BANG ll: Explosion of love.

By iherebelieber

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TERCER LUGAR CATEGORÍA ACCIÓN EN LOS #BIEBERAWARDS2016 No leer esta historia si no has leído la primera tempo... More

«Prologo»
«Introducción»
«Prefacio»
«¿Aún piensas en él?»
«En la cárcel»
«Malditamente encerrados»
«Noche de alcohol»
«Segunda oportunidad»
«Sao vicente, Cabo verde»
«Decisiones»
«Blake Desmond»
«Caída»
«Feliz cumpleaños, Blake.»
«Compras y malas noticias»
«Problemas»
«Sólo tú y yo»
«Adrenalina, y vecinos raros»
«Charlie Everson» (Parte uno)
«Plan seductivo»
«Engaño»
«Así es el amor»
«Disculpas»
«Tengo miedo»
«A comenzar de nuevo»
«Cassy»
«Dinero y explosión»
«No otra vez»
«Oscuridad»
«Todo estará bien»
«Ideas, sobornos y abogados»
«Juicio»
«Sensaciones»
«Sólo amor»
«¡Olvide su cumpleaños!»
«Adelantos»
«Accidente»
«Isaac»
«Locuras»
«Nervios»
«Gemidos, viaje, suciedad y narices rotas»
«Planificación»
«Cásate conmigo»
«Si»
«Matricidio y nuevos jefes.»
«Deja vu»
«Despedida»
«Huida»
«¿Celoso?»
«Golpes y anuncios de compromiso»
«Hoteles, trajes, y vestidos.»
«Preparativos, dieta, y más preparativos»
«Ciudad del pecado»
«Impedimentos matrimoniales»
«Locura en Las Vegas»
«Locamente casados»
«Sorpresas y más sorpresas»
«Pequeños cambios»
«Amenazas»
«Peligro»
«Familia»
«Los Dean»
«Rusos y Australianos»
«Espionaje»
«Vergüenza»
«Estamos listos»
«El trabajo de nuestras vidas»
«Uno menos»
«¡Diablos!»
«Año nuevo»
«Bebé Bieber»
«Cuidado»

«Charlie Everson» (Parte dos)

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By iherebelieber

Sé que tal vez odian estos avisitos pero quiero decirles que pongan atención, que entiendan todo lo que explica en este capitulo porque es esencial. Por otra parte, nada, a veces me demoro en actualizar pero es porque simplemente no me vienen ideas, y prefiero demorarme, tener mejores ideas, a escribir algo que no me apetece. No olviden comentar y votar, eso enserio me hace feliz. Sin nada más que decir les dejo el capitulo. Besos, las quiero.


Dieciséis.

Maldito viento.

Maldito frio. Maldita mañana.

Me desperté pegada a Justin como un koala colgado en un árbol. Su respiración era regulada, su pecho subía y bajaba tranquilamente, sus pestañas se notaban largas debido a sus ojos cerrados y sus mejillas estaban sonrojadas por el calor de la calefacción. Era tan lindo. Me estiré ante la necesidad de mis músculos. Me removí, y tomé mi celular –con poca carga por cierto– para ver la hora.

Eran a penas las once con tres minutos de la mañana. Aún tenía sueño, las últimas dos noches no las había pasado bien y todavía quería descansar. Pero no me sentía cómoda durmiendo hasta las dos de la tarde en una casa donde no conocía a nadie y era la visita. Oh Dios no.

Mi celular comenzó a vibrar, se movió rápidamente encima de la mesita de noche y lo tomé antes de que el ''sonido'' que provocaba la vibración contra la madera despertara a Justin.

La cama estaba justo en medio de la habitación. Dándole la espalda a la pared, claro. Al lado izquierda de esta, una puerta blanca daba al baño. En frente de la cama estaba la puerta que daba al pasillo, a la izquierda, en la pared al lado del baño, había un lindo closet de madera oscura que destacaba entre las paredes color crema, casi blanco. Y a la derecha, unas cortinas de color beige, que topaban justo el piso, justo la alfombra también beige que cubría todo centímetro de la habitación. Al lado de las cortinas, como en hacia dentro, había un tocador, y un espejo de algo asi como un metro hacia el lado. Un pequeño asiento.

