Uno para el otro (Levi Ackerm...

By Cristillumibu

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Temporada 1: Terminada Temporada 2: En marcha Intenta no morir en un mundo en donde un movimiento en falso si... More

I Experience
II Star
III Control
IV Hurt
V Mission
VI Smile
VII Energy
VIII Daring
IX Child
X Dream
XI Free
XII Disaster
XIII Folder
XV Doubts
XVI Torture
XVII Barn
XVIII Fear
XIX Limbo
XX Poisoning
XXI Blue
XXII Letter
XXIII Black tea
XXIV Green
XXV Trees
XXVI Souls
XXVII Destiny
XXVIII Motivation
XXIX Progress
XXX Promise
XXXI Hypothetical
XXXII Fire
XXXIII Welcome
XXXIV Inferno
XXXV Opportunity
XXXVI Mist
XXXVII Worthy
XXXVIII Impulse
XXXIX Conviction
XL She
XLI Melancholia
XLII Traitor
XLIII Rage
Epílogo
Segunda temportada
I Alive
II Old Friends
III War
IV Past
V Cruelty
VI Warmth

XIV Truths

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By Cristillumibu

No pego ojo en toda la noche, pendiente de la puerta cerrada, como un animal enjaulado que espera su liberación, solo que lo que deseo, en realidad, es que nadie lo haga, que me deje.

Si hubiese sido cualquier otra persona que habría llegado con una carpeta llena de datos escalofriantes, Eren, Hanji o Jean, me habría reído en su cara, lo hubiese felicitado por la buena broma y dormiría como un ángel, flotando en el colchón. Pero no es así, es una realidad alterna que, según mi interpretación, está mejor que la que estoy viviendo. Y es que en mi corta comprensión de lo que está pasando, no hallo una lógica, un hilo coherente por donde tirar.

¿Por qué yo? ¿Por qué ese informe era tan específico? ¿Habrá otros parecidos?

Son dudas que revolotean por la habitación, manteniendo todos los sentidos alertas, sumándole al hecho que no me siento segura. Los datos de la carpeta amarilla han generado una sensación de persecución que no puedo apagar así por así, requiero respuestas, respuestas que encontraré, o por lo menos intentaré, fuera de la habitación, donde los burgueses caminan, demostrándose ariscos y con garras demoniacas.

A la mañana siguiente, espero que alguien entre, preparada para ensartarle una lámpara de vidrio en la cabeza a quien se atreva a amenazar mi seguridad, y si es conocido, pareceré una interesada lectora que quiere más luz para leer las líneas del libro que reposa descuidadamente sobre mi regazo.

La primera persona que ingresa, para infortunio de la adrenalina que se disparó al sonido de la cerradura, es Mikasa, quien pasa con la bandeja que porta el desayuno: un vaso de agua y un pan con mermelada. Mi relación con ella, aunque no es negativa, no es tan cercana como la tengo con mis dos amigos, interpreto que, por motivo de su personalidad más aria, tampoco es algo que me moleste y no me permita admirarla, es alguien fuerte, leal y siempre dispuesta a dar lo mejor de sí para ayudar, solo no es buena con las palabras.

—Hola, buenos días—. Saludo, acomodándome al subir más la almohada en la espalda, lista para recibir la comida, que, aunque es poco, es la necesaria para esperar un almuerzo nutritivo. La sigo, interesada en su presencia, pues no es común verla rondar sin los chicos hacia la habitación de la enfermería.

—Buenos días—. Responde, estirando su mano para agarrar la silla de las visitas y correrla a mi lado. —Ten, me he encontrado con uno de los ayudantes de Hanji, y como venía para acá decidí traer tu desayuno—. Palmea mis piernas, estirando las colchas, para dejar el plato en ellas y vaso en el escritorio. —¿Puedo? —. Cuestiona. Dejo de prestarle atención al pan para entender a que se está dirigiendo: la manzana de ayer. Yo con tanta hambre no me había percatado de ésta por el estado de alerta.

—Oh, si, claro, prefiero las rojas—. Le quito importancia, brindándole una sonrisa temblorosa, que oculto con rapidez al empezar a morder la comida.

