Nubes de tormenta [LCS #2]

By Ineskyblue

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Unos meses después del día que lo cambió todo, los chicos intentan volver a sentirse fuertes. Para ninguno es... More

Epígrafe y Booktrailer
Capítulo 1: Lejos
Capítulo 2: Intenciones ocultas
Capítulo 3: Ocultos
Capítulo 4: Independiente
Capítulo 5: Fingir
Capítulo 6: La canción
Capítulo 7: Hermético
Capítulo 8: Amigos
Capítulo 9: Reencuentro
Capítulo 10: Shots
Capítulo 11: Pertenecer
Capítulo 12: Dudas
Capítulo 13: Un mal día
Capítulo 14: Espacio
Capítulo 15: Nube
Capítulo 16: Adiós
Capítulo 18: Diferentes pero reales
Capítulo 19: Opciones
Capítulo 20: Estar mejor
Capítulo 21: Esperar
Capítulo 22: Inseguro
Capítulo 23: Cambios
Capítulo 24: Besties
Capítulo 25: Ella
Capítulo 26: Mejor
Capítulo 27: Nostalgia y caos
Capítulo 28: No puedo
Capítulo 29: Terco
Capítulo 30: Por ti
Capítulo 31: Paz
Capítulo 32: Sin constelaciones
Capítulo 33: Un beso
Capítulo 34: Siempre
Capítulo 35: Respaldo
Capítulo 36: Lo correcto
Capítulo 37: Colores verdaderos
Capítulo 38: Superhéroes
Capítulo 39: Dos opciones
Capítulo 40: En casa
Capítulo 41: Aventura
Capítulo 42: Declaraciones
Capítulo 43: Orgullo
Epílogo
Nota
Especial Navidad ★

Capítulo 17: Okay

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By Ineskyblue

 ELAI

—Esto es una mierda —dice Aimée, subiéndose al auto en el estacionamiento.

Obviamente está llorando, sé lo que Santi le dijo, y sé cuánto le duele, así que mis palabras no serían de mucha ayuda. Lo único que me sale es abrazarla.

Pero de todos modos, entiendo a mi amigo porque sé cómo se siente la culpa, aun sabiendo que no eres responsable.

Cuando Aimée me contó que Santi me estaba mintiendo porque no quería que yo me sienta culpable me costó un poco procesar la información. Saber que mi padre no era responsable me dio alivio en primera instancia, pero luego tomé conciencia de que casi matan a Santi porque yo lo expuse en televisión.

Obviamente mi primer pensamiento fue: "De todos modos no soy responsable de la muerte de su papá", porque no, yo no jalé de ese gatillo, ni le di la orden a nadie de que lo hiciera.

Pero a pesar de eso, la mente siempre encuentra forma de hallar responsabilidad en todos los actos, y más de una vez me encontré deseando poder regresar el tiempo y no dar esa nota en televisión.

Fue una acción mía la que desencadenó todo, mi decisión impulsiva sin ser consciente de lo que implicaba, y que ojalá hubiera sido otra.

Sé que no soy culpable, mi parte consciente me lo repite a cada rato, pero mi inconsciente sabe que fui parte de la cadena de sucesos que hicieron que Salvador muera, y que provocó que nuestro mundo se fuera desmoronando de a poquito.

—Era mejor estar molesta, cuando peleamos él dijo "prefiero que me odies" y tenía razón, porque ahora solo duele y no sé qué hacer con eso. —Está llorando un montón, pero su maquillaje no se ha corrido, se ve perfecto como al salir de casa.

—Si supiera qué hacer, te lo diría —respondo por lo bajo, porque conozco muy bien el sentimiento.

Estoy enojado, pero de todos modos no puedo dejar de pensar en cómo estarán, si Lau ha comido, si Lean la está pasando mal en el trabajo, si estarán muy tristes, si estoy exagerando...

Tengo un nudo muy grande en el pecho, pero no puedo llorar, no me sale nada, solo la angustia se está acumulando allí y ni siquiera logro ponerla en palabras con mis amigos.

Además, los únicos dos amigos que tengo están sufriendo por su cuenta. Siento que me necesitan más a mí, y que me toca atravesar por esto solo.

—¿A dónde vamos? —pregunta intentando recomponerse un poco—. Sé que me lo dijiste, lamento mi falta de atención.

—Tenemos que ir a ver unas locaciones para el videoclip, aunque no tengo cabeza para eso ahora, siendo sincero...