También había una televisión plasma pequeña colgada en la pared del lado de la puerta de salida.

Quien haya diseñado la habitación sí que tenía buen gusto. Era preciosa.

Con el celular aun vibrando en mi mano, y el nombre ''mamá'' en la pantalla me acerque a las cortinas para mirar por la ventana mientras contestaba. Me sorprendí. No había una ventana pequeña, sino un ventanal. Miré la lluvia caer, y dije hola.

Mamá me saludo emocionada.

Nuestra conversación perduró unos minutos. Me contó cómo estaban las cosas por ahí, y de nuevo esa pregunta. ¿Cuándo volverás a casa, mi amor? No tenía respuesta para eso. Tal vez podía morir antes de llegar. Tal vez podría irme mañana a casa. O tal vez no podía volver nunca.

Tenía que encontrar una forma de explicarle esto a mamá. Omitiendo la parte de lo que era en lo que me estaba metiendo. Debía tan solo mentirle, y eso era lo que me daba miedo. Ya había mentido demasiado, y de pronto se me olvidarían los orígenes de la mentira y la que saldría jodida y pillada seria yo.

Más rápido se descubre a un mentiroso, que a un ladrón.

Como sea que fuera, debía decirle a mi mamá que de alguna manera mística me había encontrado con Justin. Y tan solo... había sucedido. Le corté después de hablar unos segundos con Liam, John, y recibir una reprimenda de ella misma por no llamar a Zoey.

Decidí llamar a mi amiga.

Hola zorra. —Dijo al primer timbre.

—Oh, cariño. ¿Cómo estás? ¿Qué te ha ocurrido? —Me burlé. Rodé los ojos, al escuchar como ella se reía.

Seguro alguna vez te he tratado así. ¿Qué tal el viaje? No me habías llamado desde hace dos semanas.

—Lo siento. Ni si quiera he...—Me callé. —Nada. Bien, el viaje esta bien.

Había agregado lo último en voz tan baja que no estaba segura de haberme oído yo.

—¿Algo que quieras decirle a tu mejor amiga, Leah?

—No. ¿Por qué?

Mira, no sé cuando vuelvas pero se nos está haciendo costumbre tener la misma maldita conversación. Tienes que contarme que es lo que pasa. Leah, te extraño. ¿Por qué no vuelves?

—No puedo volver Zo. —Le dije, —no por ahora.

¿Por qué?

—Es complicado.

Creí que confiabas en mí.

—Confió en ti. ¿Cómo está Mark? —me atreví a preguntar. Me ponía los pelos de punta cuando pensaba en lo que le hice. Oh dios. Él no me perdonaría esto jamás de los jamases.

Bien. Aún... asumiendo que te fuiste y no te verá por un largo tiempo. Pero está bien. ¡Oh Leah! ¿Recuerdas a Robert? ¿De tus clases de matemáticas? El que te invitaba a salir siempre y a mí me gustaba.

—Oh si, el intocable Robert. —Me reí. Zoey me había prohibido aceptarle salir. A pesar de que ella estaba hechizada con el amigo de Liam y Mark, el de intercambio español, babeaba siempre que podía por Robert. Tampoco es como si me hubiera interesado salir con él. Era guapo, simpático e inteligente, pero justo en ese entonces tenia mi relación de amigos que tienen sexo con Mark.

¡Me invito a salir! —chilló. Yo sonreí.

—¿Y el español?

Ah bueno... también estoy saliendo con él. —Admitió. Abrí mis ojos y solté una carcajada.

—¡Y a mí me dices zorra!

Hey, quizás cuando europeos tienes en tu cama cada noche. ¿Qué tal los chicos por allá?

—Está lloviendo...—Callé unos segundos, si no cambiaba el tema le iba a cortar y decirle que se me había ido la conexión a los servidores de la llamada.

¿Leah?

—No te escucho Zoey. Wow, está lloviendo muy fuerte. —Comenté.

¿Leah? Leah estoy aquí. ¿Me oyes?

—Demonios, no oigo nada. —me quejé falsamente. —Supongo que te llamaré cuando pare un poco. Hay mala recepción debido a la lluvia. No sé si estas escuchando pero te quiero Zoey. Hablamos pronto.

Le corté colocando una mueca.

