Nubes de tormenta [LCS #2]

By Ineskyblue

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Unos meses después del día que lo cambió todo, los chicos intentan volver a sentirse fuertes. Para ninguno es... More

Epígrafe y Booktrailer
Capítulo 1: Lejos
Capítulo 2: Intenciones ocultas
Capítulo 3: Ocultos
Capítulo 4: Independiente
Capítulo 5: Fingir
Capítulo 6: La canción
Capítulo 7: Hermético
Capítulo 8: Amigos
Capítulo 9: Reencuentro
Capítulo 10: Shots
Capítulo 11: Pertenecer
Capítulo 12: Dudas
Capítulo 13: Un mal día
Capítulo 14: Espacio
Capítulo 15: Nube
Capítulo 16: Adiós
Capítulo 17: Okay
Capítulo 18: Diferentes pero reales
Capítulo 19: Opciones
Capítulo 20: Estar mejor
Capítulo 21: Esperar
Capítulo 22: Inseguro
Capítulo 24: Besties
Capítulo 25: Ella
Capítulo 26: Mejor
Capítulo 27: Nostalgia y caos
Capítulo 28: No puedo
Capítulo 29: Terco
Capítulo 30: Por ti
Capítulo 31: Paz
Capítulo 32: Sin constelaciones
Capítulo 33: Un beso
Capítulo 34: Siempre
Capítulo 35: Respaldo
Capítulo 36: Lo correcto
Capítulo 37: Colores verdaderos
Capítulo 38: Superhéroes
Capítulo 39: Dos opciones
Capítulo 40: En casa
Capítulo 41: Aventura
Capítulo 42: Declaraciones
Capítulo 43: Orgullo
Epílogo
Nota
Especial Navidad ★

Capítulo 23: Cambios

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By Ineskyblue

LEAN

Siempre me asustaron los cambios, y como persona que sobrepiensa todo me vi obligado a preguntarme por qué. Tal vez porque cuando mi mamá me dijo que iba a tener una hermanita me prometió que nada iba a cambiar, y tan solo dos semanas después de su nacimiento mi padre se fue y jamás regresó.

A veces no recuerdo su rostro, y otras veces solo quisiera olvidarlo de una vez. Tal vez él sea el responsable de muchos de mis miedos, porque cuando alguien te mira a los ojos, te dice que te ama y que siempre estará para ti, quieres aferrarte a esa promesa. Luego se va, y ya nada es seguro.

Lo que cambia nunca regresa a su forma original, y tal vez eso es lo que me da miedo, que cambiar siempre es perder.

O tal vez fue en mi adolescencia, cuando descubrir mi orientación sexual me hizo estar en guerra conmigo mismo, tenía mucho miedo de que al decirlo las cosas cambien, me convencí a mí mismo de que todo estaría bien, que todo sería igual... Pero no fue así, muchas personas se alejaron, y las que se quedaron ya no me veían igual. Tuve la suerte de que mi mamá, mi abuela y mis hermanos jamás me hicieron sentir solo, pero el resto de la familia desapareció. Tíos, primos, personas a las que había estado unido toda mi vida, personas que creí que eran amigos reales, todo se desvaneció.

Había ganado mi libertad de ser, pero también había perdido el mundo como lo conocía. Reconstruirme después de eso no fue fácil, tal vez me hizo falta alguien que me diga que no había nada de malo en mí, que el problema eran los demás, pero no lo tuve.

Hoy en día veo toda esa situación de un modo diferente, entendí que todo lo que perdí allí no era verdadero, y que las personas que se mantuvieron a mi lado eran las que siempre me habían amado en realidad: mi mamá, mis hermanos, mi abuela, Santi e Iván. Eran poquitos, pero estaban dispuestos a cambiar, a entender, a ponerse en mi lugar y a quererme como sea.

Pero el miedo a los cambios no se fue, cada vez que me siento feliz viene acompañado de miedo de que todo sea solo un momento, de perder algo y que por el resto de mi vida solo sea un recuerdo bonito.

Eso me pasó con los chicos, y ahora que Elai está aquí otra vez lo último que quiero es ilusionarme. Las cosas entre él y yo han cambiado, y eso sí o sí significa que jamás volveremos a tener lo que teníamos.

Pero no puedo dejar ir el amor que siento por él, como tampoco puedo dejar ir el amor que siento por Lau. Desearía tener su desapego, desearía tener la certeza de que como sea estaré bien.

—¿Qué cocinas? —pregunta mi mamá acercándose desde atrás para besar mi mejilla.

