BANG ll: Explosion of love.

Por iherebelieber

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TERCER LUGAR CATEGORÍA ACCIÓN EN LOS #BIEBERAWARDS2016 No leer esta historia si no has leído la primera tempo... Más

«Prologo»
«Introducción»
«Prefacio»
«¿Aún piensas en él?»
«En la cárcel»
«Malditamente encerrados»
«Noche de alcohol»
«Segunda oportunidad»
«Sao vicente, Cabo verde»
«Decisiones»
«Blake Desmond»
«Caída»
«Feliz cumpleaños, Blake.»
«Compras y malas noticias»
«Problemas»
«Sólo tú y yo»
«Adrenalina, y vecinos raros»
«Charlie Everson» (Parte uno)
«Charlie Everson» (Parte dos)
«Plan seductivo»
«Engaño»
«Así es el amor»
«Disculpas»
«A comenzar de nuevo»
«Cassy»
«Dinero y explosión»
«No otra vez»
«Oscuridad»
«Todo estará bien»
«Ideas, sobornos y abogados»
«Juicio»
«Sensaciones»
«Sólo amor»
«¡Olvide su cumpleaños!»
«Adelantos»
«Accidente»
«Isaac»
«Locuras»
«Nervios»
«Gemidos, viaje, suciedad y narices rotas»
«Planificación»
«Cásate conmigo»
«Si»
«Matricidio y nuevos jefes.»
«Deja vu»
«Despedida»
«Huida»
«¿Celoso?»
«Golpes y anuncios de compromiso»
«Hoteles, trajes, y vestidos.»
«Preparativos, dieta, y más preparativos»
«Ciudad del pecado»
«Impedimentos matrimoniales»
«Locura en Las Vegas»
«Locamente casados»
«Sorpresas y más sorpresas»
«Pequeños cambios»
«Amenazas»
«Peligro»
«Familia»
«Los Dean»
«Rusos y Australianos»
«Espionaje»
«Vergüenza»
«Estamos listos»
«El trabajo de nuestras vidas»
«Uno menos»
«¡Diablos!»
«Año nuevo»
«Bebé Bieber»
«Cuidado»

«Tengo miedo»

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Por iherebelieber

Capitulo veintiuno.


El almuerzo con mi familia pasó a ser una cena que no estuvo para nada mal. Amanda y Liam también estuvieron allí así que Amanda se encargó de colocar temas de conversación sobre la mesa, como lo solía hacer en cualquier parte a la que fuera.

Salí de allí sonriendo como una idiota.

Ahora, llevaría a Justin a dar un paseo por el centro de los Ángeles. El centro siempre era una locura. Estaba tan lleno de edificios y autos por todas partes que en cierta manera se parecía bastante a New York.

Ya era de noche, aproximadamente las nueve. Tomamos un taxi que nos llevó desde la gran mansión a nuestro destino. Caminamos de la mano por las calles, hasta llegar a la playa.

Estar aquí de noche era lo máximo, con todas esas luces y las palmeras... era lejos el mejor paseo que había tenido alguna vez.

—¿Justin? —pregunté. Él me miró.

—¿Si?

—¿Qué haremos? —suspiré. —Es decir... viniste hasta aquí y yo...

—¿Te refieres a que donde estaremos? —preguntó de vuelta. Asentí sin poder decir algo más. Él había venido hasta aquí, y francamente me daba un poco de miedo irme. Aunque no sé, no me importaba mucho en realidad. Lo quería a él, y solo a él. Lo otro me valía.

—Pues no lo sé. Yo solo me preocupo de nosotros. —Suspiró. Apretó mi mano para seguir caminando. En este par de días había vuelto a dormir en el departamento con Zoey. Ella se había ido con unos días con su madre porque estaba enferma, así que tenía una idea fantástica.

—¿Pizza y película en mi departamento? —pregunté tímida. Él paró de caminar y me tomó por la cintura, acercándome a él.

Me besó sin previo aviso. Me dejo queriendo más, ya que había sido un beso corto, y delicado.

—Claro. ¿Qué se te ocurrió, pequeña pervertida?

—Yo no tengo segundas intenciones. —contesté como una niña buena.

—Oh vamos, cualquiera tiene segundas intenciones conmigo, muñeca.

Me sonrojé.

—No. Eres un pervertido.