El tema de los hombres era algo que no tocaría, de eso estaba segura. Cuando salí de detrás de las cortinas, me encontré con Justin restregándose los ojos. Se veía tan lindo. Como los hámsters cuando limpian su cara.

Recuerdo que Liam y yo tuvimos cinco Hámster. Todo se llamaba igual. Manchitas. Un nombre como de perro para un hámster pero que más daba. Todos se murieron. Recuerdo que uno se ahogó. Era un día de verano, estábamos en la piscina a los trece años. Liam lo sacó y lo colocó al lado de la piscina mientras jugábamos. Era tan domestico que siempre estaba suelto por la casa y el jardín. No se perdía. Sin darnos cuenta manchitas se había caído a la piscina. Un poco de tiempo después de eso cuando pensamos que se había simplemente perdido, la piscina tuvo algunos problemas con los filtros de limpieza. El tipo que arregló la piscina había encontrado a manchitas de espalda, y ahogado.

Oh, pobrecitos.

Los cinco que tuvimos de mascota terminaron con su vida de una forma jodidamente dramática.

Dejando de un lado mis pensamientos sobre mis pobres mascotas, le sonreí a Justin. Se acercó a mí y envolvió sus brazos en mi cintura. Me levantó un poco del sueño y me besó tiernamente en los labios.

—Te llevaré abajo con Dan. Quédate con él mientras yo hablo con Charlie. Luego te lo presentaré.

Me ofreció la mano y antes de tomarla lo miré a los ojos.

—Y después hablaremos. —acordé. Él suspiró.

—Bien.

Justin's POV.

Baje con Leah tomada de mi mano y la guie hasta la cocina, donde Dan estaba sentado coqueteándole a la chica del servicio y hablando con Benny.

Este último abrió los ojos como platos cuando me vió y se bajó de su asiento en la barra de la cocina para ir a abrazarme. Leah se soltó de mi mano cuando vio lo que pretendía el rubio, y se alejó dos pasos.

Benny me abrazó, palmeo mi espalda, me maldijo, y luego revivió mi cabello. Lo empuje suavemente, con una sonrisa en mi rostro.

—Que pasa, cabrón. —Le dije riendo. Él se rió también.

—Abrázame de nuevo bastardo. Ha pasado mucho tiempo.

Nos abrazamos de nuevo, y para cuando me soltó, miró a Leah de arriba abajo con una mirada caliente que me hacía querer estrellar mi duro puño contra su rostro.

—No se mira, ni se toca, Ben. —Le advertí.

Benny Houston se acercó con una sonrisa a Leah, le ofreció su mano, y Leah se la tendió de vuelta.

—Déjame decirte que eres una de las mujeres más guapas que he visto en mi vida. Y créeme que he visto mujeres, cariño.

Le guiño un ojo y Leah le dio una media sonrisa, con un color rojo tiñendo sus suaves mejillas. Ben le sonrió de nuevo, y sin soltarle la mano le besó la mejilla.

—Es un placer. —comentó picarón. Lo miré entrecerrando los ojos. No podía parar de notar que aún no soltaba la mano de mi mujer.

Después del gran sexo que me dio el otro día no habíamos quedado en nada. Notaba que aún estaba algo asustada como para volver a tener algo conmigo, pero la comprendía y había decidido por mí mismo que la iba a ir recuperando poco a poco, costara lo que costara.

—Soy Benny Houston. Pero puedes llamarme Ben. —Le guiñó el ojo. —De hecho, puedes llamarme como tú quieras, preciosa.

—Basta Ben. —le llamé.

—Bien bien. —Dijo con un ademán de derrota. —¿Cómo te llamas?

—Leah Collins. —respondió.

—Un bello nombre para una bella...—Leah lo interrumpió. Su mirada de superioridad me ponía. Oh joder, me ponía muchísimo. Era tan creida, tan princesa. Me encantaba.

—¿No te cansas de darme halagos baratos? —Preguntó. Ben se quedó con la boca abierta. ¡BANG! Justo en las pelotas y en el ego de mi querido socio.

—Vaya, tiene carácter. —comentó para mí.

—No tienes idea de cuánto. —Le dije con una sonrisa. Me acerqué a Leah y le planté un suave beso en la frente. Me dio una media sonrisa cansada mientras yo le hacía una seña a Dan.

