DOPENESS ━━ OUTER BANKS

By spookygxrl

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═════ ❀∘❀∘❀∘═════ Donde JJ descubre que la hermana melliza del estúpido Topper Thornton no es sólo una cara b... More

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Extra Rafe
Extra Rafe y JJ
Extra JJ y Rafe
SEASON 2
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Extra Rafe
SEASON 3

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—¿Dónde estamos? —pregunté mientras caminábamos. Rafe no soltaba mi mano y me miraba de reojo con una sonrisa imposible de borrar.

—En el Coastal Venture. Mi padre te explicará todo ahora después.

Suspiré y miré al techo del barco mientras apretaba mis labios con fuerza. No podía ser. Ward no podía estar vivo.

—Tu madre tampoco sabe que Ward está aquí. Le he convencido a mi padre de que tú no dirás nada. —me miró a los ojos—. Sé que puedo confiar en ti.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué me dejaría tu padre venir si no quiere que nadie lo sepa?

—Si Sarah sabe que estás aquí nos pondrá las cosas más fáciles —me explicó y me sorprendió dándome un beso en la mano que sujetaba—. Y yo estoy feliz de que estés aquí.

No pude evitar sentir que mi corazón latía con mucha rapidez. Sentir a Rafe agarrándome la mano y mirándome de esa manera, como si las cosas siguieran como ese verano, era extraño pero no pude evitar sentir melancolía.

Pero no.

No era correcto. Estaba allí metida sin que nadie me hubiera pedido opinión, como si no fuese un ser humano que necesita un bienestar personal. Y Rafe no estaba pensando en mi. No estaba pensando en lo que yo quería. Aunque yo no dejase de quererlo nunca, aunque fuese sólo como persona importante en mi vida, no podía permitir que me hicieran eso. Si Rafe quería conseguirme de vuelta no podía obligarme.

—¿A dónde me llevas? —le pregunté finalmente.

Rafe abrió la boca para contestar pero justo apareció Rose cruzando la esquina del pasillo y nos miró muy seria.

—Eso, Rafe. ¿A dónde le llevas?

Miré a Rose y sentí que todo mi cuerpo se ponía en tensión. Después de la escena en mi habitación y de ver cómo ella y mi madre se habían compinchado para dejarme grogui y llevarme hasta el Coastal Venture, ya sabía que no podía confiar en ella.

—Vamos abajo. Quiero que vea...

—No.

Rafe la miró hundiendo las cejas con confusión y noté que apretaba mi mano con más fuerza. Yo también me quedé algo desconcertada al ver que los dos se miraban fijamente, como diciéndose algo con la mirada, algo que yo no entendía. Rafe apretó la mandíbula. La mirada de Rose le había dicho algo que no le había gustado. Me quedé algo perpleja esperando a una respuesta.

— Charlotte —Rose me llamó y la miré con cara de pocos amigos—. Ward está hablando con Sarah y creo que es oportuno que tú también estés allí para que pueda aclararte algunas cosas.

—Tengo muy claro lo que está pasando aquí —dije, y solté una pequeña risa llena de amargura.

—No lo creo —descruzó sus brazos y me miró con algo de tristeza—. De verdad deberías ir.

Rafe asintió a mi lado y no dejó de agarrar mi mano cuando comenzó a andar hacia Rose. Yo tuve que seguirle.

—Pues vamos a hablar con mi padre.

Rose asintió y nos guió hasta la sala donde debían estar tanto Sarah como Ward hablando. Me sentí algo nerviosa porque llevaba todo ese tiempo pensando que el señor Cameron había fallecido y ahora estaba a punto de verle de nuevo. Y también sentí mucho alivio de pensar que Sarah estaba allí. Que había alguien en quien podía confiar al cien por cien en aquella locura. Que tendría un apoyo.

—Voy a por Wheezie —nos avisó Rose y se marchó a paso lento.