En ese momento un taxi vacío pasaba por la calle. Hice un ademán con la mano y paró rápidamente. Justin abrió la puerta para mí y subí. Cuando llegamos al departamento no había nadie. Esto era fantástico. Zoey aún no volvería y tendría a Justin para mi sola.

Bueno, no es como si tuviera que compartirlo con alguien más.

Me quité los zapatos y deshice la cola de caballo al entrar. Desordene mi cabello y lo miré. ¿Por qué era tan lindo? Estaba usando una camiseta blanca sin mangas y una camisa a cuadrille azul encima de esta combinada con pantalones negros.

Prendí la televisión del living para meter algo de ruido y entonces le indique que fuéramos hasta la cocina. Tome el teléfono que estaba en la encimera, y le miré marque el número, y justo entones sonó mi celular.

—Pídela tú. —me quejé tomando mi celular. Lo tomé y me puse en la puerta de la cocina. Justin tomó el teléfono.

—¡De piña! —le dije contestando. —¿Hola?

—No quiero esa asquerosidad muñeca—gimió. —De peperoni.

—Ya ya. —rodé los ojos. —¿Quién habla?

No me había fijado en el número que llamaba.

¿Cómo estás?

—Disculpa, ¿quién es? —pregunté de nuevo, rodando los ojos.

Oh es cierto. Ha pasado algún tiempo pero... ¿enserio me olvidaste cuñadita?

Me congelé.

Me congelé en ese puto instante.

Sé que estás ahí cariño...—Canturreó.

—Como conseguiste mi número. —Exigí.

Tengo mis contactos. Creo que te hice una pregunta, Leah. ¿Cómo estás?

—Pues bien hasta que recibí tu maldita llamada. ¿Qué mierda quieres?

Uh Uh. No te enojes mi amor. Tengo un mensaje que quiero que le des a Justin. Pero debes escuchar con atención...—le interrumpí.

—No estoy con él.

No seas mentirosa. Escucha princesita; —dijo en tono burlón. —Dile a Justin, que todas sus pesadillas se han juntado para crear una sola. Y que se prepare. Porque de esta no sale vivo. Y menos tú.

—¿Tengo que tener miedo?

Si yo fuera tú lo tendría.

—Si yo fuera tú no estaría tan confiado.

¿Por qué no? Todos los demonios lo atormentan y sus pesadillas vuelven. Tú amor no lo salvará de esto. ¿Lo entiendes no? Nos vemos pronto bombón.

Me cortó. El maldito cabrón me cortó.

Me quedé helada de nuevo. Dominic Bieber había vuelto. Y más fuerte que nunca. Cerré mis ojos, ¿Por qué seguir? Diablos me torturó... me secuestró. ¿Qué otra mierda quería? Miles de preguntas me bombardearon de nuevo. Tenía miedo, otra vez. No quería volver a pasar todo eso. Pero éramos fuertes. Justin y yo podíamos.

Oh dios.

Él y yo podíamos con todo, de eso estaba segura.

¿Con quién más podía estar Dominic? Podía pensar en un sinfín de personas que querían dañar a Justin. Pero sabía que las que yo conocía no eran todas. Justin salió de la cocina con una sonrisa a mirarme.

—Pensé que podríamos tomarnos un trago y...—Él me miró y frunció el ceño. Se acercó ágil, con rapidez, y tocó la suave piel de mi mejilla. Su mano se sentía muy caliente contrastando con la baja temperatura que había adquirido todo mi cuerpo luego de esa llamada.

—¿Qué ocurrió muñeca? —preguntó con suavidad. —Estás pálida. Y fría.

—No me siento bien. —susurré, ahora mirándolo de frente.

—¿Quién te llamo?

—Mi madre. —mentí.

—No me mientas Leah. —dijo tomando mi rostro entre sus manos. Me sentía desnuda ante su mirada. Era tan intensa, tan llena de todo que sentía que podía ver a través de mi cuerpo. Más allá de los sentimientos. Sentía que podía ver mi alma a la perfección.

—Me llamó...—tirité. ¿Cómo su llamado me podía afectar de sobremanera? En verdad tenía miedo.

—Leah, dime. —susurró.

—Me llamó tu hermano.

Lancé la bomba. Era como... quitarse un peso de encima para colocar el doble, o más.

No sabía si esta vez iba a poder sobrevivir a sus amenazas, sus llamados y sus mensajitos. Repito; tenía miedo. Estaba jodidamente asustada y algo en mi interior me decía que Dominic y sus malditos planes locos no estaban lejos de aquí.

