí yo también y marcarle. Lo mordí y succioné su piel con fuerza, mientras él gemía. Cuando terminé lo miré a los ojos.

—Quiero que eso también se quede ahí. ¿Vale? —repetí sus palabras con una sonrisa.

—Vale. —susurró besándome de nuevo. —Entonces... ¿no correrás?

Lo miré con los labios entreabiertos, respirando con dificultad.

—¿Cuándo lo he hecho? —pregunté.

—Leah...—suspiró. —me vuelves loco.

Su mano subió a mi rostro, y me acaricio la mejilla suavemente. Se inclinó hacia mis labios para darme otro beso. Se lo devolví desesperadamente. Cada vez que estábamos juntos aquella sensación de calor se apoderaba de mi cuerpo por completo. Metió su lengua dentro de mi boca una vez más y jugó con la mía, mientras yo envolvía mis manos en su cuello.

Jadee.

Su mano tocó mis pechos por encima de la ropa. Apretó y me hizo gemir en sus labios. Un gemido que quedó atrapado en su boca, yéndose y perdiéndose por ahí. Su cuerpo me cubría por completo y estar debajo de su excitante calor era lo mejor que me había pasado en el día. Besó mi cuello otra vez y paseo una de sus manos por mis piernas. Subió una, y sin dificultad soltó el botón de mi pantalón. Los sacó de un tirón y los dejó tirados por ahí. Llevo sus dedos a mi intimidad y comenzó a frotar mi clítoris por encima de mi ropa interior.

—Justin. —gemí y cerré los ojos.

Su mano corrió a un lado la tela de mi ropa interior y tocó mi intimidad directamente. Su dedo cálido acariciaba todo de arriba abajo, haciéndome jadear sin control. El calor dentro de la habitación era insoportable.

Comencé a quitarle su camiseta. Cuando lo hice por fin, busque sus labios y le di un ardiente y sensual beso.

Acaricié su pecho. Que subía y bajaba a un ritmo elevado debido a la agitación. Pase mis manos por sus brazos. Mirando cada uno de sus tatuajes. Me encantaban. Me acomodé para poder mirar su costilla derecha.

Ahí estaba.

''La vida es demasiado corta para despertar con remordimientos''

El me miró y sonrió contra mis labios.

—Me encanta. —dijo.

Miró mi costilla también, tocando suavemente con la yema de sus dedos la pequeña letra negra y cursiva.

Sonreí también y lleve mis manos a su pantalón para quitarlo. Él se levantó un poco y termino de sacárselo. Luego se acercó de nuevo a mi, y quitó mi blusa con brusquedad.

Mordí mi labio.

Llevo su mano por detrás de mi espalda y me quitó el sujetador. Se inclinó y se metió un pezón a la boca.

Gemí.

Se alejó y observó mis pechos unos segundos. Luego comenzó a besarlos nuevamente. Empecé a respirar entrecortadamente. Metió otra vez el mismo pezón en su boca, succionando suavemente. Arquee mi cuerpo hacia él, haciendo que su cara quedara ajustadamente a la parte de mi cuerpo que exigía atención. Me sentía aún más mojada que antes. Justin era tan excitante. Besó mis pechos durante un buen rato.

Lo hice girar, quedando a horcajadas encima de él. Gemí cuando sentí su gran erección presionándose contra mí. Comencé a moverme suavemente encima de él en busca de fricción. Justin gimió con fuerza. Su voz era ronca, y caliente. Completamente caliente. Bajé un poco dejando húmedos y calientes besos por su pecho. Jugué con el elástico de su bóxer, y gemí. Lo bajé de golpe, y me metí su dureza en la boca.

Comencé a succionar con fuerza.

Quería hacerle sentir todo lo que él me hace sentir a mí. Lamí suavemente, para luego hacerlo fuerte y así.

—Joder, muñeca. —jadeo.

Llevó sus manos a mi cabello, y me masajeo la cabeza con suavidad.

—Santo cielo. —gimió.

Era demasiado. Gemí yo también.

Su cuerpo se arqueó. Y entonces explotó. Un fantástico y alucinante orgasmo. Sonreí. Y me quite la ropa interior de golpe. Tome su erección y me clavé en ella con un gemido.

Se sentó y me beso con lujuria mientras tomaba mis caderas para ayudarme a levantarme. Entrelazó nuestros dedos a la altura de mi cadera derecha, y gemimos con el contacto.

Sube, baja.

Sube, baja.

Sube baja.

Gemimos al mismo tiempo, cerré mis ojos, sintiendo como su masculinidad palpitaba en mi interior.

—Ya... ya voy a llegar. —gemí entrecortadamente.

—Espérame. —suspiró.

—No puedo más. —Gemí.

Justin siguió embistiéndome, cada vez más rápido y fuerte.