Rafe me sonrió sin mucha convicción y después abrió la puerta. En cuanto vimos el interior y los que estaban ahí nos vieron a nosotros, Sarah apareció en mi campo de visión al levantarse del asiento donde había estado sentada y se lanzó hacia mi para abrazarme con fuerza. Consiguió así separar el agarre de mi mano con la de Rafe.

Me quedé paralizada al principio pero después reaccioné y la abracé de vuelta. Sarah escondió su rostro en mi hombro y escuché que sorbía su nariz. Me apretó con fuerza contra ella y eso fue suficiente para hacerme saber que apreciaba que yo estuviera allí. Por primera vez no me arrepentí de estar allí metida solo por saber que Sarah estaba mejor sabiendo eso. Y yo también me sentía mejor sabiendo que ella estaba allí conmigo.

—Hola, Charlie —escuché la voz del señor Cameron y se me heló la sangre.

Sarah se separó de mi y me agarró la mano que antes había sujetado la de Rafe. Miró a su padre torciendo la boca con los ojos chispeando de la ira que sentía. Fuera lo que fuese que le había contado Ward, no le había gustado a Sarah. 

—Hola, señor Cameron. Me alegro de verle de nuevo. —Mentí.

—Tutéame, Charlie. Nos conocemos mucho como para usar estas formalidades.

No, no lo conocía tanto como había pensado meses atrás. Pero me obligué a cerrar la boca. Ward seguía sentado en su silla. Nos miraba desde su puesto y podía detectar en su expresión que trataba de mantener la compostura y la paciencia.

—Quiero explicaros a ambas muchas cosas. Pero confío en que no cuentes nada sobre mi... pequeño secreto —me sonrió levemente pero esa sonrisa me dio escalofríos—. No me gustaría haberte llevado hasta aquí, que vieras cómo intentamos ser una familia de nuevo, y que... ya sabes, me delates.

Me dije a mi misma que de nada me serviría llevarles la contraria. No podía simplemente decirle que les delataría. ¿En qué puesto me dejaba eso a mi? Entendía si Sarah se veía incapaz de actuar de acuerdo a lo que ellos querían, pues no dejaba de ser su familiar. Pero yo no era nada para ellos a parte de la mejor amiga de su hija y la ex pareja de su hijo.

—Eso no ocurrirá, Ward. No diré nada.

Él me sonrió de nuevo, ahora con su expresión más ablandada, y señaló el booth que había frente a la mesa en la que estaba apoyado para que nos sentáramos ahí. Miré a Rafe, que se había quedado apoyado en la estantería de madera que había al lado de la puerta. Él me sonrió para hacerme saber que era seguro sentarme en la sala.

Aunque sonara extraño, al lado de Ward o Rose me sentía más protegida incluso con Rafe. Confiaba en que él no me haría daño. No sabía si Rafe me protegería de Ward. Si Ward intentara hacerme algo, ¿Rafe sería capaz de interponerse en los planes de su padre por primera vez? ¿Dejaría pasar el hecho de poder seguir intentando ser su hijo perfecto?

Sarah y yo nos sentamos juntas en el booth, ella sin querer soltar mi mano, y miramos a Ward. La pobre Sarah tenía lágrimas en los ojos y debajo de ellos ojeras y bolsas. Estaba muy cansada. Pero pude imaginarme que yo tenía un aspecto similar.

— Ya le he explicado a Sarah cómo conseguí sobrevivir. Pero lo que quiero que entendáis por encima de todo es que —miró a otro lado con pesar— jamás me imaginé que mi hija estaría allí.

Sarah negó con la cabeza mientras intentaba no llorar. Apreté su mano para darle fuerza.

—Quería llamarte para decirte que estaba bien y explicártelo todo. Me mató no poder hacerlo. Tenía que asegurarme de que Rafe quedara libre.

Sarah lo miró boquiabierta al escuchar eso.

