Uno para el otro (Levi Ackerm...

By Cristillumibu

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Temporada 1: Terminada Temporada 2: En marcha Intenta no morir en un mundo en donde un movimiento en falso si... More

I Experience
II Star
III Control
IV Hurt
V Mission
VI Smile
VII Energy
VIII Daring
IX Child
X Dream
XI Free
XII Disaster
XIII Folder
XIV Truths
XV Doubts
XVI Torture
XVII Barn
XVIII Fear
XX Poisoning
XXI Blue
XXII Letter
XXIII Black tea
XXIV Green
XXV Trees
XXVI Souls
XXVII Destiny
XXVIII Motivation
XXIX Progress
XXX Promise
XXXI Hypothetical
XXXII Fire
XXXIII Welcome
XXXIV Inferno
XXXV Opportunity
XXXVI Mist
XXXVII Worthy
XXXVIII Impulse
XXXIX Conviction
XL She
XLI Melancholia
XLII Traitor
XLIII Rage
Epílogo
Segunda temportada
I Alive
II Old Friends
III War
IV Past
V Cruelty
VI Warmth

XIX Limbo

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By Cristillumibu

Temo estar perdiendo la cabeza, temo seguir despertándome agitada, con el camisón blanco pegado al cuerpo por el sudor y la respiración agitada.

La pesadilla es la misma: Camino por un pasillo estrecho en sombras, no hay ningún rasgo distinguible, pero las paredes y piso de madera oscura despiertan en mí una lejana sensación de déjà vu. En el pasillo hay dos puertas con bellos tallados oníricos frente a la otra, como dos hermanos. Cuando despierto me causa curiosidad lo que puede albergar tales habitaciones selladas, pero en el sueño paso de largo sin mayores miramientos, como si estuviese acostumbrada a pasear en esos lares. Siento mi propia respiración en los oídos, y fuera de ese sonido tembloroso, hay unos latidos, no sabría decir si provienen de mí, pero es lo que relaciono.

El recorrido todas las veces es lo mismo, pero lo que cambia es lo que hay a los últimos instantes al llegar al final del pasillo: En la primera noche llegué a una amplio cuarto (después de pasar un umbral vacío) que logro reconocer, pues aquellas mantas de flores muertas y tocador de tres patas con un vidrio manchado me trajeron amargos recuerdos de la habitación de mi madre. Miraba a todos lados, buscando. Me acercaba a algo que cada vez se volvía más borroso, haciéndome imposible la tarea de distinguir el objeto. Cuando sentía algo entre los dedos sentía un tirón violento del cabello; En la segunda noche llegaba a una puerta con un león tallado. Cuando la abrí se me reveló el cuarto más lujoso que he visto, con cortinas infinitas oscuras con telas tejidas, largos sillones del mismo color con cojines dorados con bellos tocados, una alfombra extranjera impoluta, una chimenea apagada con varias esculturas pequeñas sobre ella y mesitas redondas con libros, floreros o teteras, siempre al lado de un sitial. Troto a la ventana, ansiosa de ver hacia afuera, y parezco que veo algo, pero mi cerebro solo procesa un muro de concreto, un paisaje plano. Apoyo los dedos en el umbral, pero un dolor empala mis dedos. No me tardo en ver unas chispas que rápidamente se transforman en flamas que toman territorio por los brazos. Grito, sin poder mover ningún músculo. Me quedo quieta, chillando de miseria hasta que la llamarada cálida se enrolla en el cuello como una soga, ahí termina; La tercera noche llegaba a la misma puerta de la segunda noche, solo que esta vez con un polvo oscuro que te manchaba los dedos, también se repetía el cuarto, pero ante el antecedente de la puerta, este cuarto se avistaba distinto, las cortinas estaban destruidas a la mitad, con cortes, los sillones en el techo, al lado de una araña de luz parpadeante. Todos los otros muebles o decoraciones se encontraban en el suelo con un color a carbón, y esa es la vinculación que hago por el olor a quemado junto a algo nauseabundo. Camino, nuevamente, al ventanal que esta vez tiene una vista completamente roja, es como estar mirando por un orificio que tenga al final un papel de color. Esta vez no alcanzo a posicionar las manos en la madera derruida, pero aquello es provocado por un sonido estremecedor que hace vibrar los vidrios rotos en el piso. Como un latigazo miro hacia atrás. Por la puerta en la que he entrado hay una silueta alta con ojos brillantes azules, un azul frío como el hielo. Es el único rasgo que hallo, pues todo su ser es una sombra negra. Sé que me mira y él sabe que lo miro. Hay unos segundos eternos en que, ilusa, intento convencerme que soy invisible, pues un pavor inhumano me empieza a calar por los huesos. Se me agota el aire de los pulmones, y estoy por tragar este por la boca cuando lo veo moverse como el viento hacia mi persona, no dándome los segundos para pegar el grito que trasciende a la realidad; El cuarto y quinto día es una repetición del tercero, solo que cada vez el olor a podrido es más potente, al punto que cuando despierto sigo teniendo aquel aroma en la nariz