—Brownies. Voy a cenar con Elai y dijo que él cocinaría —le cuento mientras corto en trozos pequeños el chocolate antes de derretirlo—. No confío mucho en que pueda hacerlo bien, así que me aseguro de que al menos el postre sea comestible.

—¿Solo con Elai? —me interroga y me roba un trocito.

—Sí.

—¿Te sientes mal por eso? —intenta leer entre mis facciones cuál es el motivo de mi falta de entusiasmo.

—No, yo intenté arreglarlo con los dos, pero ella no quiso.

—Pero aún la amas —asume.

—Por supuesto, pero estoy bien con dejarla ir.

—Entonces, ¿por qué esa carita de pollo mojado? —Me toma por el mentón para verme directo a los ojos.

—Era feliz y ahora todo cambió, me da miedo que entre Elai y yo no sea igual.

—Tal vez no lo sea, pero lo que amas de él no es algo que pueda cambiar —simplifica sentándose en un banco a mi lado.

Tomo los trocitos de chocolate y los pongo en la balanza para asegurarme de que sea la medida exacta antes de llevarlos al microondas. Pero antes de que lo consiga, mi hermana me roba otro trozo.

—¿Pueden dejar de comerse mis ingredientes? —me quejo cortando un poco más para reponer lo que me robaron.

—¿Por qué no haces brownies para mí? —reclama Malena mostrando su descontento.

—Porque no.

—No molestes a tu hermano que tiene una crisis existencial —la regaña mi mamá mostrándose condescendiente.

—Lo estaba escuchando —asume Male—. Es estúpido que creas que Elai puede dejar de amarte, ¿has visto el modo en el que te mira? Todo lo que quiero es que alguien me mire así.

—De hecho me dejó, así que sí, creo que puede.

—Intentó dejarte y no pudo, ¿O acaso no está cocinando para ti justo en este momento?

—No es una cita, es más complicado que eso —niego, en realidad estoy convencido de que no debo hacerme ilusiones.

—De todos modos —interviene mi mamá—, tú no vales según el modo en el que él te mire.

—Lo sé, mamá. Intento ser independiente, ¿sí? —murmuro, evidenciando que las presiones no ayudan— Pero... no lo sé, es bonito que te quieran.

—Elai te ama demasiado —coincide mi hermana—. Y Laura también, su decisión fue por ella misma, no por ti.

—¿Podemos no mencionarla? —la regaña mamá— Intentamos dejarla atrás.

—No es un tabú, amamos a Lau —protesta Male.

—Lo sé, pero él está intentando ser independiente y no sirve que le estés recordando todo el tiempo su relación de dependencia.

—Está bien —interrumpo su discusión—. Muy hermosos sus bellos consejos que para nada solicité, ahora vayan a lo suyo y déjenme cocinar en paz.

—Amargado —me acusa Male—. A ver si a Elai le hablas igual...

—Seguro hasta lo deja comerse los ingredientes —apoya mi mamá.

La verdad es que sí, a él lo dejo hacer lo que sea porque simplemente amo verlo feliz.

————————

Mientras voy de camino a su casa muchas cosas cruzan por mi mente, mi lado racional intenta convencerme de que solo es una cena que le ofrecí para apoyarlo en un momento difícil, para que me cuente cómo se siente y allí tengo que mantener el foco.

Pero luego, mi lado más ingenuo piensa: "¿Y entonces por qué está cocinando?", "¿Por qué se sintió celoso de Víctor?", "¿Por qué me sigue mirando de ese modo que derrite hasta lo más recóndito de mi ser?".

No lo sé, no tengo respuestas, pero aun así tengo una cosa muy clara: yo no haré avances.

Él me pidió tiempo y lo voy a respetar, así que sin indirectas, sin insinuaciones, sin doble intención.

Necesita un amigo y eso seré.

Golpeo su puerta y Santi me abre, trae las llaves del auto en su mano por lo que supongo que va saliendo, eso significa que estaremos solos.

—Suerte —dice guiñándome un ojo mientras intercambiamos lugares en la puerta.

—¿A dónde vas? —curioseo.

—Iván me llamó, llevamos tiempo sin hablar pero parecía necesitarme, así que... —se encoje de hombros dando por sentado que no puede negarse.

—Oh, sí, ve. Te sorprenderás mucho con lo que tiene para decir —afirmo, sabiendo muy bien de qué va el asunto.

De hecho, yo le insistí en que Santi no lo odia, por eso lo llamó, y porque estoy seguro de que les servirá hablar, sobre todo ahora que Iván está intentando cambiar algunas ideas debido a la situación en la que se encuentra.