—Gracias, papá. —habló Rafe detrás de nosotros—. Al menos uno es agradecido.

Se quedó mirando al suelo y Sarah soltó mi mano para mirar directamente a Rafe con furia.

—¡Sois unos psicópatas! ¡Los dos!

Intenté no chasquear la lengua. Me sentía incapaz de hablar en un momento así. En especial porque no estaba con mi familia y no sentía la confianza suficiente como para decir todo lo que pensaba.

¿Pero qué demonios? yo no tenía que estar allí. Yo no lo había elegido. Sentí que mi respiración aumentaba de velocidad conforme iba enfureciéndome de tan sólo pensarlo.

—Le había prometido a Rafe que no iría a la cárcel por ayudarme. Y debía cumplir mi promesa —añadió Ward sin perder la calma.

Rafe seguía cabizbajo evitando mi mirada y rascó su oreja, haciendo ese típico gesto suyo cuando se ponía nervioso.

—Y a ti no te importa —añadió rápidamente con tono tajante.

Sarah saltó al segundo.

—¿Crees que no me importó cuando creía que papá había muerto?

—¡Sólo creo que te importaba largarte con un gilipollas! Eso es lo único que creo.

—¡Pues yo creo que a ti sólo te importaba la herencia!

Aquella pelea entre hermanos estaba fuera de mis límites como invitada. Quería defender a Sarah y a John B pero entre ambos se estaban gritando el uno al otro y Sarah lloraba de la impotencia. No sabía dónde meterme. Yo no debía estar ahí.

—¡Te importaba! ¡Te importaba! ¡Esa es la cuestión! —Ward rápidamente se aferró a la idea de lo preocupada que había estado su hija por él. Se aferraba a todo eso para asegurarse de que había esperanzas en su familia.

Sarah se echó hacia atrás apoyando su espalda en el respaldo del booth de nuevo mientras apretaba su mandíbula con desagrado.

—Cualquiera que estuviera en el muelle pudo ver cuánto te importaba, cariño —siguió diciéndole con dulzura—. Y sé que estás enfadada, y con razón. Lo importante es que ya ha pasado todo. Sí.

Rafe me miró fijamente a los ojos mientras todos escuchábamos las palabras de Ward.

—Vamos a vivir una nueva vida. Todos juntos.

Ward me miró y sonrió con lágrimas en los ojos.

—Charlie está aquí. ¿No puede ser más perfecto, cariño?

—¿Hasta cuándo? —pregunté por primera vez. Ward frunció el ceño—. Vosotros os vais a vivir una nueva vida. Pero yo no me quedaré para siempre. ¿Cuándo volveré?

Ni siquiera tenía mi móvil ahí para hablar con cualquiera de mi familia, o con los Pogues. No podía quedarme con ellos.

—De momento hasta las vacaciones de Navidad —respondió Ward—. Vivirás este trimestre con nosotros y después... como veamos. Como decidas tú y como veamos conveniente.

Aquello no sonaba bien.

—¿Conveniente? —pregunté—. No puedo separarme de mi familia durante meses.

—Charlotte, el lugar al que os llego es el paraíso. Está junto a un sitio llamado Guadalupe. —sacó unas carpetas con papeles en ellas. Las posó en la mesa—. ¡Ah! Sarah, tanto sobresaliente en francés te va a venir de perlas, porque allí... hablan francés. Charlotte y tú con nosotros mientras vivimos en un paraíso.

Sarah se incorporó separando su espalda del respaldo y puso sus manos sobre las carpetas. Al principio parecía que les iba a echar un vistazo, pero al final acabó haciéndolo para echar ese papeleo de vuelta a Ward sin dejar de mirarlo con expresión retadora.

—Quiero llamar a nuestros amigos —declaró muy seria—. Y quiero llamar a mi novio. ¿Puedes decirles al menos que estoy bien?