—Dan, iré a hablar con Charlie. Quédate con Leah.

Dan subió el pulgar con la mano derecha, y le dijo a Leah que fuera a desayunar junto con él. Leah suspiró y camino para sentarse a su lado. Benny se sentó al otro lado de Dan, y entre los dos comenzaron a hablar de cosas tontas con Leah.

Estaba a salvo, confiaba en los chicos. Podrían ser ligones pero ambos tenían claro lo que les pasaría se le hicieran algo a ella. Ya habíamos pasado por eso muchas veces. Y no tan solo por su parte. Ellos dos me habían golpeado por separado muchas veces.

Subí las escaleras de don en dos preguntándome dónde diablos estaban los otros dos chicos que vivían aquí. Llegue hasta la puerta que siempre había indicado la habitación de Charlie Everson, y le di dos golpes.

—Pase. —Escuché desde dentro.

La abrí al instante para encontrarme con él ya vestido. Usaba pantalones de color beige, una camisa blanca con dos primeros botones desabrochados y una chaqueta algo formal de color azul marino. Su cabello estaba finamente peinado hacia el lado, y sus ojos verdes seguían siendo los mismos que podía recordar.

Diablos, no lo había visto en tanto tiempo. Él hablaba por teléfono con una mano puesta en su cadera. Se giró a mirarme y sus ojos se abrieron un poco, para luego darme una sonrisa agradable y amplia.

—Te llamo luego. Nos vemos en el bar esta noche.

Tiró su celular a la cama ya echa, y se acercó sonriendo.

—No te quedes ahí Justin. Pasa. —Me sonrió de nuevo y cerré la puerta detrás de mí. Estaba impresionado.

—Vaya... ha pasado un largo tiempo. —comentó. —Eres todo un hombre.

—Gracias. —tragué.

—¿Qué te trae a Canberra? —Preguntó. Nos dimos un apretón de manos y un abrazo de esos donde te palmeas la espalda. Diablos, había dado como cinco abrazos ya.

—Bueno yo...

—Vamos a mi estudio—dijo señalando la puerta con un movimiento de cabeza.

—¿Tienes un estudio? —me burlé.

—Por su puesto. —Abrió la puerta y me dejó pasar primero. Yo reí. —Soy todo un hombre negocios.

—Negocios sucios. —le dije. Charlie soltó una grave carcajada.

—Por su puesto. —repitió con el mismo tono que antes. Caminamos por el ancho pasillo, bajamos por una escalera, yendo hacia una parte de atrás. Una puerta de madera, caoba para ser exacto se encontraba a un lado y entramos ahí.

Había un gran escritorio, fotos, cuadros y una ventana que dejaba entrar gran parte de la luz. Charlie encendió las luces del techo. La lluvia había dado paso a claramente, un día nublado, oscuro, gris. Decidió cerrar las cortinas y se apoyó en su escritorio.

—Dime, Justin. ¿Qué te ha traído aquí?

—Bueno, varias cosas.

—Vayamos por parte.

—Antes de pasar a mí, quiero preguntarte algunas cosas. —levanté mis cejas.

—Adelante. Si va a ser largo, toma asiento.

Charlie pasó por detrás de su escritorio y se apoyó en los codos. Por mi parte me senté adelante, pensando en todas las preguntas que tenia.

Le iba a preguntar absolutamente todo lo que se me viniera a la cabeza, le preguntaría sobre Isaiah, sobre Aline, sobre mi madre, sobre el padre de Dominic. Sobre todo.

—¿Sabías que Isaiah era mi padre?

—Si. —respondió. —Te doy mi más sincero pésame.

—Gracias. —Mis músculos se tensaron un poco y él lo notó.

—Relájate Justin. Hay muchas cosas que creo que me harás explicarte.

—¿Cómo conoció Isaiah a la puta?

—¿Qué puta? —preguntó. De una cajita a su lado, sacó un puro. Me ofreció uno y negué. No quería fumar. No ahora, aunque sabía que eso me podría calmar un poco.

—Mi madre. —dije asqueado. Su mirada se suavizo.

—Oh, Behati. —suspiró. —Nos conocimos todos en la universidad.

—¿Fue a la universidad? —fruncí el ceño.

Jamás supe eso. O tal vez... simplemente no lo recuerdo.