—¿Y si las dejamos para mañana? —propone con la ilusión de que acepte.

—¿Y entonces qué? ¿Nos quedamos en casa maquinando todo el día?

—Si quieres dejar de maquinar tienes que hablar con los chicos —asegura ella, dando por sentado que ya no cancelaremos el plan.

—Tengo miedo... —confieso conteniendo la respiración.

—¿Miedo de qué?

—De que tenerlos cerca me vuelva débil, porque estoy seguro de que hice lo correcto.

—¿Sientes que es igual para ambos? Digo, porque Lean no usó su libertad, no estaba siendo hipócrita, y además es la primera vez que tienes un problema con él en casi un año completo... —Se detiene un momento a pensar en cómo cerrar su idea y agrega—: No lo sé, me pareció un poco injusto para él.

Obviamente ya pensé en eso, y me sorprendió que dejarlo a él se me hiciera incluso más difícil que a Lau.

Quería buscar una excusa como sea para arreglarlo porque lo extraño, y no es que a Lau no la extrañe, de hecho sí y mucho, pero de algún modo estaba más que acostumbrado a pelear con ella.

Incluso a veces sentía que las cosas se habían desgastado un poco entre ella y yo por tantas discusiones, a pesar de que a mí no me gusta pelear, siempre acabábamos enojados.

—Siempre dijimos que el día que acabara, sería para los tres. Y además lo que me hizo alejarme fue notar que la relación que tienen entre ellos es muy tóxica, y por eso no encajo allí.

—Es raro para ti porque ellos se conocen desde siempre —acepta de forma analítica viendo por la ventana—. Pero tienes razón, dependen mucho el uno del otro y eso te deja a un lado.

—Y me duele mucho —confieso, sintiendo más intenso el nudo en el pecho que no me abandona desde que dejé la casa hace un par de noches.

—Lo sé, Rojito —murmura ella, acariciando mi rostro con el dorso de su mano—. Tú no te mereces nada de esto.

—Pero es mi culpa en definitiva, yo los empujé a esto y obviamente ellos ni estaban listos, ni entienden cómo funciona la libertad.

—No es tu culpa, tú cediste en lo que hizo falta —contrapone con determinación—. Cambiaste muchas cosas de ti para estar con ellos, no tienes que cargar con la inseguridad de nadie.

—Lo sé —asumo—. Pero siempre supieron que estaba cediendo, siempre tenían la espina de que yo quería estar con otras personas y no lo hacía por ellos.

—¿Y querías?

—No.

—Puedes ser sincero conmigo...

—No tenía deseos por nadie, jamás, de verdad me sentía muy enamorado de ellos dos, ninguna otra persona me parecía lo suficiente.

—Pero... —insiste ella sabiendo que falta algo.

—Pero me daba una especie de... opresión, el hecho de saber que no podía. Quería esa libertad, aunque sabía que no iba a utilizarla jamás, necesitaba saber que estaba allí.

—Tienes que hablar con ellos —insiste con determinación—. ¿Y sabes por qué lo digo? Porque tú les pediste un tiempo y ellos te están esperando, tienes que ser claro, decirles que estás terminando la relación y por qué lo haces. Lau está acostumbrada a tener peleas contigo, cree que se resolverá con una conversación.

—Es que no estoy seguro de nada, y no puedo hablar si no estoy seguro, no me gusta estar diciendo una cosa y luego otra, ni contradecirme.

—Eres un ser humano —me recuerda como una obviedad—. Eso que dices es purito ego, te quejas de que te idealicen pero te esfuerzas mucho por seguir mostrándote perfecto, aun sabiendo que no lo eres.

Y esa es la magia de tener una amiga como ella, jamás vacila para decir las verdades que otros ni siquiera son capaces de ver.

Aimée tiene razón, podría culpar a la educación extremadamente exigente con la perfección que me dieron, pero hoy en día simplemente depende de mí.

El hecho de que todos hablen de lo perfecto que soy y de mi falta de defectos se ha vuelto una presión que yo mismo pongo sobre mí.

Me pesa dudar, me pesa no saber qué quiero, porque me molesta mucho mi imperfección.

—Lo sé, tienes razón —suspiro, dándome cuenta de que me pasé dos calles y ahora tendré que dar una gran vuelta para regresar—. Estoy muy confundido y no lo quiero asumir frente a ellos.

—No los quieres dejar —asegura como si pudiera leerme la mente.

—Tengo que hacerlo.