—¿Tú estás bien? —le pregunto antes de que se vaya— Digo, por lo de Aimée, Aidan y todo ese lío.

—Es mentira —simplifica con un encogimiento de hombros.

—Lo sé, pero igual es incómodo.

—Lo es —asume—. Sobre todo para ella, eso es lo que me molesta.

—Encontrarán una solución pronto...

—Lo dudo —niega dejando su mirada perderse—. Ya te lo contará Elai, tengo que irme.

—Cuídate —me despido y lo observo caminar al ascensor.

Okay, tengo que entrar a la casa. Extraño estar aquí, la verdad es que jamás me mudé del todo pero me quedaba a dormir a diario. Es feo dormir solo, a veces la cama se siente demasiado vacía.

—Hola... —saludo tímidamente entrando a la cocina.

—Llegaste —se alegra acercándose para saludar—. Creí que no vendrías.

Siempre que vamos a saludarnos tenemos un momento incómodo acerca de cómo hacerlo. Es como si el instinto dijera "Cómeme la boca", pero el cerebro se negara, porque no es correcto, entonces termina siendo un choque de puños, o un beso rápido en la mejilla.

Es raro conocer el sabor de sus besos y ahora saludarnos como al resto, pero al mismo tiempo siento que todo esto está ayudando mucho a mi independencia y que, aunque no quiera aceptarlo, también me hacía falta espacio.

—¿Por qué no vendría? —cuestiono soltando una risita.

—No lo sé, no acordamos un horario y tampoco me volviste a hablar.

—Oh, lo siento, señor, olvidé mi confirmación. La próxima vez seré más responsable —bromeo fingiendo estar arrepentido.

—Por favor, no vuelvas a hacerme esto —dramatiza él, poniendo una mano en su pecho.

—¿Qué me hiciste para comer? —interrogo, y de un pequeño salto me siento en la encimera donde él solía sentarse siempre.

Él se voltea para verme de forma tierna, me hace sonreír solo el hecho de que me mire, así que me importa poco lo que haya hecho, será lo mejor que he comido en mi vida solo porque lo hizo él.

—Estaba seguro de saber cómo se hace una pizza, pero luego solo podía recordar cómo se pelan los tomates así que tuve que buscar una receta, Santi me ayudó un poco pero voy a tomar todo el crédito.

—Huele bien —asumo sin poder contener la sonrisa que me generó su explicación.

Para qué negarlo, me muero por él y eso no va a cambiar nunca.

Es que primero es tierno y consentido, pero luego cuando la situación lo amerita se vuelve maduro y expeditivo. Resuelve todo, no tiene miedo de hacerse responsable de lo que sea, no importa qué, él lo asume y lo resuelve con mucha inteligencia. También existen otros momentos, más íntimos, en los que se puede hablar de lo que sea porque él sabe ser profundo y sabio, sabe escuchar, no tiende a juzgar, siempre es comprensivo y te ayuda a ver todo desde otra perspectiva.

Y todo eso sin mencionar lo caliente que es cuando se lo propone, como sabe jugar con tus emociones hasta que solo puedes desearlo, y lo increíble que es cuando por fin lo obtienes.

Yo estoy tan enamorado de él, que justo ahora siento que es imposible que cualquier otro sentimiento en mi vida lo iguale. Y el hecho de que se sienta agobiado y elija ser vulnerable conmigo, me hace sentir que ocupo el mismo lugar en su vida.

¿No es eso perfecto? Yo siento que sí.

—Sabe aún mejor —asegura muy confiado.

—Te traje brownies para el postre.

—¿Con helado? —Abre sus ojos con mucha ilusión.

—Sí, ponlo en el refri —sonrío estirando la bolsa hacia él.

—Podemos pasar directamente al postre... —insinúa con una media sonrisa.

—Eso sonó muy sugerente, Elai.

—No me llames Elai, siento que me estás regañando.

—¿Y cómo quieres que te llame? Ya no puedo usar apodos cursis, solo somos besties.

—¡Ay, no! No digas eso —se indigna arrugando la nariz—. Seguimos siendo tú y yo, no le pongas un título.

—Bien, no te digo Elai, ni amigo, ¿entonces cómo?

—Podemos comenzar con algunas verdades... ¿Qué tal, lindo, hermoso, sexy, inteligente, bonito, maravilloso?

Suelto una carcajada de inmediato.

—Dejando de lado tu hermoso narcisismo, ¿de verdad crees que "inteligente" sea un buen apodo?