Rafe masajeó sus sienes en un intento de seguir luciendo paciente, cuando todos los que lo conocíamos en esa sala sabíamos que si fuera por él aquella conversación sería un total caos. Pero entonces Sarah lo empeoró con la siguiente frase:

—JJ también necesita saber que Charlotte está bien.

Rápidamente miré a Rafe al escuchar eso de manera automática, y no me sorprendió su reacción en absoluto. Tensó todos los músculos de su cara y apoyó sus manos en la madera de la estantería en la que se sentaba en ese momento. Apretó con fuerza el borde de la madera y sus nudillos se pusieron blancos. Me miró con apretando también los labios. Yo tragué saliva y volví mi vista hacia Ward, que dejaba su vaso de agua en la mesa.

Comenzó a asentir.

—Sí, claro que sí. En cuanto lleguemos, podréis llamar a John B y a... JJ. Ellos saben que estáis aquí.

Hundí las cejas con perplejidad.

—No, qué va —respondió Sarah.

—Os aseguro que sí —dijo levantándose.

—¿Qué? —emití sin poder evitarlo con la voz en un hilo.

Miré a Ward sin poder creer aquello. ¿Habían hablado John B y JJ con él? ¿Sabían todo esto? Ward nos miró de pie, en otra esquina de la pequeña sala-camarote.

—Mientras os preparabais —mientras os drogaban— se pasaron por casa y Rose habló con ellos.

Miré totalmente pasmada a Ward, boquiabierta y con las cejas alzadas, sin poder caber en mi asomo. ¿JJ? ¿En serio? Ward hablaba muy en serio y no vaciló a la hora de contarnos todo aquello.

—¿Sabéis esa cruz que estabais buscando? —Ward miró a Rafe—. Rafe se hizo con ella.

Rafe no pudo evitar la mirada intensa que le lancé. Nos quedamos mirándonos el uno al otro. Esa parte de la historia ya la sabía y todavía me parecía lo más injusto que había experimentado todavía. Esa cruz no era suya.

—Resulta que, históricamente, les pertenece a los Heyward —comentó Ward.

—Sí, lo sé—contest Sarah cortantemente.

Me atreví a hablar para dar mi opinión mirando a Ward sin miedo.

—Esa fue la razón por la que la buscábamos. Porque esa cruz le pertenece a él y a nadie más.

Ward nos miró muy serio.

—Resulta que para mí Sarah es lo más importante. Así que se la di a John B y a JJ. —se quedó contemplando a su hija—. Por ti.

—¿Y a ellos les pareció bien? —replicó Sarah sin dar señales de creer todo eso.

Ward se sentó de nuevo y nos miró una a una, evaluando nuestras reacciones y actitudes. Me sentía como un pequeño ratón rodeado de gatos astutos y calculadores.

—Bueno, les acababa de entregar un objeto de quinientos millones de dólares, así que... sí. Parecían conformes.

Quizá, y sólo quizá, sentí que mi corazón se rompía un poco.

Sentí que las lágrimas acudían a mis ojos y me obligué a clavar mis uñas en las manos para evitar ponerme a sollozar como una estúpida delante de ellos. Pero el solo pensar que JJ sería capaz de algo así con tal de recuperar la reliquia... de estar de acuerdo en no verme para mucho tiempo, hacia que me sintiera peor que nunca. Era una sensación horrible.

No quería creerlo pero... Ward hablaba muy serio. Es fácil saber cuando alguien miente y él no parecía estar haciéndolo en ese instante.

Busqué a Rafe con la mirada y me di cuenta de que nos miraba con la boca cerrada y su dedo índice pegado a ella, como estando a punto de soltar algo por la boca pero preferir contenerse.

—No sé qué deciros —Ward suspiró al ver nuestras muecas de tristeza—. Son Pogues. —me miró con pesar—. Charlie. Tú misma sabes la diferencia de estar con un Cameron y un Maybank. Sabes perfectamente quién puede asegurarte una vida estable y feliz. Quién puede ser más leal. Quién no te vendería por una cruz. Debes desprenderte de gente así. Igual que Sarah.