—¿Por qué? ¿Porque tienen una relación tóxica dependiente entre ellos, y tú, el rey de las relaciones sanas te sientes hipócrita estando en ella?

—Porque ese no soy yo, Aimée, y tú lo dijiste, cedí hasta donde pude, cambié de mí todo lo que estaba a mi alcance, ir más allá sería traicionarme —repito mi propio discurso, con la esperanza de que se meta en mi cerebro y logre convencer a mi corazón—. Entendía su relación y la respetaba, hasta que comenzó a afectarme y ya no pude.

—Entonces tienes que decir la verdad, porque ellos creen que el problema fueron los celos.

—¡Mierda! Me pasé otra vez —murmuro viendo que la calle por la que pensaba meterme está en la dirección contraria—. ¿Sabes qué? Vamos a casa, así no puedo ser funcional.

—A casa no... —murmura ella dejando que el dolor se note en su voz otra vez—. Las chicas no están, si me quedo sola voy a llorar todo el día.

—Ojalá pudiera llorar, tal vez así me sentiría mejor —me quejo, molesto por mi falta de reacción ante mi propio dolor.

—Mejor hagamos plan de amigos, yo te necesito, tú me necesitas, veamos películas y comamos helado.

—Ajá, ¿Dónde? ¿En mi casa, que está tu ex, o en la tuya que vive la mía?

—Que feo suena lo de ex, no me rompas más el corazón, por favor —protesta dándome un golpe en el brazo—. Vayamos al cine...

—Eres famosa, ¿Recuerdas? Lo menos que encontraremos en el cine será paz.

—Qué negativo estás... —refunfuña por lo bajo pensando alternativas—. Entonces acompáñame a comprar una cama, que dormir con Lau es bien feo.

No lo es, ella necesita todo el tiempo contacto físico, por eso casi siempre dormía en medio de los dos, para asfixiarnos en partes iguales por la noche durmiendo sobre uno y sobre el otro. Además, como es más cortita, nos permitía a Lean y a mí entrelazar nuestros pies por debajo de ella.

Dios, cómo voy a extrañar esas cosas...

Me invaden las ganas de regresar a los primeros meses, donde todo eran risas, palabras bonitas y mucho sexo.

Pero las personas somos complicadas, y por eso no sabemos amar con simpleza.

—Tengo un mejor plan —le sonrío en cuanto mi cerebro se ilumina.

También necesito de ella, tampoco quiero estar solo y mucho menos dejarla sola en su primer día de ruptura.

El plan no era muy elaborado, simplemente fui por la computadora, compramos helado, palomitas, chocolates y más cosas dulces; y luego conduje hasta el río donde nos acomodamos en los asientos de atrás para ver películas y comernos todo eso.

Simple, pero en la perfecta compañía.

———————

Llegó el sábado, y entonces supe que no podía seguir evitando la conversación. No había sabido nada de ninguno de los dos, nadie me escribió, nadie me llamó, y el chat de los tres estaba completamente inactivo.

Así que me decidí por enviar un mensaje allí. Me dio tristeza abrirlo y ver nuestra última conversación, llena de risas y complicidad, y entender que ya no tendremos eso...

Elai – en línea

¿Podemos vernos para hablar hoy? Si les parece pueden venir a casa, estaré solo.

Santi me dijo que cenaría en casa de sus abuelos así que podrían venir aquí y estaríamos tranquilos.

Lau respondió enseguida, aceptando, pero la respuesta de Lean nunca llegó. Ni siquiera vio los mensajes.

Bella durmiente – en línea

No me ha respondido en toda la semana, ni siquiera abre los mensajes.

Elai – en línea

De acuerdo, lo llamaré.

Estoy seguro de que archivó los chats, porque lo mismo había hecho yo. Así que si lo llamo atenderá.

Busco su contacto, está guardado como "Príncipe Eric" porque un día se quejó por no tener un nombre especial entre mis contactos, él me tiene como Sirenito, así que busqué algo que se adecuara.

Doloroso, pero creo que ya tengo que cambiar los nombres de sus contactos, las cosas pequeñas hacen la diferencia.

Suena tres o cuatro veces, pero finalmente me atiende.

—Hola —saluda su voz tímida al otro lado—. ¿Todo va bien?

—Hola —hablo con calma, aunque me siento nervioso—. No viste mis mensajes.

—Oh... lo siento, es que solo estaba todo el día viendo los chats, así que los archivé. ¿Qué necesitas?

—Sí, eso supuse —murmuro para ir directo al grano—. Quería saber si puedes venir hoy a cenar, así hablamos los tres.