—¿Dominic? —Justin me miraba sin entender nada. Arrastrábamos los susurros sin fuerzas para hablar más fuerte.

—Si. —tragué.

—¿Qué te dijo ese maldito bastardo? —preguntó.

—Me dijo... me dijo que todas tus pesadillas se habían juntado para crear una sola. —la necesidad de llorar se estaba apoderando de mí. —Que mi amor no sería suficiente para salvarte. Que te atormentarían. Que no saldríamos de esta.

Envolvió sus cálidos y fuertes brazos a mí alrededor, y en ese momento dejé de respirar. Increíblemente, su amor y su calidez me envolvían y me sentía protegida. Pero, ¿quién podía protegerlo a él? Estaba claro que justo ahora lo que quería hacer era salir corriendo y encerrarme en una casa, en medio de las montañas. Mi mentón estaba apoyado en su hombro. Me apreté más contra él, queriendo que jamás me soltara.

—Estoy asustada, Justin. —le confesé al oído.

—Shh... —su mano pasaba lentamente por mi cabello. —Nada nos va a pasar. Él solo amenaza. Y tenemos a los chicos. Damon y Kendall siempre estarán para nosotros. Tenemos a Adam, a Meg. E incluso a Adrián aunque el bastardo sea policía y este lejos en este momento. Y si todos ellos se van Leah, nos tenemos a nosotros mismos.

Lo abracé con fuerza, y asentí.

—Te amo. Te amo demasiado. —gemí con suavidad en su oído. Él soltó una maldición, y se separó un poco de mi para mirarme a los ojos.

—Yo te amo con mi vida. —acarició mi mejilla.

—Tenemos que irnos de aquí. —le dije mirándolo a los ojos. —Deben... debe estar cerca.

—Eso creo. —murmuró. —En máximo tres días nos iremos de aquí. ¿Bien?

Asentí. Me alejé de él y le miré, siendo estúpida, y sin dudarlo dos veces volvería a irme con él donde fuera, pero con condiciones. No dejaría que ocurriera lo que ocurrió otra vez. Oh no. Nunca más. Y si llegaba a pasar, debía ser lo suficientemente fuerte para poder alejarme de lo que me hace mal de una vez.

Justin tomó mi mano y me acerco a él de nuevo.

—Eres lo más importante que tengo. ¿Lo sabes no? —preguntó suavemente, acariciando mi rostro. Cerré mis ojos disfrutando de su tacto, y negué.

Su respiración golpeo en mi oído.

—Ahora lo sabes. —susurró.

Sus brazos estaban envuelto en mí alrededor de nuevo y en este momento, no había otro lugar en donde quisiera estar más que en sus brazos. Era como si, su propósito en la vida fuera amarme, y el mío dejarme amar. Nos quedamos así, evitando que el otro cayera, hasta que el timbre nos hizo separarnos. Habíamos estado en medio del pasillo abrazados sin nada más.

Justin me soltó, y camino a abrir la puerta.

Un chico con un uniforme rojo estaba allí con una sonrisa y una pizza entre sus manos.

—¡Hola! —el chico aún sonreía. Justin lo miró de arriba abajo, con la cara del hombre más arrogante del mundo y contestó:

—Hola.

—Pizza de peperoni. —Sonrío. —Son diecisiete dólares.

Justin recibió la pizza y tocó su bolsillo trasero. Le miré. Tenía un jodido culo. Me encantaba. De pronto sentí la necesidad de agarrárselo y apretarlo. Oh sí. Estaba bien equipado. Por delante, y por detrás.

—Ten. —Le pasó un billete de veinte. —No me des cambio.

Cerró la puerta en la cara del chico sonriente, y se giró ahora, él sonriendo.

—Daba algo de miedo su sonrisa. ¿No crees?

Asentí frenéticamente.

—Parecía un asesino en serie. —me reí.

Justin dejó la caja en la mesita del centro, y me miró.

—¿Qué película quieres ver? —me preguntó. Le di un vistazo al mueble de vidrio que dejaba ver todo su interior, lleno de pequeñas cajas de películas.

—Revisa ahí. ¿Quieres chupitos? —le sonreí.

—¿Me quieres embriagar? —Dijo en todo seductor.

—Por su puesto. Luego te daré una pastilla de éxtasis, te violaré y después tiraré tu cadáver por el rio. ¿Qué dices?

