Narra Pandora
Una semana.
Una horrible semana había pasado desde lo sucedido y todavía no sabíamos nada sobre los chicos.
No lo podía soportar, sería una mentirosa si decía que no lloraba a menudo pensando en ellos.
Tampoco era de sorprenderse, dicen que de madrugada todo duele el doble.
Pero no pensaba quedarme así, sin hacer nada, era imperdonable. No nos podíamos quedar aquí esperando noticias, teníamos que hacer algo.
Teníamos que encontrarlos.
— No puedes salir. —Jungwon se puso en la puerta de entrada al verme dirigirme a ella con seguridad.
— ¿Eres mi Padre? —Le respondí, desafiante, pero no duro mucho mi actitud fuerte.
— No te enojes con él, yo les dije que no te dejaran salir. —Se acerco Jay posando un mano en mi hombro, pero me corrí, dándole una mirada incrédula.
— ¿Es qué ni siquiera van a intentar ver si los chicos se encuentran bien? ¿Acaso... no les importa? —hablé, sin entender porque no se mostraban tan preocupados como yo.
— Claro que nos importan Panda, pero yo sigo las ordenes de Heeseung, y él dijo que si llegaba a pasar algo así, te mantuvieramos en casa —indicó Jay con seriedad, lo que me hizo enojar aun más, pero supe controlarlo... al menos algo.
— Bueno... —Lo miré inexpresiva y deslice por unos segundos mi mirada hacía Sunghoon, quién se acercaba a la escena con interés—. Él te puede dar órdenes a tí, sí, pero eso no significa que yo las tenga que seguir.
— ¿Y a dónde piensas ir a buscarlos? —se metió Sunghoon, cruzándose de brazos con interés.
— Bueno, eso ya lo veré... —Ni siquiera tienes algo planeado, si los vas a buscar tu sola, también terminaras perdiendote.
— Al menos tendre la conciencia limpia, al menos lo habre intentado ¿No?
Los chicos se miraron entre sí y Jay se acerco a mí, tomándome de la mano, manteniendo su suavidad y su rostro serio.
— No saldrás, lo siento, no te dejáremos.
Negué lentamente y Jay me alejó de la entrada, a pesar de que intenté soltarme muchas veces.
Narra Heeseung
Una semana antes
— ¿En dónde estan los demás chicos? —cuestionó Sunoo después de que lo ayudara a librarse del amarre.
— No lo sé, deben estar cerca —aseguré en voz baja y la puerta de la habitación se abrió, alarmándonos a los tres.
Era la chica que siempre acompañaba a Hyunjin.
La reconcí porque siempre estaba igual, lastimada o sucia, y claro, con el signo en su muñeca. Todos los acompañantes de Hyunjin lo tenían, era característico de ellos...
No sabía el nombre de la chica, honestamente nunca había sido tan relevante para mí, hasta ahora.
Nos observo de arriba a abajo en completo silencio. Me dió la impresión que temía lo que fuéramos a hacer, a pesar de que estábamos en mal estado en sus ojos seguíamos siendo más fuertes,
— Hyunjin salió. —soltó de repente con una voz rasgada. Sunoo me miró lentamente de reojo, yo no lo miré de vuelta, pero sabía bien que había pensando en lo mismo que yo. ¿Por qué diablos nos decía eso? y sobre todo, ¿No le preocupaba que nos hubiéramos liberado? Lo descubrímos rápidamente—. Y-Yo... trabajé un tiempo para Hana. Ella fue muy buena conmigo... le debo mucho.
— ¿A dónde quiere llegar diciendo eso? —cuestioné, con una leve curiosidad escondida en mi dura voz.
— Los ayudare. Sé que tu amiga... es hija de ella. Además, Hyunjin confía mucho en mí, no levantaría sospechas.
Jake la miro de arriba a abajo y dudo.
— ¿Nos ayudaras? —repitió y la chica asintió con lentitud, pero con seguridad.
— ¿Cómo podemos confiar en tí? —cuestionó, esta vez Sunoo, mirándola con el ceño fruncido.
La chica lo miró de vuelta y mostro sus manos, dejando ver tres armas que escondía en estas.