—Ya. —dijo con los ojos cerrados.

Gemí y me dejé estar.

Al fin.

Suspiré abatida.

—Oh dios. —jadee.

—Te amo. —susurró Justin acabándose dentro de mí. Su cuerpo cayó encima del mío, cuando nos fuimos hacia atrás. Sobre mi espalda. Los dos estábamos completamente agotados.

Se corrió hacia un lado y cayó a mi lado. Esperaba que mi respiración se normalizara para poder hablarle. Estaba tan contenta ahora. Era impresionante como el sexo influía en tus cambios de humor. Aunque por otro lado me sentía afectada, aceptaba lo que Justin tuviese que hacer porque de cualquier manera lo amaba.

—Te amo Justin. —le susurré mientras lo abrazaba por encima de su pecho y escondía mi cara en su cuello. Una suave risa llegó a mis oídos, y sonreí.

—Yo también te amo, muñeca. —me dio un besito en la cabeza, y comenzó a acariciar mi espalda desnuda.

Sonreí y bajé mi brazo para pasarlo por su abdomen bien marcado. Su piel era tan suave y tan perfecta. Le di un pequeño beso en el pecho y levanté la cabeza para observar su rostro.

—¿Alguna vez...?—me arrepentí. Me daba algo de vergüenza preguntarle algo tan estúpido como lo que iba a hacer. Él me miró.

—Dime, muñeca.

—¿Alguna vez sentiste por alguien más lo que sientes por mí? —dije mordiéndome el labio. Él sonrió, y su mano fue a mi cabello.

—Lo que siento por ti es amor. Inexplicable, fuerte, apasionado y loco amor. —susurró. —Y no. Eres la única por la cual me he sentido así.

Asentí con suavidad. Sonriendo ligeramente. Me miró los labios y un segundo después los tenía estrellándose contra los míos.

Su lengua pidió la entrada y la dejé entrar invadiendo mi boca violentamente. Este hombre no se cansaba nunca, definitivamente. Succionó mi labio inferior y se alejó para respirar.

No lo podía negar.

Yo también tenía ganas de más. Justin me hacía sentir perfecta. Como jamás algún hombre me hizo sentir. Lo amaba como a nadie y sentía miedo de que de repente dejar de sentirme apreciada por él. Besé su pecho, y su cuello. Mientras mi mano derecha lo masturbaba con lentitud. Sus ojos estaban cerrados y su boca entreabierta. El acariciaba mi cintura y me apretaba levemente.

Comencé a morder su cuello.

—Ah, ¿quieres jugar? —dijo sonriendo con picardía. Asentí y besé sus labios cortamente.

—Quiero que hagas algo por mí. —murmuré. El deseo quemaba en mis ojos.

—Claro. —dijo mirándome con detenimiento. Sonreí y me acerqué a su oído.

—Quiero que te masturbes para mí. —susurré. —Y te corras mientras te miro.

El gimió. Y asintió unos segundos después.

—Con una condición. —dijo con la voz ronca. Jadee mirándolo.

—¿Cuál? —pregunté.

—Que tú lo hagas también, cuando termine. —propuso.

Me mordí el labio y asentí lentamente.

Dios, esto sería tan excitante. Ni si quiera sé de donde había salido la idea. Sentí como mi ingle tiraba violentamente de mí en un espasmo. Joder, con tan sólo ese intercambio de palabras ya estaba mojada de nuevo. Con una sonrisa de miss universo, tiré de una silla y me senté justo en frente de la cama. Justin se sentó, y me miró. Me mordí el labio, preparándome.

Les juro.

No había una imagen más sexy que él así, desnudo, en frente de mí y a punto de masturbarse sólo para que yo lo viese. Mi boca estaba seca. Y mi intimidad, todo lo contrario.


Justin's POV.

Vamos, lo deseaba. Joder.

Había tenido la mejor idea del mundo. Tener sus ojos clavados en mí, y su excitación al borde era lo que me llevaba a mí al extremo. Estaba deseando que ella me mirara mientras me masturbaba. La idea sonaba sucia y pervertida pero me moría por hacerlo, con la motivación de verla a ella luego.

Leah se mordió el labio, sin dejar de mirarme en la entrepierna. Me senté en el borde de la cama, justo en frente de Leah que se había sentado en una silla para mirarme mejor.

Tomé mi erección. Leah se tensó ligeramente en el momento en que moví de arriba abajo mi puño, de manera tortuosamente lenta. Se sentía tan fantástico con ella mirándome. Se mordió el labio sin dejar de mirar mi mano, y mi polla. Con el dedo índice extendí la gota pre seminal que salió de la punta de mi miembro.

Ahora, comencé a tocarme enserio.