—Todos nos conocimos allí. Isaiah, Behati, yo, e Isabelle.

Sonreí suavemente pensando en Isabelle.

Isabelle había sido la esposa de Isaiah. La recuerdo, pequeños y borrosos recuerdos. A veces ella iba a ese sucio departamento y le hablaba a mi madre. Le decía que dejara las drogas. Le aconsejaba cosas. Y siempre, siempre, nos llevaba algo a mí y a Dominic. Un juguete, una playera, o tal vez un simple dulce.

No estaba seguro de si ella sabía que yo era hijo de Isaiah o no. Pero suponía que no.

Diablos, ¿Por qué todo el maldito mundo estaba conectado? De pronto, una parte de mi no quería enterarse de más secretos, pero otra, moría por saberlo todo.

—Pero tú no terminaste la universidad. —sonreí suavemente.

—No—se rió. —Ni Behati, Ni Isaiah. Sólo Isabelle. Era la más responsable.

—¿Isabelle sabía que yo era hijo de Isaiah? —pregunté con un nudo en la garganta.

—No. Por supuesto que no. Lo que Isaiah y Behati tuvieron fue algo de una sola noche. —Lo miré frunciendo el ceño. —No significa que seas un error, si eso es lo que piensas. Tú sabes cómo era Isaiah. Responsable, atento. Se encargó de estar cerca de ti toda tu infancia y de darte todo lo que necesitaste. Y supongo que así fue hasta que murió. ¿No?

Asentí ligeramente, cerrando mis ojos por un momento. Me sentía un poco abrumado, quería fumar una cajetilla de cigarrillos por completo, dormir por horas y golpear a alguien.

—¿Cómo llegó Behati a meterse con el policía?

—El padre de Dominic. —susurró mirando hacia la nada. Su cara era tal y como los actores en las películas cuando tenían un Flash back. Se quedó unos segundos en silencio.

—Charlie. —le llamé.

—Fue entonces cuando conocimos a Aline también. Tú sabes ya esa parte de la historia. Éramos tan solo un grupo de jóvenes inteligentes gustantes del dinero fácil. Isabelle seguía a Isaiah en todo porque estaba enamorada. Pero a Behati siempre le gustó el dinero en sí. Hicimos un montón de trabajos. Solíamos viajar de aquí para allá. Disfrutar de lo que no daba la vida. —lo miré. —Habíamos decidido escapar de aquí a España cuando Aline nos atrapó allá. Diablos Justin. Nos buscaban en todo el mundo.

Aline me arrestó. Ella era policía y el padre de Dominic, Jeremy, eran compañeros. Ambos estaban metidos en nuestro caso. Fue entonces cuando me gustó ella.

Sonreí ligeramente.

—No sé cómo pasó. Simplemente... me estaba arrestando y a los días siguientes estaba ayudándome a escapar. Nos hicimos novios, e Isaiah se hizo su mejor amigo. Teníamos una nueva integrante en el grupo, y el hecho de que ella fuera policía nos facilitaba las cosas.

Isaiah y yo decidimos que necesitábamos a otro federal den nuestro lado. Entonces Aline nos lo presentó. —Charlie suspiró. —sé que toda la historia te resulta tan enredado. Da tantas vueltas que hasta a mí me cuesta comprenderla cuando pienso realmente en ello. No estemos con cosas. Behati era una zorra.

Solté una pequeña risa sin poder contenerme.

—Lamento expresarme así.

—No importa.

—La cosa es que lo trajimos a nuestro lado. Jeremy ya era un policía corrupto para entonces. Aline e Isabelle eran las más correctas en todo eso. Behati se metió con Jeremy y ahí comenzaron los problemas.

—¿Problemas?

—Nació Dominic. Behati quería salirse. Ella aún no se metía en las drogas, ni todas esas tonterías. Nosotros no queríamos perder a una, pero se fue de todas maneras. Decía que no quería que su hijo naciera en ambiente como el que nosotros frecuentábamos. En cuando supo del embarazo Jeremy salió corriendo. Nosotros le ayudamos los primeros meses. Decidimos cambiar de rumbo y nos fuimos a vivir a Canadá. Allá comenzamos con el tráfico de armas, y cuando Dominic tenía dos años, Behati estaba embrazada de nuevo.

