Desde la muerte de su madre, la vida de Pandora cambia radicalmente. Tendrá que pasar por circunstancias difíciles, pero para su suerte, esto le permitirá conocer a alguien que marcara su vida y la hará menos oscura, tal cual como ella hará con la s...
Negué lentamente y pestañeé un par de veces, cayendo de rodillas al suelo.
— ¿Mamá...? —volví a repetir con un hilo de voz, sintiendo los latidos de mi corazón tan fuertes que lastimaban mis tímpanos y la vista se me nublaba debido a las cantidades imparables de lágrimas que me salían sin control.
Me di vuelta a mirar a Heeseung quien estaba tan sorprendido como yo. Aún más cuando a su lado apareció la chica que siempre acompañaba a Hyunjin.
¿Qué estaba sucediendo...? ¿Qué era todo esto...?
— No me siento bien... —musité.
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Voces mezcladas sonaban como eco y mi vista se aclaro de apoco, mostrándome mi cuarto y dejando atrás las voces.
Mi pulso latía con fuerza y lo primero que pensé fue que todo había sido un sueño, sin embargo, se había sentido muy real.
Pase mis manos por mi rostro, respirando pesadamente y me levanté de la cama, acercándome a la puerta de la habitación.
No había ningún ruido ni rastro de los chicos por el pasillo. Comencé a bajar las escalares del segundo piso y sentir una voces en la planta baja.
Una vez abajo, me acerque al living lentamente, pasando mi mano por la pared.
Heeseung se hallaba sentado en sofá, mirando con respeto a la mujer que me daba la espalda.
— Pandora... —murmuró el pelinegro, desviando su mirada hacía a mí con rapidez.
La mujer se dió vuelta, dejandome ver, nuevamente el rostro de mi madre.
Me tomé unos segundos para admirar su rostro en silencio y asegurarme de que no estaba alucinando.
— ¿Cómo es qué...? —Toque mi cabeza y luego mire a Heeseung, negando.
Mi vista se desvió a la venda que sobresalía por debajo de su camisa, dejándome en claro, que lo que recordaban no había sido un sueño.
Todo esto... era real. Pero... no tenía sentido. ¿Cómo era posible algo así? Recordaba claramente como se desangraba en mis manos, como moría al frente de mis ojos...
Pensé que me iba a desvanecerse ahí mismo, por segunda vez.
— Hija... —soltó y las lágrimas comenzaron a invadirme. Escuchar su voz de nuevo era realmente doloroso. Si todo esto era un sueño, estaba doliendo horriblemente. No entendía nada, me temblaba todo el cuerpo, estaba conmocionada por toda esta situación.
Mi madre no lo pensó y se acerco a abrazarme al verme en el estado en que me encontraba.
Heeseung observo la escena en silencio y dándome una mirada rápida, decidió dejarnos a solas.
— ¿De v-verdad eres tú? —pregunté, con la voz quebrada, aun incrédula mientras no paraba de apretarla fuertemente entre mis brazos, como si tuviera un gran terror de que si la soltaba, desaparecería haciendose polvo.