—Bueno, si yo quiero no es una violación.

—Serán tantas veces que no querrás.

—Contigo es imposible no querer. —Me guiñó un ojo.

Tomé su respuesta como un sí. Fui a la cocina y de los estantes de arriba tomé dos vasitos pequeños. Fui del otro lago y saque una botella de tequila sin abrir. Eché sal en un pequeño tachito y corté unos limones. Tomé todo como pude. Los limones estaban encima de una tabla de madera. Puse allí también la sal y los vasitos para poder tomarlo todo, y la botella en mi otra mano. Justin se levantó al instante al verme y dejo todo en la mesa.

Había elegido una película de terror.

Oh, para variar.

Ya conocía sus intenciones.

Y siendo franca, yo también quería.

Nos sentamos en el sofá morado en frente de la gran televisión y comenzamos a comer pizza. Siete trozos después estaba llena. Oh joder, totalmente llena. Había comido incluso más que Justin, pero tenía hambre.

Me apoye en el torso de Justin. Él tenía sus piernas separadas, y yo estaba justo en medio, con mi cabeza reposando en su fuerte pecho. Su rostro estaba muy cerca del mío, y sus brazos a mi alrededor. Pegue un pequeño saltito cuando ocurrió la parte cliché de las películas sobre fantasmas. Ya saben, la panorámica de la cámara grabando todo el lugar. Sobre si misma, dando un vistazo del alrededor, y de repente ¡Pum! Una jodida sombra detrás de una puerta, o de una ventana.

Justin se rió un poco.

—¿Te asustaste?

—No, —dije. —tuve un mini ataque cardiaco.

Eso aumento su risa.

Su risa, joder, era tan linda. Me encantaba. Está bien, me encantaba todo de él siendo sincera. De pronto pensé en cómo sería si pudiéramos estar tranquilos, solo los dos en un lugar como este, tal y como estábamos ahora, solo que... siempre. ¿Me explico? Aunque la adrenalina nunca estaba mal, quería algo normal.

La película terminó. Entonces comenzamos a beber. Decidimos jugar al ''yo nunca''. Tal vez no era lo más entretenido estando los dos solos, pero no necesitaba a nadie más para sentirme bien.

—Te toca. —me dijo.

—Yo nunca... he estado en un trio. —dije. Él me miró y pude jurar, que se había sonrojado. Bebió todo el vasito de golpe. Para luego volver a mirarme a los ojos.

—¡Demonios! —gemí. —Ya no me gusta este juego.

Él se rió.

—Vamos muñeca, eso ya lo sabías.

—No, nunca me dijiste que alguna vez tuviste un trio. —Abrió su boca, pero lo corté. —No quiero saber.

—Está bien. Quiero que sepas que si no lo has tenido jamás lo tendrás. No te compartiría con nadie. Y dudo que tú quieras que esté con otra chica.

—Oh de eso nada—le dije con la frente en alto. —Tú eres mío. Sólo mío.

Él me sonrió sexymente, asintiendo. Luego de eso paramos de jugar. Recordamos buenos momentos. Malditos buenos momentos. Salimos al balcón, que estaba por detrás del mueble de la televisión. Había una puerta de corredera que daba a ese lindo lugar. Teníamos algunas plantas, y dos sillas de mimbre negro con cojines blancos y morados. Nos pusimos justo en la baranda, a observar los demás edificios.

—¿Recuerdas cuando te dije que el mundo seria nuestro? —susurró a mi espalda. Asentí mirando el lugar. La vista que tenía era fantástica. Aquí en los ángeles todo era precioso.

—Voy a cumplir eso. —Su voz estaba directamente en mi oído. Sonreí y girándome, quedando con su torso pegado al mío.

—Cuando estoy contigo siento que todo está en mis pies. —le susurré.

Tal vez eso no estaba bien. Tenía claro que ambos queríamos vivir en el cielo. Pero las nubes no sostienen a nadie.

Él sacó una cajetilla de cigarrillos del bolsillo de su camisa de jeans. Sonreí, y le acepté uno cuando lo ofreció. Me pase la mano por el cabello, dejándolo desordenado, y algo hacia atrás. Justin encendió el suyo, y prendió el mío. Le di una calada, y expulse el humo hacia el lado. ¿Qué fue lo que hice para que la vida me regalara a un hombre tan maravilloso como él? Lo amaba. Lo amaba con todas mis fuerzas.