—De mí. —susurré.

—De ti.

—¿Cómo fue cuando Isaiah se enteró de que Behati estaba embarazada de él?

—Se colocó eufórico. Estaba malditamente feliz.

—Pero el adoraba a Isabelle. —tragué.

—Isabelle no podía tener hijos. Ambos sabemos lo cariñoso que era Isaiah. Él quería tener hijos. Y con Isabelle jamás podría. Entonces hizo todo lo que estaba a su alcance cuando supo que eras su hijo. Y se mantuvo a tu lado. A los dos meses de embarazo de Behati Jeremy volvió. Necesitaba dinero, y le dejamos quedarse con nosotros a cambio de que simulara ser el papá del niño que venía en camino.

—Por eso se quedó. Ahora lo entiendo todo.—susurré haciendo que las piezas del rompecabezas encajara.

—Jeremy era el hombre más marica del mundo. Tu madre lo pasó realmente mal con él. No quiero que siempre veas a Behati como la mala de la historia Justin.

—La odio Charlie. Se mató. Se mató y dejó solos a sus malditos hijos.

—Jamás estarían solos. Escucha lo que quiero decirte; Behati no siempre fue así. Jeremy la metió en la prostitución y las drogas. Ella sólo era una mujer desorientada, enamorada de un idiota, y no quiso recibir ninguna ayuda que le pudimos ofrecer.

Tragué. Me sentía muy marica en este momento. Tenía un nudo en mi garganta y sentía la necesidad de soltar un par de lágrimas rabiosas. La necesidad de dispararle a alguien. La necesidad de perderme en el mundo.

—Entonces se mató. —repetí.

—Fue algo duro para todos. Aline se encargó de delatar a Jeremy en todo, y entonces te dejaron a su cargo y los enviaron a ambos al programa de protección a testigos. Ahí fue cuando todo termino. Cuando ella falleció. Dejamos de planear golpes, cada uno se fue por su lado. Aline comenzó a cuidarte al instante Y Dominic quedó a cargo de una hermana de Behati aquí en Sydney cuando Jeremy los dejó a ambos.

—¿Por qué Dominic también me dejo? —murmuré. Charlie se levantó en un santiamén y se sentó a mi lado.

—Dominic era tan solo un niño. Tampoco entendía lo que pasaba y prefirió irse con sus tíos. —Susurró. —Nada de lo que pasó es tu culpa.

Me cubrí el rostro, y luego pasé mis manos frustradamente por mi cabello.

—Isaiah y yo cuidamos de Aline y de ti todo lo que pudimos Justin. Intentamos dártelo todo. Y lo sabes. ¿Recuerdas cuando tú y Aline viajaban a verme?

—Si. —contesté.

—Jugabas con Dan en el patio trasero de esta casa. Y observaban a Meredith en bikini.

Me reí ligeramente.

—¿Qué te traes el padre de Meredith?

—Logan y yo siempre hemos sido socios.

—Ah. —suspiré.

Meredith también vivía en esta casa. La casa de al lado, era suya, pero jamás estaba allí. Meredith era una completa zorra. Se acostaba con cualquier cosa que se parara, incluyéndome muchas veces. La tía estaba buena. Más que buena, buenísima. Decidí luego contarle a Charlie a que venía.

—Charlie...

—¿Si?

—Necesito que me des trabajo. ¿Aun traficas armas? ¿Aún prestas dinero?

—Claro. Yo no cambio. ¿Viniste solo?

—Vine con... joder Charlie, no sé que somos. —él me miró con una sonrisa ladeada.

—Trae a la chica y preséntamela.

Me levanté, seguro, y fuerte, y abrí la puerta para bajar. Entre a la cocina. Leah ya se había desenvuelto un poco. Benny había tirado el café en su pantalón y Dan y ella se reían de Benny.

—Muñeca. —la llamé. Ella se giró al instante, aún riéndose.

—Ven, —le tendí mi mano. —quiero que conozcas a Charlie.

Leah tragó, y se colocó uno de los mechones de su cabello –aun algo rosa- detrás de la oreja. Tomó mi mano, y la calidad de su piel hizo contacto la mia. Le di una sonrisa asegurándole que todo estaría bien y se relajó un poco. Subimos en silencio hasta la oficina. Abrí la puerta de esta, y la deje pasar primero.