— Están cargadas. Sus amigos... están en otra habitación. Escapen antes de que llegué Hyunjin. Si él esta presente, no podré ayudarlos.
Sunoo tomo las tres armas rápidamente y asegurándose de que la chica no hiciera nada sospechoso, la agarró de las mano con firmeza.
Le entregué una arma a Jake y dispare hacía una pared, asegurándome de que estuviera armada.
La bala paso cerca de la chica, quien ni se inmutó.
Era bastante evidente que estaba acostumbrada a este tipo de ambientes.
— ¿Cómo te llamabas? —pregunté, mirando sus caídos ojos, que hacían verla triste.
— No puedo decir eso. —Sonrío.
— ¿Segura que estarás bien aquí? ¿No quieres venir con nosotros? —inquirí, con una leve preocupación. Sabía que Hyunjin era capaz de todo, y sinceramente, me daba algo de lástima la chica.
— No se preocupen, estaré bien —aseguró y sin insistir ni perder más tiempo, comenzamos a movernos.
Teníamos que salir de aquí lo antes posible y volver a casa. Aun que teníamos una ventaja, Hyunjin no sabía dónde vivía. Pero las bocas hablan, y no sé demoraría en descubrirlo.
Sólo quería llegar para asegurarme de que Pandora estuviera fuera de peligro.
Ya no había ningún lugar en el que estuviera a salvo.
Narra Pandora
Me encontraba sentada en el comedor, observando desde lejos como Jay hablaba con un cliente.
Después de una discusión que tuvimos, en forma de perdón, me permitió observar su trabajo, pero desde lejos y a escondidas.
El cliente le entrego un gran fajo de billetes y se fue al rato.
Ganaban mucho dinero al día.
No me sorprendía todos los lujos que poseían.
La noche se demoro en llegar y me fui a acostar a mi habitación. Antes de entrar, me quedé observando la de Heeseung.
Siempre lo hacía.
De verdad esperaba que estuviera bien, ansiaba cada momento su llegada. Sin embargo, no podía sentirme más traicionada y herida.
No podía superar el hecho que me haya mentido diciendo que no me abandonaría...
Lo peor, es que le había creído ciegamente.
Me sentía como una verdadera estúpida.
Me cubrí con la manta de mi cama hasta arriba y deseé dormir eternamente.
La mañana se hizo presente en poco tiempo.
Había amanecido en un cerrar y abrir de ojos, por lo que me sentía raramente cansada.
Los chicos desayunaban en silencio y a pesar de ser bastante temprano, había un sol radiante.
Iba a servirme un vaso de leche, cuando se oyó el timbre de la casa.
— Maldición... Le dije a ese tipo que viniera más tarde —Bufó Sunghoon.
— No me digas, ¿Es el que usa lentes rosa? —rió Jay.
— ¿Puedo ir yo a atender? —Pedí forzando una carita tierna y Sunghoon asintió.
Me fui corriendo a la entrada y aprete el botón del citófono para hablar con mi "voz seria" que me había enseñado Sunghoon.
— ¿Quién es?
— Abre el maldito portón, muero de hambre Panda. —La voz de Sunoo se escuchó a travez del citófono y ahogue mi respiración.
— ¿Pandora? —Llamó mi atención Jay al ver la expresión de impresión formarse en mi rostro.
— ¿Hola? ¿Pandora sigues ahí? —volvió a hablar Sunoo, impaciente y lo escucho Jay.
— Los chicos... —solté con hilo de voz y me agarré el rostro con las manos—. ¡Son ellos! —exclamé alterada y apreté el boton para abrir el portón. Me fui corriendo hacía la puerta para recibirlos, pero Jay me freno casi al instante.
— Déjame asegurarme —dijo en un tono tranquilo, y sin soltarme, abrió la puerta.
Pensé que estaba soñando despierta.
Realmente eran ellos.
No podía explicar mi felicidad, sentía que iba a llorar, me iba a desmayar, sólo quería abrazarlos con fuerza a todos y decirles cuanto los había extrañado.
Pero no lo hice.
Mi sonrisa duro hasta ver en las condiciones en las que se encontraban.