—Eren está en una charla con Erwin sobre tú ya sabes. Lo tienen en la mira desde la misión en que saliste herida, tampoco ayuda a que no recuerde absolutamente nada antes de convertirse—. Frunzo el ceño ante sus palabras. ¿Y si todo se basa en Eren y tu poder?

—Es algo que todavía no comprendemos, no deberían exigirle demasiado. —Mascullo, ella asiente, pero no habla más sobre el tema, ignorando que eso era lo que estaba pidiendo.

—Y Armin se ha metido en problemas anoche, por lo que fue derivado por el capitán Levi a entrenar toda la noche—. Me atraganto por la sorpresa y me apresuro para preguntar:

—¿Armin?, ¿Qué hizo? —. Me es difícil imaginar al rubio inmiscuirse en arrebatos, en conflictos. Se toma su tiempo para masticar y tragar el mordisco de la fruta, tolerando mis ojos interesados por la historia.

—No he tenido la oportunidad de encontrarme con él, pero según he escuchado fue visto fuera de las horas permitidas vagando por los pasillos—. Ladea la cabeza, inconclusa. Sus facciones neutras y misteriosas, que me recuerdan a Levi, me dan la señal que en realidad tiene curiosidad. —¿Pasa algo? —. Pregunta después de un corto silencio donde estamos terminando nuestros alimentos. Tomo todo el contenido del vaso de sopetón, sintiendo como la garganta deja de estar seca. Alzo una ceja, interrogante. —Pareces...no sé, cansada—. Aunque sus dichos no me lo esperaba como tal, sé que ella es un ser con alma observadora. No tengo conocimiento si lo sabe por ojeras que no estoy segura de portar (porque no hay espejos) o por una voz decaída que no he hecho apropósito.

Me pregunto si debería contarle a alguien que siento que algo está mal, si ellos también lo sienten o solo soy yo con paranoias. Si mi cerebro está tan aburrido o enérgico en encontrar otros temas de interés que ha inventado un trasfondo oscuro que no debería estar ahí o si las sospechas aspiran a transformarse en algo cierto.

Podría decirle a Mikasa que Levi llegó en la mitad de la noche con una carpeta con datos personales de mí, ella podría ayudarme a colocar cada pieza en el tablero, pero también eso requeriría contarle sobre aquellos momentos de vulnerabilidad que me avergüenzan.

Como una ayuda divina de un ser que esta escuchando mis plegarias y engranajes funcionar en la cabeza para crear una excusa creíble, la puerta se abre con una lentitud cuidadosa, como temeroso a lo que hay al otro lado.

Mi ángel es Levi, quien, con su rostro impasible, se deja vislumbrar.

—Buenos días, Ackerman, Tachibana—. Saluda, casi escupiendo. — Tienes permitido salir de la enfermería y hacer tu día normal. El entrenamiento irá tomando intensidad con el tiempo mientras las heridas sanen en totalidad—. Se dirige a mí, sin despegar su hombro del umbral de la puerta. — Y también, quiero que, a las quince horas, en punto, toques la puerta de mi despacho, segura planta, 208—. Asiento, entendiendo de inmediato que quiere hablar de lo sucedido anoche. Sin mediar más palabras, sale de la habitación, dejando una puerta cerrada a sus espaldas. Si no fuese por la mirada de Mikasa desconcertada habría pensado que fue algo que acabo de imaginar.

—¿Viene seguido el capitán? —. Interroga, inquieta. —Debe ser fastidioso—. La relación que llevan los dos no es la mejor, mi amiga le tiene rencor por su comportamiento agresivo y despreocupado, en cierto sentido, hacia Eren, tema que comprendo, pero como alguien que se ha enfocado en conocer o interpretar a Levi puedo decir que no es personal.