—Charlie, ella es Leah.

Charlie se levantó de su asiento detrás del escritorio y caminó hasta donde estábamos nosotros. Le tendió la mano a Leah.

—Es un placer.

—En un placer para mi también. —contestó ella. Charlie la inspeccionó unos segundos, y luego me miró asintiendo.

—Me gusta. Luce bien para ti. —se sentó de nuevo. —toma asiento, Leah.

Ambos nos sentamos y tomé su mano.

—En estos dos segundos que bajaste a buscarla tuve una idea perfecta.

Sonreí.

—Ya sabes como que maneja todo en esta casa. Sabes lo que se hace. Así que te tengo una proposición.

—Suéltalo.

—Trabaja para mí. —dijo entrelazando sus manos a la altura de su barbilla, con los codos sobre el escritorio. —Y quédense. Sabes que para mí eres un hijo más. Mi casa, es tu casa.

No pude evitar sonreír.

—Gracias. —dije pasándome una mano por el cabello.

Dan entró entonces. Le dijo a Leah que si bajaba con él para bajar las maletas del auto. Leah sintió y agradecí que saliera, aún tenía cosas que hablar con Charlie que a ella se las explicaría después.

—No hemos hablado de tu vida en los últimos años. Te dejé de ver cuando tenias diecisiete.

—Bueno, no hay mucho que decir. Me enteré de que Isaiah era mi padre, conocí a Leah aún en el colegio. Dominic quiso matarla, Emily apareció... estuve en la cárcel.

—¿Emily?

Su sorpresa era evidente.

—¿La chica de la nube roja como cabello? —preguntó. —Demonios Justin. ¿No que ella había muerto?

—Sí, pero no. No está muerta, y resultó que el bebé que llevaba en su vientre no era mío, si no de Dominic.

Lo dije con tanta naturalidad que Charlie me miraba con la boca abierta. Pareció salir de su transe, y me miró con el ceño fruncido.

—Tienes mucho que contarme, muchacho.

Leah's POV.

No estaba segura de quedarme en este lugar. Supuse que sentía eso porque no conocía a nadie. Pero si Justin decidía quedarse ahí, era por algo. Dan bajó todas las maletas bajo la lluvia, indicándome que me quedara bajo el porche de la casa. Las dejó junto a mi.

Iba a tomar una cuando se negó.

—No te preocupes, las llevaré yo.

—Pero puedo ayudarte. —fruncí el ceño.

—Ah, no te preocupes—repitió. Las tomó todas como pudo, mientras yo tan solo llevé mi bolso negro, que estaba usando. Allí tenía mi celular, mi maquillaje, cargadores audífonos y mi billetera.

Subimos a la habitación donde hace tan solo unas horas había dormido con Justin. Dan dejó todas las maletas y me miró.

—Luces asustada, Leah. —dijo extraño.

—No, es solo que... es raro.

—Te acostumbrarás. —suspiró. —Aún faltan personas que conocerás. Te advierto que los otros dos chicos no son tan simpáticos como yo y Ben. En nosotros puedes confiar plenamente. Eres la chica de Justin, y él nuestro amigo.

Asentí ligeramente, correspondiendo a la sonrisa que me daba. La curiosidad me invadió.

—¿Quién es Meredith?

—Una chica. —dijo algo seco.

—¿Ella vive aquí?

—Algo así. Ahora debe estar desnuda en la cama de arriba con Darian.

—¿Darian?

—Uno de los que no son simpáticos.

—Si te pregunto... que es lo que ustedes hacen aquí, ¿me responderías? —pregunté.

—No. —reprimió su sonrisa. —no puedo.

—Me enteraré de todas maneras, eh. —le dije sonriendo.

—Me gusta tu carácter Leah. —se rió.

—¿Negocios sucios?

—Demasiado sucios. —respondió.

—¿Cómo qué?

—Leah dije que no te respondería. —me reí.

—¿Tú también te acuestas con Meredith? —él me miró incómodo y se sonrojo. ¿Quién lo diría? Dan lucia muy muy rudo. Jamás creí que era del tipo de los que se sonrojaban.

—No me gusta hablar de eso.

—¿Por qué?

—Darian es mi hermano. —contestó. Lo miré impresionada.