Sentí que mi respiración se entrecortaba y parpadeé mientras trataba de mantener el contacto visual con el señor Cameron. Quería golpear las paredes y destrozar esos muebles a base de patadas. Quería gritar y soltar todo lo que creía en mi interior y que amenazaba con salir por mi garganta. Me dolía el pecho y la cabeza me daba vueltas. 

Ward se giró para mirar a la puerta.

—¡Rose! ¡Wheezie! Pasad.

Cuando la puerta se abrió de nuevo crucé miradas con Rafe y vi que no estaba tan contento cómo me había imaginado que se vería en ese momento. Cualquiera se habría esperado que sonriera triunfante o que celebrara que JJ no era lo que yo había pensado. Pero al contrario. Se veía algo intranquilo y movía sus manos con nerviosismo, como estando algo disconforme con algo que yo no sabía.

Rose y Wheezie entraron y Rose puso sus manos en los hombros de Ward, que la miró sonriente y posó las suyas sobre estas.

Wheezie nos miró y su rostro se iluminó.

—¡Sarah! ¡Char! Hola —se acercó rápidamente y me abrazó para después sentarse a mi lado—. Nos vamos a nuestra propia isla privada. ¿No es una pasada?

Wheezie nos miró de cerca con mucha emoción. Sarah no giró su cabeza en su dirección y yo me limité a sonreír levemente a Wheezie a pesar de sentir que me rompería en pedazos en cualquier instante. Me temblaban las manos. Sentía la mirada del resto de la familia sobre nosotras dos. Esperaban nuestras respuestas.

Ward respondió por nosotras al ver que no estábamos por la labor.

—Ahora mismo no se encuentran muy bien, cariño. Pero se les pasará. En breve todos estaremos de lujo. ¿Bien?

Wheezie sonrió contenta y me miró bastante complacida de verme allí. Yo suspiré mientras trataba de calmar mi respiración. Aquello parecía una pesadilla. Una horrible pesadilla.

Ward se levantó.

—Tengo que encargarme de unos asuntos. Ahora nos vemos. ¿Vale?

Nos sonrió una vez más de esa manera tan estudiada y después salió del camarote. Rafe se quedó mirándome y Rose se sentó en la silla donde antes había estado Ward.

— Charlie —me llamó Rafe—. ¿Puedes salir un momento conmigo?

Sarah, en cuestión de un segundo, entrelazó los dedos de su mano con los míos y miró con los ojos entornados a Rafe.

—No te atrevas a tocarla.

Rafe le dio esa cara de fastidio que ponía siempre que la miraba y se levantó acercándose a nosotras.

—Quiero hablar con ella. No le voy a hacer nada.

Miré a Sarah y le sonreí nerviosamente haciéndole ver que estaba bien. La abracé y aproveché para susurrarle al oído:

—Saldré y buscaré opciones para salir de aquí.

Después me separé de ella y vi en su expresión que me había entendido, porque de repente no me miraba preocupada, si no con el ceño fruncido. Pero después asintió de manera casi imperceptible, sólo yo lo noté. Así que caminé hasta Rafe bajo la atenta mirada de Rose y Wheezie, y me situé a su lado.

—Vamos —Rafe me puso su mano en mi hombro y me guió fuera de ese camarote.

Cerró la puerta y comenzó a caminar por el pasillo y cuando se giró para mirarme, pues yo seguía de pie al lado de la puerta, me indicó con la cabeza que le siguiera.

—Te voy a enseñar lo que te había dicho antes.

Asentí y me posicioné a su lado para seguirle.

—Rose no parecía muy contenta con el hecho de que bajáramos a que me enseñaras... eso.

Rafe me miró de reojo durante unos segundos y después siguió andando para después llegar a unas escaleras e indicarme que bajara.