Aquellas pesadillas me dejan agotada, tirada en la cama mirando el techo por varios segundos hasta que mis compañeros se incorporan a ver si algo pasa. Mikasa, cuando es despertada por mis gritos, se aproxima, se sienta a altura de mi cadera y toma mi mano, nos quedamos así hasta que la parálisis se desvanece y si es que mi amiga no está tan cansada me susurra sobre su día. Agradezco de corazón su gesto, pues ha vuelto el no dormir más llevadero, luego que la pelinegra se va a su cama cuando le repito que estoy bien, me quedo ojos cerrados, ahí es donde, para esquivar los ojos azules, repito cada palabra mencionada en la rutina.

Las misiones continúan, a veces Eren, Mikasa y Armin se largan numerosas horas a cumplirlas, pues las rondas rotan. Yo, para mi desagrado, me quedo en las instalaciones, pues una recluta que he visto en los entrenamientos pero que no tiene ningún vínculo conmigo se ha chivado con el encargado de la enfermería, quejándose para que me checase, que me diesen pastillas de dormir. Al principio, cuando aquel hombre con bata llegó a mis entrenamientos pronunciando mi nombre, quise asesinar a cada compañera de habitación, tal odio impulsado por las pocas horas de sueño, pero luego agradecí, ya que, ingenua, pensaba que tales medicamentos harían cesar las pesadillas.

Fuera de la verdad, no funcionó, pero si ayuda a seguir durmiendo cuando despierto a media noche con el corazón en la garganta adolorida.

La falta de sueño despierta en mí una sensación de eterna alerta, que es impulsada por la ya incomodidad de la torre.

—No hay nada, es como si PAF, todos los titanes se hubiesen esfumado—. La mano que sostiene mi cabeza deja de tener fuerza por estar dormitando. Así que abro los ojos del susto. Eren está hablando, haciendo ademanes con una energía envidiable. Las horas del desayuno eran las horas de motivación, pero me está tomando factura el no pegar los ojos.

—Hey, (T/N)—. El tono bajo y relajado de Armin me llama la atención, está a mi lado, apartando una manzana verde de su boca, acaba de morderla. —¿Estás bien? ¿Le has dicho algo a Hanji? —. Niego. Aunque Hanji tenga conocimientos de medicina, su área específica son los titanes, y debe tener el cerebro enfocado en su trabajo. —¿A alguien? —. Vuelvo a negar. Miro mi plato y agarro la única fruta que saqué de la cocina. Le saco la cáscara al plátano perezosamente.

—A parte de ustedes y mis compañeras de cuarto que, por cierto, me quieren desmembrar, nadie sabe de las pesadillas—. El trabajo de memorizar y repetir las escenas como un mantra me han abierto las puertas del mundo onírico, pudiendo comprender y volver a los pasadizos.

Los chicos me brindan unos ojos de pena, empatizan con mis pocas horas de sueño, con el entrenamiento que ya ha tomado un alto nivel de exigencia y con la evidente incomodidad por el sector en que nos encontramos, algo que no ha pasado desapercibido.

La cabeza me palpita y siento la mano pesada cuando me molesto en apartar el plato e indicarle a Sasha, quien se encuentra a algunos asientos de distancia, que tiene pase libre para tener mi porción.

—Tienes que comer—. Señala Eren, frunciendo el ceño. Cierro los ojos, reposando la cabeza en la palma de la mano, descansando.

—Todo me da vueltas, temo vomitar en cualquier momento—. Expreso con sinceridad.

No pongo atención a las siguientes conversaciones que rondan sobre temas triviales, pues me encuentro con los ojos cerrados tratando de dormir, aunque sea unos minutos.

Pero el estado de tranquilidad se ve interrumpido cuando en un tiempo que me parece efímero siento el hombro siendo zarandeado de un lado a otro. Abro los ojos con un deje de sorpresa y, aunque intento ocultarlo, hastiada, pues había logrado descansar algún tiempo.