—Pero...—me interrumpió.

—Meredith es su novia. ¿Lo entiendes?

—Si.

—Bueno... voy abajo. Cualquier cosa que necesites pues me avisas.

Me hizo un además con la mano y se giró.

—Dan. —le llamé. Me miró.

—Gracias.

—No hay de que Leah.

—¿Puedo preguntarte algo? —dije tímidamente.

—Claro. —me alentó.

—¿Meredith de casualidad tuvo algo con Justin?

Dan dudó un poco en responder. Lo miré seria y soltó una respiración.

—Si. Salieron un tiempo luego de que Emily murió. No fue serio, solo sexo. Demasiado, diría yo.

—Bueno... gracias.

Dan se fue y cerré la puerta. Me tiré en la cama que por cierto ya estaba hecha y me puse a pensar en la tal Meredith. No tenía ningún buen presentimiento con lo tocante a ella. No me gustaba su nombre, ni lo que había oído. Me recordaba a Emily. Mucho. Demonios solo faltaba que ella hubiera estado embarazada. O que también se hubiera metido con Dominic. Suspiré.

No quería problemas. Kendall me llamó unos minutos después. Hablamos sobre cosas sin importancia unos segundos y le dije dónde estaba. Me dijo que pronto estaríamos juntas ya que Damon quería venir a Australia también. Sonreí ante el pensamiento. Zoey era mi amiga, había pasado infinidades de momentos junto a ella. Pero con Kendall aún más. Ella me entendía a la perfección ya que siempre se encontraba en la misma o parecida posición que yo.

Justin entró media hora después con rostro cansado. Ya era la hora de almorzar y me sentía hambrienta. Se tiró a mi lado y me acarició el rostro. Cerré mis ojos ante la suavidad de sus caricias y lo sentí sonreír.

—¿Tienes hambre? —preguntó. Asentí suavemente.

—Bajemos a comer.

—No, antes quiero que hablemos. —Le tiré la mano y lo hice recostarse de nuevo conmigo.

—¿Qué quieres saber? —susurró.

—Que hacen en esta casa. —murmuré.

—Trafican armas. —dijo. —y Charlie le presta dinero a la gente.

—¿Son algo así como una mafia?

—Si te refieres a que si te metes con uno te metes con todo, sí. —dijo con una ligera sonrisa.

—Y lo del dinero...

—Cariño, ello son peligrosos. No te lo negaré. Créeme que todo en esta casa han matado a alguien alguna vez. Incluyéndome. —Agregó en voz baja. —Pero no te harán daño. Te lo aseguro. Si se los pido te protegerían con su vida.

—¿Quién es Meredith? —pregunté.

—Una chica. —Oh diablos. ¿Todos iban a responder lo mismo?

—¿Qué tuviste con ella? —me besó unos segundos la mejilla y comenzó a bajar suavemente. Un gemido se me escapó. Diablos, no era lo que quería. El intentaba que se me olvidara lo que hablábamos, pero no lo iba a conseguir.

—Justin...—lo aparté.

—quítate la ropa. —pidió en una queja.

—Justin por favor para...—suspiré. Sus labios eran tan atentos. Tan audaces. Y todo mío.

—¿Estás celosa, muñeca?

—¿De ella? Por favor. No. Y ni si quiera la conozco. ¿Qué tuviste con ella?

—Es solo una chica con la que solía tener sexo. Nada importante. Es novia de Darien.

—Y se acuesta con Dan. —agregué.

—Ella se acuesta con todos. —terminó por decir. Su sonrisa suave se amplió dándole paso a una picarona, y sensual.

—¿Estás celosa?

—No. Tú y yo no somos nada.

—Hm. —dijo sonriendo contra mi cuelo ahora. —Pero te mueres porque lo seamos.

—No quiero nada contigo. —dije sonando bipolar.

—¿Por qué no?

—No me siento segura.

—Entonces seamos nada. Pero no te pongas celosa de Meredith. —dijo apartándose. Demonios, ¿se había enojado?

—Bien. —dije.

—Bien. —dijo él de nuevo. —Ahora, ¿bajamos a almorzar?

—Si.

¿Habíamos tenido una pelea? Lo peor de todo, es que para ese entonces no sabía que sería la primera de varias.

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