—Te amo con mi alma, Leah. —dijo leyéndome los pensamientos.

—¿No con el corazón? —tragué.

—El corazón muere, el alma sigue y sigue. —Me besó. Su boca, ese dulce y cálido sabor. Me encantaba. Y mezclado con cigarrillos, y alcohol sabía aún mejor. Una mezcla tentativa. Una mezcla peligrosa.

Le seguí el beso unos segundos. Nos separamos para respirar, y darle otra calada a los cigarrillos.

—Jamás creí... que algo así me iba a pasar. —murmuré mirando los edificios, las luces. Justin se colocó a mi lado, apoyado también en el barandal.

—¿Algo como qué? —preguntó.

—Como tú. —respiré. Entonces me miró. Sonrió, fumó, y habló.

—Me atrevo a decir, muñeca—suspiró. —que he pasado los mejores momentos de mi vida a tu lado.

—¿Eso crees?

—Eso creo.

El alcohol me tenía mareada. Siempre me pasaba lo mismo. Con un poquito, llegaba al cielo. No era tolerante, para nada. El maldito mareo se me metía por todas partes. Luego, tomaba un poco más y me ponía a hablar chorradas. Él me quitó el cigarrillo. Apagó ambos en el barandal, y los tiró hacia abajo. Sin importancia, sin valor.

Me miro durante unos segundos.

El calor quemaba en mi boca. Moría por tocarlo. Mis manos picaban, mi mente se nublaba. El deseo de apoderaba de la situación. Nos miramos durante mucho tiempo. Sólo me podía enfocar en sus labios, y él en los míos. Todo desaparecía entonces. Los autos, los edificios, las luces. Dejándonos solos. Tan solo él y yo.

Tuve el valor de acercarme primero. Levanté mis brazos, pasándolos por su cabello y luego entrelazándolos en su nuca. Uní mis labios a los suyos. Me alejé unos segundos.

—Tengo miedo—susurré.

—Lo sé. —susurró de vuelta, mirándome a los ojos. —Yo también tengo miedo.

—De lo que pueda pasar si seguimos juntos. Del futuro. Me da miedo que todo esto salga mal. —dije cerrando mis ojos. Tragué saliva. Él tocó mi rostro. Luego tomó una de mis manos entre las suyas, y besó mis nudillos.

—Vive el presente. —aconsejó en voz baja.

—¿De qué tienes miedo?

Su mano aun sostenía la mía en frente de nosotros. Me miró y suspiro cansado.

—De no ser lo suficientemente bueno para ti. —susurró.

A la mierda todo. Vive el presente. Si. Así funcionaría mi vida desde ahora. Actuaria, y luego me preocuparía de lo que pudiera pasar después. No me importaría nada. Sólo él. ¿Cómo podía decir que no era suficiente para mi? Lo era todo, e incluso más.

Me acerqué lentamente. Su dulce mirada me comunicó todo lo que necesitaba. Lo besé suavemente en los labios, deleitándome con su sabor, con la humedad de ellos. Su mano me soltó, y puso ambas en mi cintura, atrayéndome más a él. Subí mis manos por sus brazos, paré en sus hombros, y luego mis manos se juntaron en la parte trasera de su cuello. Cerré mis ojos, dejándome llevar por los sentimientos y la maravillosa sensación de sus labios con los míos. Lo agache un poco, para profundizar más lo que compartíamos. Su lengua entró con suavidad a mi boca, encontrándose tímidamente con la mía. Segundos después ya se reconocían, y formaban un sensual y grandioso patrón.

El beso empezó tiernamente y con paciencia. Pero de repente, todo tomo otro rumbo. Y había sido cosa de los dos. Todo se volvió más... excitante. Sus manos bajaron más y más, hasta llegar al inicio de mi trasero. Jadee en su boca, y el gruño algo que no alcancé a oír. Su boca, voraz y violenta con la mía, reclamó y me succiono el labio inferior.

Fue el primero en alejarse. Me miró a los ojos. Los suyos habían tomado un brillo especial, sonreímos al instante. Respiro pesadamente cerca de mis labios.

—No tenemos porque...—lo besé. No quería parar. ¿Por qué deberíamos? Él apretó su agarre en mi espalda y ambos gemimos.

—Si. —dije sonriendo. —Si tenemos porqué.