—Es el encargado de los ejercicios que tengo que hacer para no perder musculatura—. Digo, no deseando dar mayores detalles. —Además, Mikasa, es quien está a cargo de nosotros—. Son las siete de la mañana, una hora excelente para empezar el día bien, siendo que ya me han dado de alta. —¿Pero escuchaste lo que dijo? —. Hablo, sacando la colcha con energía, sin antes dejar la bandeja en el escritorio bajo el vaso de vidrio. —Por fin voy a salir de este cuarto claustrofóbico—. Por el tono que voz utilizo, extasiado, ella levanta un poco las comisuras de sus labios, olvidando el tema. —Bien, vamos, necesito mover las piernas—. Me paseo por la habitación, sacando las pocas cosas que me pertenecen: los libros y unas prendas de ropa. Todo mientras intento limpiar y ordenar la cama, como si nunca alguien hubiese estado, consciente que alguien vendrá mas tarde a cambiar las sábanas y a seguir los protocolos.

Los pasillos son desconocidos, por lo que dejo que Mikasa me guíe por las instalaciones. Me permito memorizar cada giro y cada baldosa que le da a los pasillos una temperatura fría y solitaria, aunque nunca vacía.

Pasamos desapercibidas, como fantasmas, hasta llegar a las habitaciones, que más que ser consideradas habitaciones, podría ser vinculada a un largo pasillo más ancho que lo normal, donde hay doble corrida de camas, de frente. Me parece curioso que haya mas privacidad en una enfermería común que en las piezas, ya que, desde mi estadía en ésta, los heridos ni siquiera podían reposar su cabeza en una almohada cuando, según las palabras de Hanji, eran trasladados a otro centro. Por lo menos han tenido la benevolencia de tener un cuarto de chicas y otros de chicos.

Saludo a las personas que conozco con una sonrisa, intentando darles a entender que he vuelto y que estoy en perfectas condiciones. Sin querer hablar de más, me apresuro a hacer un viaje al baño, que está frente a la puerta de los dormitorios, cambiándome la ropa sin antes bañarme con el agua helada.

Cuando salgo, ya me siento una persona distinta, ha vuelto la (T/N) que pasea por los lugares con la cabeza en alto, y voy a emplear todas las fuerzas para mantenerla, por que sé que esa versión de mi tiene las facultades de enfrentar cada problemática que se atreva a ponerse delante mis narices.

—¿Lista? —. La pregunta de Mikasa queda en el aire cuando empezamos a caminar, según ella, hacia el patio, pues los entrenamientos empezarán en unos minutos. Arreglo la bufanda amarilla que Eren me regaló, alrededor del cuello, brindándome un calor de apoyo.

Cuando salimos, me doy la oportunidad de vislumbrar con mayor claridad el lugar donde nos encontramos, sorprendiéndome de paso. En sí es más grande de lo que me imaginaba desde la ventana, tanto de alto como de anchura, sus ladrillos grises le dan un aspecto viejo y desgastado, para nada vinculante con el interior, lleno de las insípidas baldosas blancas y paredes del mismo color, haciéndome recordar un hospital en todo su esplendor. Más que la forma de torre que pensaba que tendría, parece unas cajas apiladas con cuidado. Y es que hay que ser realistas, no es un edificio que destaque por su belleza, pues parece un lugar abandonado, pero te deja anonadado por la magnitud.

Es de los burgueses.

—¿Te gusta? —. La voz de Erwin Smith me arranca del ensoñamiento. Mikasa permanece a mi lado, como una roca, solo mirando la escena, sin caminar, como si en realidad no estuviese ahí.

—Parece atractiva—. Miento, pero me resulta incómodo hablar con el comandante. Él ríe, como si estuviese contando el mejor chiste de su vida. Es un hombre simpático, parece otro al que cuenta las misiones, con esa seriedad.

—No creo que sea así—. Me parece llamativa la forma en que suelta aquello, con la mayor desvergüenza. Siento su mirada sobre mi rostro en particular, así que se la devuelvo, topándome en primera fila como sus facciones se relajan y dejan paso a alguien imponente, pero a la vez relajado. Ladeo la cabeza unos grados casi imperceptibles, sabiendo que algo está por decir. —Señorita Ackerman, ¿podría...? — Hace un ademán caballeroso a mi amiga con la mano que no está tras su espalda. La señal es tan clara que no permite que la mencionada se niegue, solo brindándome una despedida rápida, para después seguir caminando hacia el campo seco, donde supongo, serán los entrenamientos. Jadeo por lo que se podría venir.