—Suena terrible, pero no podía decir solo cosas de mi apariencia física, soy más que una cara bonita, ¿sabes?

—Cuando comenzamos dijiste "mientras no me des un apodo cursi estaré bien" —le recuerdo mientras se voltea para apagar el horno.

—¿Cómo es que recuerdas eso? —se sorprende de forma acusatoria—. Además ya me acostumbré, no quiero que me trates como a todos los demás.

—Seguiré llamándote Sirenito, entonces, ¿Está bien?

—Perfecto —acepta dejando la pizza sobre la encimera.

Se ve muy bien, y le puso todos los sabores que me gustan. Se me hace muy tierno que los recuerde.

—¿Podemos comer en la sala? Extraño el sofá —pido, sabiendo que lo va a captar con doble sentido.

—Está... bien —acepta conteniendo la respiración—. Ya no hagas eso —se ríe—, me emborracharé para asegurarme de que me rechaces si busco acostarme contigo.

Busca unas cervezas en el refrigerador, las pone en mi mano y me señala la sala para que me adelante.

Me quito los zapatos y las medias para sentarme como indiecito, y solo unos minutos después él llega con la pizza cortada en una tabla.

—Amo usar la ruedita para cortarla —confiesa y deja la pizza sobre la pequeña mesa del centro, para un momento después sentarse en la misma posición que estoy yo.

Me observa atentamente esperando a que pruebe su obra maestra, se ve emocionado, orgulloso de sí mismo, y eso me está haciendo sonreír como tonto mientras lo miro.

Aunque sepa a mierda me lo voy a comer feliz y diré que es lo mejor que he comido, no me atrevería a romper su ilusión.

Para mi sorpresa no tengo que fingir nada, de verdad sabe bien, lo hizo increíble.

—¡Wow! —exclamo luego de tragar la primera mordida— Me siento un maestro orgulloso.

—Soy genial en todo lo que intento, ¿lo has notado? —presume con su característica humildad.

—Sí, por supuesto, me siento inmensamente afortunado de ser tu cita esta noche. No cualquiera tiene el privilegio...

—Es verdad, qué afortunado eres.

Ambos nos reímos, la timidez inicial ya ha desaparecido, pero aún se siente extraña la tensión de no poder tocarlo como siempre.

Las ganas que tengo de besarlo son abismales, así que estoy agradecido con mi autocontrol.

—Pero estoy aquí para que hablemos de por qué te sientes así de triste, ahora estás más animado pero hoy... tus ojitos te vendían.

—Sí... lo sé —Suelta un suspiro—. Pero verte me animó, tú puedes hacer eso.

—¿Es por Lau? ¿O pasó algo más?

—Supongo que es todo junto.

—Háblame —le pido estirando mi mano a la suya sobre su rodilla.

—Lo que me mantiene en eje cuando algo me duele, como lo que pasó con Lau, es pensar que pase lo que pase, en el entorno que esté, siempre voy a tener mis sueños y con eso un lugar hacia el que dirigirme. Pero ahora ya no estoy seguro de nada.

—¿Es por lo que pasó con Aidan y Aimée?

—Yo tenía que cuidar de ellos, ese es mi trabajo. Pero entonces entramos en la industria y allí no tengo herramientas para dar ninguna batalla, tal vez no sirvo para esto...

—Eres el mejor cuidando de ellos, ¿por qué crees que Aidan te eligió? No es tu culpa la forma en la que la industria funciona.

—Es que, ¿entiendes que ahora tengo que ir a hablar con Aimée y decirle que no pude hacer nada? ¿Que tiene que elegir entre quedarse callada mientras dicen mentiras o que le cierren todas las puertas las grandes empresas?

—Haces lo que puedes, no te culpes.

—Puedo poco —murmura mirándose las manos.

—La única forma que tienes de transformar algo, es desde adentro. Y sí, probablemente tengas que aguantar mucha mierda en el camino, pero si quieres darles libertad a los chicos tienes que conseguir posicionamiento en la industria, y eso solo lo vas a conseguir si te mantienes allí.

—Si la mierda tuviera que aguantarla yo, no sería un problema —reniega y baja sus rodillas para acomodar su cabeza en mis piernas.

Me sorprendió la cercanía, pero de inmediato mi mano se acomodó entre sus rizos como era costumbre. Me alegra estar para él, y que aún me permita ser su lugar seguro.

—Necesitas distraerte un poco, ¿cuánto hace que no grabas algo? Entiendo que quieras hacer bien tu trabajo, pero eres más que eso.