La piel se deslizaba hacia atrás y hacia adelante junto con mis movimientos. Al ritmo que me había impuesto. Miré a Leah. Su boca estaba entreabierta. Esos preciosos labios estaban entreabiertos y no hacían nada más que invitarme a besarlos hasta cansarme. Su cabello estaba para todos lados, dándole un toque salvaje, desordenado. Sexy.

Sus ojos seguían clavados en mi polla. Cuando su lengua se asomó de nuevo para humedecer esos labios que amaba, mi excitación me dio un tirón que me hizo gemir. Ahora mismo, quería que ella abriera sus labios, y follarle la boca. Respiré, y solté otro gemido involuntario, pensando en sólo ella y yo.

Haciendo el amor.

Amándonos.

Gimiendo, sudados.

Seguí tocándome sin apartar los ojos de su mirada. Sonreí con satisfacción cuando, en un momento, Leah cerró sus ojos y apretó sus piernas en busca de fricción. Ya me encontraba cerca, y cuando la miraba, lo sentía más aún. Se mordía el labio.

Eso era verdaderamente, mi perdición. Aumente el ritmo de mis caricias y sentí ese familiar hormigueo que te viene cuando ya vas a llegar. Solté otro gemido, esta vez, su voz me acompañó.

Me corrí. Gemí, y no dejé de acariciarme mientras el orgasmo me golpeaba fuerte y duro. Era increíble lo que podía llegar a hacer con ella. Miré a Leah de nuevo. Respiraba agitadamente, y sus uñas estaban clavadas en sus delgadas piernas.

—Demonios. —dijo en voz baja, mirándome. —Me encantas.

Me reí.

—Es tu turno, muñeca.

Se sonrojó. Me pareció tan adorable. Me limpié, y tome su rostro entre mis manos para besarla.

Sin decir nada se levantó de la silla y caminó hasta el borde de la cama, donde yo me había encontrado antes. Con lentitud se acomodó y se puso el cabello hacia un solo lado.

—No te sientes en la silla. —dijo. —Te necesito aquí.

Gemí internamente, y me posicioné a su lado, teniendo una vista estupenda. Se recostó, y se lamió los labios. Pasó sus manos por sus pechos, dándoles la atención que a mí me gustaba darles. Bajó su mano por su vientre, pasando por su ombligo, tomándose su tiempo. Entonces separó sus piernas. Y joder.

Estaba mojada. Totalmente. Me mordí el labio sin dejar de verle. Sus ojos estaban cerrados y su labio inferior entre sus dientes. Se llevó los dedos a su intimidad. Se acarició con lentitud, primero, de arriba abajo, expandiendo su humedad. Gimió. Con cuidado se separó los pliegues, y gimió. Trazó círculos encima de su clítoris y jadeó.

Me quedé sin aliento.

Jamás creí que esto sería tan caliente.

—¿Qué quieres que haga ahora? —preguntó en un jadeo. Sonreí.

—Metete los dedos. —dije con un gemido de por medio. Ella gimió también e introdujo uno con extrema lentitud. Gimió cuando lo tuvo totalmente adentro. Jadeo con fuerza, y yo gemí roncamente, casi en silencio. Estaba excitado de nuevo. La erección me volvía a llegar al ombligo, brillante y húmeda, esperando atención.

Podía ver perfectamente como su dedo corazón se perdía en su interior. Cada vez que sacaba el dedo más húmedo se veía y más gemía. Mi garganta estaba seca. Ahora, me miró a los ojos con el deseo brillando en ellos. Transmitiéndoselo a los míos.

No podía aguantar mucho más viendo esto.

Con la otra mano comenzó a frotarse el clítoris, mientras añadía un segundo dedo y lo hacía más rápido. Abrió un poco más sus hermosas piernas dándome una mejor visión de lo que se estaba haciendo. Me frustraba no ser yo el que le estaba dando ese placer, así que en cuanto terminara, la tomaría entre mis brazos y le haría el amor una vez más.

Leah gimió mi nombre alto, haciéndome perder la cabeza. Su expresión cambió. Sus ojos se cerraron y se mordió el labio. Su rostro tenía un gesto totalmente orgásmico y condenadamente sexy.

No lo pude evitar.

La agarré por la cintura, para acercarla y la besé con dureza, haciéndola gemir. Cuando jadeo metí mi lengua en su boca, en busca de la suya. Podía sentir por debajo de mí los temblores que daban sus piernas luego de ese orgasmo. Ataqué sus labios con fiereza.

Su cuerpo se arqueo y gemí al encuentro con su cuerpo. Se movió, rozando mi erección con descaro, y entonces, ya estábamos entregándonos de nuevo.


Leah's POV.

Cuando abrí mis ojos, Justin aún me tenía entre sus brazos. Acariciaba mi cabello con lentitud, perseverancia y parecía estarse fijando en cada detalle de mi rostro. Miré sus ojos, y él me sonrió.