— Rose no me manda y yo veré lo que es conveniente para ti y para mi.

Decidí no decir nada más. No sabía qué esperarme de Rafe. Pero lo cierto era que no confiaba más en Rose que en él, así que intenté no pensar en lo que ella había dicho. Rafe sujetó mi mano de nuevo y entonces vi que entrábamos en una zona llena de cajas. La luz allí era muy tenue, a penas estaba iluminado. Arriba, había línea que surcaba todo el techo, como si se pudiera dividir en dos partes. Era una sala extraña.

Rafe me llevó hasta una de las enormes cajas. Su interior estaba tapado por una manta azul. Él me miró y suspiró con pesar para después soltar mi mano y quitar la manta.

Entonces vi su interior y lo que relucía ahí. Abrí la boca con sorpresa.

—La cruz de Santo Domingo —dije totalmente alucinada.

Miré a Rafe con los ojos muy abiertos y me di cuenta de que a él le estaba costando enseñarme aquello. Tragué saliva y no paré de girar los ojos de la cruz hasta Rafe durante segundos, sin saber qué decir.

—No la tienen los Pogues —musité.

Rafe negó con la cabeza, apretando los labios.

—Nos habéis mentido —lo miré frunciendo el ceño.

Mi padre os ha mentido —me corrigió—. Yo quería enseñártela desde el principio. No quería mentirte.

Me quedé totalmente pasmada.

—¿Y por qué me lo contarías?

No tenía sentido que él quisiera decirme la verdad. Sabía que podía contársela a Sarah. Es decir, era obvio que se lo contaría a Sarah. Rafe sabía que enseñarme la cruz no era una buena idea y también sabía que eso haría que JJ no quedara como un capullo. Casi me echaba a reír del alivio, de tan solo pensar que JJ no me había vendido por una estúpida cruz. 

—Porque quiero ser un buen hombre. —Me miró con tristeza—. Quiero que el tiempo que estés con nosotros sea justo para ti. No quiero mentirte y no quiero que tengas miedo. No quiero tener secretos. Quiero que las cosas salgan bien entre nosotros. No dejaré que nada lo estropee.

¿Rafe quería ser justo?

—Escucha, Charlie —agarró mis manos y las juntó entre las suyas para darles un beso y después mirarme a los ojos—. Sé que ahora mismo esto ha cambiado tu perspectiva otra vez respecto a JJ. Pero él no te ha vendido y no quiero que lo pienses. Quiero me quieras porque lo haces, no porque pienses que JJ no te quiere a ti. Cuando te digo que te quiero es cierto. Haré todo lo posible porque te sientas en casa a mi lado.

Debía admitir que Rafe me había sorprendido muchísimo. Me había dejado sin palabras. Nunca me lo habría imaginado como una persona que de veras quisiera ser honesto. Que quisiera hacer lo correcto. Así que pensar que no se sentía bien mintiéndome respecto a JJ me hizo pensar que quizá sí quería cambiar. Aunque no fuera yo la persona que tuviera que perdonar sus crímenes, porque no era así.

—Pero... —miré la reliquia a nuestro lado—. Esto no es vuestro. Le pertenece a Pope.

Rafe ladeó la cabeza en mi dirección.

—Mi familia la necesita. Necesitamos recomponernos después de todo. También te beneficiará a ti.

Lo miré hundiendo las cejas con expresión disgustada.

—No quiero beneficiarme de algo que no es mío.

Rafe pasó sus dedos por las comisuras de sus labios y sonrió, haciendo ese gesto que delataba lo nervioso que se ponía.

— Subamos. ¿Quieres?

Miré la cruz de nuevo y después le miré a él. Aunque ya sabía que JJ no me había abandonado como Ward me había querido hacer ver, estaba claro que no volvería a verle hasta que volviese a Outer Banks. Y eso podía ser dentro de bastante tiempo.

Tenía que encontrar la manera de salir de allí.









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