Comenzamos a besarnos de nuevo. Y con eso, a avanzar. Paramos a mitad del pasillo. Ni si quiera me había dado cuenta de cuando, o como habíamos llegado hasta ahí. Estaba de espaldas contra la pared, con el acorralándome. Gemí cuando nuestros calientes cuerpos se presionaron uno contra el otro. Me siguió besando. Su mano se presionaba en mi cintura. Bajó hasta mis muslos y me subió, haciendo que al instante lo rodeara con mis piernas. Caminamos a ciegas hasta mi habitación.

Me colocó en la cama con suavidad y se subió encima. Pegó su frente a la mira, y me miró a los ojos.

—Eres la única chica a la que le he hecho el amor. —susurró.

Gemí ante sus palabras. ¿Podría llegar alguna vez a ser más perfecto? Lo amaba así. Caliente, pero tierno. Me encantaba. Aunque no podía negar que amaba al Justin caliente y sucio. Oh si, ese más que nada era mi favorito. Me ponía como ni se imaginaban. Mientras que el Justin tierno me hacia amarlo aún más y más.

Beso a beso nos fuimos quitando la ropa el uno al otro. La luz estaba apagada, y las cortinas abiertas, dándonos penas la tenue luz de afuera mezclada con las sombras de mi habitación. La escena era fantástica.

La ropa de mi cama había adquirido ese aroma masculino que el desprendía. Ese glorioso perfume que él solía usar. Era tan varonil. Un aroma suave, y caliente. Peligroso.

Como él.

Liberé el aire de mis pulmones mientras él se situaba entre mis muslos.

—Espera, —susurró. —no tengo un condón.

Estiré mi mano a mi lado izquierdo, abriendo con suavidad el cajón de mi mesa de noche. Toqué a ciegas, hasta encontrar ese preciado paquetito de aluminio. No es como si importara mucho. Me tomaba la píldora, pero no estaba demás preocuparme de eso.

No sé demoró mucho en colocarlo. Miré hacia atrás, la luz de la ventana le daba justo en la espalda, por detrás de él y en frente de mí, dándole un aspecto perfecto a sus músculos.

Sus ojos estaban centrados intensamente en los míos. Extendí mis muslos ampliamente, tomándolo totalmente en contra de mí, para que su longitud se apretara contra mi vientre, y estuviera real, y sólidamente en sus brazos. Apoyó una mano en la cama y utilizó la otra para guiar su masculinidad a mi entrada. Centímetro a centímetro se deslizo hacia dentro, haciéndome gemir. Era tan diferente a como lo habíamos hecho algunas veces. Todas esas, habían sido increíbles. Pero esta...

Esta era especial.

Cuando estuvo por completo dentro de mí, solté otro gemido, esta vez junto a él, y envolví mis piernas alrededor de sus caderas para llevarlo aún más profundo. Su estupendo trasero se flexionaba debajo de mis piernas cuando empezó a entrar y salir.

Su forma de hacerme el amor era pausada y lenta. Lo que me volvía aún más loca. Su mirada nunca se apartaba de la mía. Arrastre mis manos por su poderosa espalda hasta su cintura para volver a repetirlo después, mientras él empujaba, y a continuación, se retiraba.

Me besó. Fue suave, y lento. Sensual. Y lleno de amor.

Nunca dejo ese esquicito ritmo de sus movimientos, mientras probaba y exploraba mi boca con su lengua. Y en ocasiones, mordía mi labio inferior. Nuestro beso era tan malditamente sensual que podía sentir pinchadas junto en mi ingle. La sensualidad hacia que mi cabeza girara más que antes. Todas las sensaciones que había experimentado hasta este momento hicieron que aumentara la sensibilidad en mi cuerpo y podía sentirlo en cada poro de mi piel.

Justin bajó su cabeza unos segundos. Y cuando la levantó, siguió mirándome. Habíamos pasado así toda la noche. Era como si no pudiéramos tener suficiente del otro. Cada parte de mi cuerpo comenzó a temblar y luche con la necesidad de venirme.

—Por favor, —suspiré. —necesito...

—Tranquila—susurró.

Poco a poco el ritmo fue más constante. Ligeramente más poderoso. Entonces comencé a temblar más. Y llegué.

—¡Justin! —gemí con fuerza. Él rozó sus labios con los míos, haciendo de mi orgasmo algo aún mejor. Mi orgasmo parecía no terminan nunca y apenas oí a Justin hablar;

—Eso es muñeca.