—¿Qué hora es? —le pregunté.

—Las dos de la mañana.

Era una promesa. Jamás volvería a hacer el amor con él por la tarde. No era la primera vez que nos pasaba esto. Despertábamos en la madrugada, hambrientos, y somnolientos. Coloqué una de mis manos en su pecho, acariciando el tatuaje de una cruz justo en el medio de su pecho.

—¿Nada más que deba saber? —pregunté en voz baja.

—¿Además de que te amo como a nada en este maldito mundo? —susurró.

No pude evitar sonreír.

Pero lo conocía.

Y me estaba desviando el tema. No sabía si en verdad no había nada, o quería embobarme cosa alguna otra cosa. De cualquier manera, él era así. Listo y malvado. Una combinación peligrosa, además con el encanto.

Dios santo. No había que olvidarse del encanto. Simplemente, no podía evitarlo. Era como su naturaleza. Como el esquema del depredador y la presa. Y él es el depredador.

Y yo, el maldito corderito negro a punto de ser comido.

—No intentes desviar mi atención. —lo reproché.

—No lo hacía. —sonrió. —Y no, nada más que saber. Me conoces mejor que nadie.

—Si se supone que yo te conozco mejor que nadie no quiero saber qué es lo que le queda a los demás. —dije revolviendo su cabello. Se rió; una preciosa y cautivadora carcajada, escondida en mi cuello.

Mi celular comenzó a sonar. Estaba moviéndose y además del tono, creando el sonido de la vibración de él contra la madera de la mesita de noche. Estiré la mano, y lo cogí para ver quién era. Una linda foto de mi madre y yo apareció en la pantalla junto con el nombre; ''Mami'' con una serie de corazones al lado.

—Hola mamá—dije sonriendo. Justin se alejó un poco de mí, colocando sus brazos por detrás de su cabeza, relajadamente. Me senté en la cama, tirando de las sabanas para tapar mis pechos y apoyándome en el respaldo mientras Justin hacia pucheros y tiraba de la sabana para que no me cubriera.

Mi madre me habló de un par de cosas sin sentido. Me preguntó cómo estaba y esas tonterías además de decirme que todos estaban bien y que me extrañaba mucho. Cuando corté, Justin lucia raro, como si tuviera algo que decirme.

Y era eso lo que quería desviar hacer apenas unos minutos.

Lo conocía ya, como la palma de mi mano.

—Ya, suéltalo. —le dije.

—¿El qué? —preguntó mordiéndose el labio. No pude evitar rodar los ojos.

—Lo que tienes que decirme. Estás agobiado. —acaricié su rostro, apartando pequeños cabellos que se pegaban en su frente.

—Quiero que me acompañes a Italia—dijo serio. Su rostro mostraba determinación, poder, y control. No era una petición. Era una afirmación. Me estaba diciendo que íbamos a ir a Italia.

—¿Se supone que es una pregunta? —dije con una ligera sonrisa.

—Pues sí. —Dijo. —De todos modos, si no quieres, te echaré amarrada en la maleta.

—¡Justin! —se rió.

—Es broma. Te llevaría sobre mi hombro hasta el aeropuerto y te amarraría al asiento durante las doce horas de vuelo.

Gemí.

—¿Es por... eso? —dije como si fuera un secreto. Como si hubiera muchas personas que nos pudieras escuchar. No quería hablar de eso como un ''negocio''.

—Si. Gavin quiere que vaya a revisar unas cosas con él, y Darian. Será fácil. Sólo es... como una revisión. De ahí traeremos el dinero para sacar a Damon y lo revolveremos todo. —murmuró. —Lo prometo.

Tenía que acompañarlo.

De todas maneras, ¿tendría otra elección? Mi corazón estaba con él, así que debía ir donde el fuera. Era increíble, magnético, y sorprendente como el amor te pone en situaciones así. Como te abraza, te envuelve, te vuelve loco. Te hace creer que lo puedes hacer todo por la persona que amas, y de alguna u otra forma, lo terminas haciendo, siempre. Su voluntad. Puede ser tu arma, tu destrucción. Tu peor enemigo, o simplemente tu aliado. ¿De mí? No lo sé.

Tal vez era mi perdición.

El amor.

Sólo el amor.

________________________________

¡¿Que les pareció el capitulo?!1313

Muchas gracias por los comentarios del capitulo anterior y nada, creo que un comentario leí algo como si lo que me pasaba se trataba de inseguridad con respecto a la escritura de BANG, pero la verdad es que lo que me ha pasado es personal, drama familiar, escolar y todo esto, pero que vá. Estoy mejorando, y bueno, muchas gracias otra vez.

¡No olviden votar y comentar, me sube el animo y me ayuda a seguir escribiendo!

¡Os quiero mucho tías! (amo el acento español:c)




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