Traían la misma ropa que vestían en el tren, pero ahora estaba completamente sucia, con sangre seca y tenían unas enormes ojeras. No queria ni imaginar lo que tuvieron que pasar, y todo por mi culpa...
Al pensar en eso, me escondí detrás de Jay, fuera de la vista de los chicos, sintiéndo como una mezcla de culpa y vergüenza se apoderaba de mí.
¿qué pensarían al verme? De seguro deben de estar realmente molestos conmigo... Es imperdonable.
— ¿Me extrañaron? —Nos sonrió Ni-ki y se acerco a abrazar a los chicos.
Sunghoon abrazo a Jake, pero frunció la nariz y lo alejó rápidamente. — Rayos... ¿Hace cuanto no se bañan?
— Fue una mierda de semana, no van a creer lo que hicimos para volver... —Rió Sunoo, sin verse molesto.
— ¡Pandita! —exclamó Jake al verme, exaltándome.
Los chicos me notaron y se acercaron a abrazarme fuertemente, haciendo que confirmara lo que decía Sunghoon... No olían muy bien.
Me demoré en reaccionar ante sus fuertes abrazos.
No lo entendía, no parecían enojados conmigo.
Sentí una gran paz tras eso y dejando al culpa a un lado, los abracé de vuelta con devoción.
Ellos estaban de vuelta, ellos estaban con vida y alegres de reencontrarse nuevamente, pero todavía faltaba uno.
Cuando estaba apunto de preguntar por él debido a la preocupación que ya comenzaba a crecer en mí, entro por la puerta llamando la atención de los chicos.
Heeseung.
Retrocedí inconscientemente al verlo.
Él todavía no sé daba cuenta de mi presencia y me quedé observando con un sentimiento de tímidez como saludaba a los chicos, dándoles fuertes abrazos y palmadas en las espaldas, mientra soltaba algunas groserías.
Noté que para ellos no era para tanto.
Tal vez, habían pasado por cosas peores, pero para mí, esto si era algo que te afectaba.
¿Acaso esto de desaparecer y volver a los días después era algo normal para ellos?
Me sentía algo fuera de lugar.
¿Acaso estaba exagerando?
¿O ellos no le tomaban el peso a la situación?
Cuando pensaba en eso, la mirada de Heeseung cruzo con los mía.
Se había dado cuenta de mi presencia.
Sus ojos parecieron volverse más oscuros y avanzo hacía mí, en silencio, dejando de lado a los chicos quiénes se percataron de su interés en mí.
— Pandora... —me nombró.
Lo quedé mirando sin decir nada.
No escuchaba su voz desde que me había besado en esa noche de pesadillas.
Sentí que me costaba respirar, mi nariz se empañó al igual que mis ojos.
Su sonrisa se había borrado y ahora su semblante era extraño, no podía identificar lo que sentía por más que lo intentara.
— ¿Cómo... te encuentras?
Mi corazón comenzó a latir con fuerza.
¿A-Acaso era una broma?
¿Cómo me encontraba?
Sin esperar a que dijera algo más, salí corriendo a mi habitación, encerrandomé en ella.
De verdad trate de controlar mis emociones, trate de no verme afectada, pero no pude.
No estaba preparada.
No podía enfrentarlo.
Y no pasó mucho para sentir su voz, llamandome a travez de mi puerta.
Me tapé los oídos para no escucharlo y comencé a llorar en silencio.
Realmente estaba feliz de que volviera, no podía expresar las ganas que tenía de abrazarlo infinitamente, pero me sentía horrible.
No volví a salir de mi habitación, hasta tarde.
Abrí la puerta despacio y asegurándome de que no hubiera nadie en el pasillo, baje las escaleras.
Pase por el living y me fui en dirección a la sala de juegos, quería estar a solas, lo necesitaba, pero ya no quería hacerlo en mi habitación, me hacía sentir afixisiada.
Entre a la sala cabizbaja y la puerta a mis espaldas se cerro casi al instante, sobresaltándome.
No ví muy bien su rostro, pero su silueta era inconfundible.
Era él.
Se acerco hasta mí.
Intente retroceder, pero no había más espacio y terminé quedando contra la pared.
Era algo curioso, pero nuestros encuentros más cercanos siempre eran de noche.