Él comenzó a empujar más fuerte y más rápido, haciendo que los espasmos continuaran sacudiendo mi cuerpo. El sudor había humedecido cada parte de mi piel y pude notar una suave capa de sudor en su cuerpo también, que lo hacía aún más sensual junto a esa mandíbula algo apretada. Luego de unos pocos empujones, el cuerpo de Justin se tensó.

—¡Leah! —gimió. Oh y su rostro casi hizo que me diera un infarto. Había sido tan malditamente sensual. En el momento, cerró sus ojos y mordió su labio inferior tirando su cabeza suavemente hacia atrás. Su masculinidad palpitaba en mi interior lo que provocaba más contracciones de mi feminidad en contra de él. Justin presionó todo su cuerpo contra el mío, y nos estremecimos suavemente. Con un suave y sensual gemido fue hacia debajo de manera que la mayor parte de su peso estaba contra de mí.

Pero no me molestaba en lo absoluto. Es más, ni si quiera me hacía daño. Me gustaba la sensación de estar tan abrigada por la calidez de su cuerpo. Pertenecíamos al otro. Eso estaba claro.

Mi pecho subía y bajaba contra el suyo y casi me eché a reír al pensar en la idea de que, la forma en que me sentía era como en las películas, o en los libros.

Suspiró y giró, acostándose a mi lado. Me abrazó con fuerza y me besó la frente suspirando. Recordé la primera vez que lo hicimos. Habíamos... bueno, lo había obligado a hablarme de su pasado, y luego había pasado todo. Sin una intensión. Sólo, amor, con el lugar y el momento adecuado.

Un ruido nos sacó de nuestra ensoñación. Justin paró de acariciarme el cabello cuando escuchó su teléfono. Dejó que sonara. Lo hizo, para volver a sonar. Bufé.

—Contesta. —susurré. Se levantó, dándome la vista con sombra de ese grandioso trasero, jadee. Tomó sus pantalones y sacó el móvil del bolsillo.

—¿Qué pasa? —preguntó. —¿Qué? Pero... ¿estas segura? No, no puedo hoy. Joder, que son como las dos de la mañana. Pues lo siento. Estás loca. Bien voy... voy a decírselo a Damon y también a hablarlo con Leah. Porque no me iría sin ella. Está bien. Te llamo por la mañana. Aplacémoslo por un par de días. ¿Está bien? Claro, te aviso. Por cierto, tengo que hablar contigo sobre algo. Bien. Adiós Cassandra.

Lo miré de arriba abajo. Estaba de frente, dándome una vista espectacular de su cuerpo. Me levanté y abrí las sabanas para que nos acostáramos. Tome el puesto de la derecha, y el a la izquierda.

—¿Qué pasó?

—Cassandra quiere que vaya a Barcelona. Tiene un buen plan en mente pero necesita ayuda. Le dije que lo hablaría contigo, y le diría a Damon.

—¿Cuál es el plan?

—Asaltar un banco. —tragué.

—Ya veo. —comenté.

—Si la veo le diré lo de Dominic. Tal vez pueda localizar a Emily y saber si anda con él. Aunque lo más probable es que sí. Pero sería genial asegurarme. Tengo que mantenerte a salvo.

Emily. Claro. Se me había olvidado la zorra. Ahí lo tenía, ella era parte del plan de Dominic. Estaba claro.

Pero... lo mejor es que nos íbamos a España.

¡Nos vamos a España tía!

Bueno, a pesar de mi emoción no le demostré nada a Justin. Lo iba a pensar un poco.

—¿Leah?

—¿Si?

—Sé mi novia.


_____________________________________

Antes que nada, quiero aclarar una cosa; esta cuenta, la comparto con mi mejor amiga. (La escritora de Demonios) Es de ella, y me deja usarla para que haga lo que adoro hacer. Eso era, más que nada, quería decirles que somos personas diferentes y yo solo me encargo de subir mi historia, ella responde mensajes, publica cosas y todo eso

Por cierto, lean Demonios1313.

También quiero decirles que estoy tremendamente orgullosa y agradecida de como los leídos, los votos y los comentarios han ido subiendo. La cosa se va poniendo buena. Oh, y como le prometí a sofiabiebss aquí lo tienes cariño, el capitulo va dedicado a ti:).

¡No olviden comentar y votaaaaaaaaaaaaaaaar! Saludos, y nos leemos pronto. ¡Os quiero joderrrrr!♥.


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