—Hay que ir a entrenar—. El rostro de Mikasa me saluda, con su bufanda aferrada a su cuello al igual que la mía, color amarillo. Asiento, poco convencida. Paso los dedos por mi cabello, atándolo con un elástico siempre presente en la muñeca. —Ven, vamos—. Acepto la mano que me ofrece.

Trago saliva mientras nos encaminamos al campo. El cuerpo me pesa por la falta de energía y no sé si puedo tolerar las exigencias de los ejercicios.

La formación se deshace ante las indicaciones de un serio Levi, quien pasa la mirada por todos los cadetes, avisando que se empezará, como siempre, con un trote al contorno del territorio, indicado por unos palos a medio colocar en la dura tierra.

Le brindo una desabrida sonrisa a mis amigos para que continúen con la marcha sin mediar miramientos a mi presencia, que se va quedando atrás. Los pulmones no apoyan la noción, por lo que a cada paso disminuyo la velocidad, a la vez que me veo obligada a encorvarme por la bilis que sube por la garganta, expulsándola.

Me encojo, sintiendo un dolor en las escápulas por el esfuerzo al vomitar.

—Hey, hey—. Una voz que me parece lejana palmea mi espalda y tiene la decencia de agarrar unos mechones rebeldes que logran colarse en una visión borrosa. —¿Te sientes bien? —. Es otra voz, una voz que despierta mi curiosidad. Dejo de prestarle atención al mareo que se intensifica y a los latidos acelerados para girar el rostro, solo para toparme con siluetas oscuras borrosas acercándose, estoy por chillar, recordando al hombre con ojos azules, hasta que siento un tirón que me lleva a la penumbra, perdiendo todo control.

Lo que cuento a continuación no es más que una suposición ligada a los sonidos que oía y a la ligera historia que me contaron los chicos cuando desperté.

La persona amable que me sostuvo mientras vomitada había sido Jean, quien se había quedado rezagado por la flojera que tenía ese día, se había asustado ante mi rostro pálido y posterior nausea y no pudo hacer nada cuando caí en inconciencia en sus brazos.

Armin llegó luego y dio aviso a Levi, quien estaba hablando con alguien en las lejanías, quien, a su vez, dio la orden de llamar con urgencia al ala médica para que viniesen con urgencia al campo.

El pelinegro se hizo paso entre mis amigos, compañeros y curiosos aprovechadores que no querían entrenar, llegando al medio donde estaba recostada en la arena, tiesa y con piel traslucida, con la cabeza en las piernas de Armin.

—¡Sigan entrenando! —. Gritó él con voz rasposa, más no dijo nada ante mis amigos y un perplejo Jean quien, ajeno a todo, empezó a alejarse.

—Hay que llevarla a enfermería—. Eren no dio mayores detalles, pero en ese momento, al imaginármelo, se me viene a la mente una lucha de miradas entre Mikasa y Levi, discusión silenciosa que se vio interrumpida por el único rubio, quien se alteró al percatarse de mi pecho sin movimiento.

El grupo médico se estaba tardando, así que, sin encontrar mayor salida, Levi empezó las compresiones en mi pecho que mas tarde ardió cuando di la primera bocanada de aire.

Armin había saltado ante el empujón violento del capitán. A pesar de lo que se da a entender con estas palabras, en ningún momento dejé de respirar, solo que mis latidos cardiacos eran demasiado lentos como para ser visibles, eso no quita, sin embargo, el susto que debí pegarles a mis amigos, quienes se quedaron conmigo hasta que desperté al día siguiente, también estuvieron conmigo cuando una exaltada Hanji llegó al cuarto privado que Erwin pidió para mi recuperación y rompió el silencio con un pobre.

—¿Te quieres morir?, te has envenenado—.


Estoy arreglando los capítulos, cambiando la historia para mayor coherencia y cohesión, cualquier contenido de capítulos anteriores que discrepe, por favor, notificarme.

Gracias por leer, es una historia que escribí hace muchos años y recién estaba empezando a escribir, era una beba.

Sé que tiene problemas de narración inconclusa, voy a enfocarme en arreglar.

Recomiendo, si es que estás leyendo por primera vez la historia, te detengas cuando los capítulos se llamen: "Capítulo...", ya que esos son los que están siendo modificados por ahora.

Amor para todos

PD: Sobrina, si estás leyendo esto por casualidades de la vida, quiero que sepas que no me hago cargo de traumas, desesperación y odio. Cualquier cosa, la que escribe esto es mi Alter ego, así que me desligo de las represalias. Te quiero

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