—Extraño hacerlo... —asume levantando sus ojitos verdes hacia mí, con su cabeza al revés— Estuve pensando en hacer una especie de corto como videoclip para la canción de Aidan, va bien porque es una historia de...

Unos gritos que vienen de afuera nos interrumpen, lo cual me molesta porque estábamos teniendo un momento muy cercano, pero al mismo tiempo me da curiosidad.

Alguien está peleando fuera, así que Elai se pone de pie y voy tras él.

Los gritos vienen de las escaleras, parece que de unos pisos más abajo lo cual nos pone alertas de inmediato porque las chicas viven allí. Subimos al ascensor y presionamos el piso siete, podría ser en el ocho o en el nueve, pero lo único que nos interesa es verificar que nada esté mal con ellas.

Tres pisos por las escaleras atravesó el sonido, los gritos sí estaban siendo fuertes porque efectivamente venían del pasillo de las chicas. Obviamente los dos habíamos logrado identificar a Lau entre las voces, aunque no parecía la protagonista.

Aidan está discutiendo con un chico, o en realidad, él chico le está gritando a él, y lo está intimidando bastante.

—¡Me lo debes, mierda! —grita el sujeto que trae la capucha de su sudadera puesta y además de tener una postura muy violenta parece que perdió el eje hace rato— ¡Tú me lo debes, no puedes hacerme esto!

—Te está pidiendo que te vayas —interviene Lau, que está en medio del chico y Aidan evitando que se agarren a golpes.

—Muévete —le dice con desagrado en su voz, va a levantar su brazo para apartarla, pero llego antes y le aparto la mano.

—Tócala y te mato —amenazo dejando salir mi instinto sin pensar mucho.

—¿Qué pasa? —interroga Elai, que está muy sacado de onda.

—¿Cómo entraste aquí? ¿Por qué me sigues? ¿Qué mierda pasa contigo? —habla Aidan que parece estar conteniendo mucho la angustia que este tipo le ha generado.

—¿Qué importa eso? ¡Tiene el puto video, Aidan! ¡No se trata de ti! —Se voltea hacia la pared apoyando sus puños allí, a estas alturas no sé quién es, pero el único lugar en el que quiero apoyar mis puños es en su rostro. —Haz lo que tienes que hacer...

—¡Tú grabaste ese video! Yo no tengo la culpa de nada, y después de lo que me hiciste no tienes ningún derecho a reclamar...

—¿Aún estás despechado? ¿De verdad? —cuestiona en un tono irónico bastante burlón.

—¿Puedes irte, por favor? —vuelve a pedir dejando en evidencia lo nervioso que está.

—¡No iré a ningún lado! —grita abalanzándose sobre él nuevamente.

—Que te vayas, te dijo. ¿O quieres que yo te saque? —impongo, volviendo a ponerme en medio a ver si se atreve a hacerme frente del mismo modo.

—Ey... —interviene Elai, tomando mi mano suavemente, pero hablando con firmeza—: Sin violencia.

Él está siendo violento, pero no voy a protestar, solo estoy siendo temperamental como mi antiguo yo y ese no es el que soy ahora.

—Aidan, ¿por qué no entras? Leandro y yo llamaremos a la seguridad del edificio —propone de forma tranquila, insinuando que Lau lo acompañe.

—Lo que sea que él diga... —murmura de forma temerosa, aceptando lo que decimos.

—Lo que tengamos que saber, saldrá de tu boca, él no importa —le asegura, dándole tranquilidad.

Luego dice que no sirve para cuidarlos, es que él no ve lo importante que es su presencia en cada situación, y la figura que él representa para los chicos.

—¡No te irás! —increpa el chico, intentando acercarse otra vez en cuanto él se mueve.

Me pongo en medio para que no llegue a tocarlo, y así les doy tiempo de entrar en el departamento. Mientras Elai ya está llamando a los de la puerta.

Entonces reparo en el rostro del chico, de algún sitio lo conozco, estoy seguro. Su cabello es castaño, sus ojos negros, tiene bonitas facciones pero su mirada se ve vacía. ¿Quién es? Estoy seguro de que lo he visto antes.

Creo que es músico, no estoy seguro... Necesito el contexto de todo esto, y estoy seguro de que ya nos llegará. 

___________

Hola Pollitos 🐣

I'm back :)  Y traigo drama con chismecito incluido (en el próximo capitulo les daré el contexto que pidió Lean) 

Lamento andar tan desaparecida, pronto sabrán por qué♥

Los quiero :)

Besos, mil besitos 

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