—¿Qué se le ofrece, señor comandante? —. No oculto la curiosidad, sin estropear el respeto que le tengo. Enderezo la espina dorsal y me giro para quedar frente a frente. Su alta estatura logra intimidarme, pero no es solo eso que coloca un peso sobre las espaldas, también es el poder que tiene, los ojos representan una línea recta, segura e imperturbable.

—Antes que todo lo que tengo que decir, me alegro que ya se encuentre mejor, por el cargo no tuve oportunidad de ir a visitarle, pero quiero que sepa que lamento mucho lo sucedido y que sepa que para la Legión usted es indispensable—. Sus palabras bañadas en miel logran su cometido, bajar las guardias.

—No son necesarias tantas devociones, comandante, no siento que las merezco—. Me sincero, diciendo la primera contestación que se me viene a la cabeza, a sabiendas que un nerviosismo empieza a tomar riendas.

—No te perturbes, señorita Tachibana—. La forma de hablar que tiene es un talento, desprende seguridad y potencia, quiero llegar a tener tales características. —Me encantaría seguir hablando de su modestia, señorita, pero hay unos puntos que quiero tomar, que resalto, deben ser tratados con discreción—. Arqueo las cejas y frunzo los labios, asintiendo con ligereza, para que continúe. Él examina mi actuar. —Levi me ha contado que es lo que ha acontecido el día de ayer, sobre la misteriosa carpeta—. Su tono más bajo del que estaba utilizando me da a entender que es algo que nadie se debe enterar. Mientras hace eso, me ofrece su brazo como tetera. Lo tomo, sin mediar palabras, encaminándonos, de una forma lenta, a un destino que no tengo idea, pero que relaciono con el alejarse de la puerta doble que da al patio, donde estamos. —Solo quiero que sepa que no voy a permitir que se le amenace a un integrante de la Legión de reconocimiento—. Ante la sorpresa de sus palabras, no puedo acallar mi duda.

—¿Usted piensa que es una amenaza? —. Es una posibilidad que no había descartado, pero si era una de las últimas. —¿Cree que saben de Eren? —. Pregunto directamente, intentado que él me de las respuestas. Niega, pensativo.

—Eren se transformó estando solo en un grupo estrecho y de fiar de la legión y fue reducido en unos instantes, además, si fuese así... ¿Para qué molestarse en enfocar la vista en sus personas cercanas y no en él en sí? —. Su aclaración no me tranquiliza, pues solo significa que es una trama dirigida a mi persona, de forma directa.

—Pero la carpeta llegó al escritorio de Levi, ¿Por qué? —.

—Solo puedo barajar la idea que aquellos quienes están haciendo esto tienen a un soplón, un enemigo—. Asiento, comprendiendo.

—Señor Erwin, la señorita Hanji necesita la respuesta a la propuesta de inmediato—. Un chico con manos temblorosas y ojos perdidos hace aparición, con una libreta en manos. El brazo de tetera del comandante se suelta, liberándome del agarre. Nos detenemos, justo a unos metros de personas que comienzan a estirar sus cuerpos.

—Bueno, recluta Tachibana, fue un encanto verla en pie—. Hago un torpe saludo militar y se marcha. Dejando una inquietud que se dispara al darme cuenta que estoy sola a la mitad del patio.

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Estoy arreglando los capítulos, cambiando la historia para mayor coherencia y cohesión, cualquier contenido de capítulos anteriores que discrepe, por favor, notificarme.

Gracias por leer, es una historia que escribí hace muchos años y recién estaba empezando a escribir, era una beba.

Sé que tiene problemas de narración inconclusa, voy a enfocarme en arreglar.

Recomiendo, si es que estás leyendo por primera vez la historia, te detengas cuando los capítulos se llamen: "Capítulo...", ya que esos son los que están siendo modificados por ahora.

Amor para todos

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