—Uhm... Sí, claro. ¿Quieres que lleve algo?

—No, no te preocupes, solo ven tú.

—Estaré allí a las ocho, antes no puedo.

—Está perfecto, te veo luego —acepto rápidamente.

Es increíble lo difícil que fue escuchar su voz siendo distante. Me duele saber que lo dañé, me duele mucho su dolor, tanto como el mío.

—De acuerdo, adiós —se despide antes de terminar la llamada.

Le aviso a Lau que ya me pude comunicar, y entonces solo queda buscar algo con qué ocupar mi mente hasta la noche, y para mi suerte tengo muchísima tarea de la universidad atrasada.

—Sé que tal vez ya no confíes en mí —me interrumpe Santi irrumpiendo en mi habitación mientras escribo la conclusión de una monografía—, pero decidí que haré las cosas bien, así que le dije a tu papá que ya no había trato, y volveré a ver al psicólogo.

—Siempre confié en ti, y lo seguiré haciendo —lo contradigo obviando el drama—. Me parece muy sensato de tu parte, nunca debiste dejarlo en primer lugar.

—Creí que no estaba funcionando, pero...

—¿Pero qué? —pregunto al ver que se detuvo.

—Estuve hablando con Lau sobre eso, porque ella siempre habla de que ver a su psicóloga le hace muy bien, entonces le dije que yo no veía resultados y ella me respondió algo simple que me hizo entender todo. —Se sienta en mi cama, así que volteo la silla del escritorio para ver en su dirección—. Simplemente dijo: "Es que tienes que decirle la verdad".

—¿Le mentías a tu terapeuta? —pregunto incrédulo soltando una risita.

—No... Bueno, no me exponía por completo, le contaba cosas, pero no profundas, solo superficialmente, sin involucrarme.

—Pues me alegro de que lo vuelvas a intentar. —Sonrío, dándole un golpe amistoso antes de voltearme nuevamente.

—Quería... pues... que ya estoy listo para que me ayudes con las cosas de papá.

Me duele que diga "papá", como si también me perteneciera el derecho de llamarlo así cuando obviamente no está ni cerca de ser real.

—Claro, si quieres vamos mañana.

—Perfecto, ya me voy entonces. Suerte por la noche, si me necesitas aquí antes solo llámame.

—Cuídate, y ve en el auto que yo ya no saldré.

En cuanto estoy solo me doy cuenta de que son más de las siete, el día se me ha pasado haciendo tareas y ahora solo iré a bañarme.

Se siente muy vacío todo, y es raro, pasamos de ser cinco a solo dos, a la casa le falta caos, risas y peleas tontas.

No sé cocinar, un año junto al mejor cocinero no me sirvió para aprender nada, solo me dediqué a comerme todo y ahora tengo que conformarme con deliverys porque soy muy inútil en la cocina.

Extraño los pancitos, lo cual es dramático de mi parte porque ni ha pasado una semana, pero saber que ya no los tendré me hace extrañarlos.

Odio ser dramático, ¿En qué me he convertido?

El timbre suena de forma muy puntual, así que estoy seguro de que es Lean. Lau es capaz de llegar tarde aun cuando estamos en el mismo edificio.

Tomo una respiración profunda y abro la puerta, no me equivocaba, él está allí, al otro lado de la puerta con su mirada en el suelo.

Me había preparado mentalmente para esto, pero entonces lo vi y todo se fue a la mierda.

Tengo ganas de abrazarlo, y de llorar, por primera vez desde que decidí alejarme las lágrimas quieren precipitarse en mis ojos quitándome el habla.

—Hola —saluda, con la voz entrecortada.

En un instante me replanteo la vida entera, ¿Qué pasa si me olvido de todo? ¿Qué pasa si nos doy otra oportunidad? ¿Qué pasa si lo beso ahora? ¿Y si me pongo a llorar? ¿Y si cierro la puerta porque soy demasiado cobarde para hacer lo que hay que hacer?

No sé por qué siempre he sido débil con él, jamás puedo molestarme, jamás puedo ser firme, simplemente él asume todo, dice lo siento y yo digo que sí.

¿Por qué esta vez no puede ser igual?

Porque ya lo he visto, he visto el problema y no es fácil de resolver, y una vez que lo has visto no puedes dejar de verlo.

—Hola —respondo luego de lo que pareció una eternidad.

Antes de que le ofrezca pasar, el ascensor se abre y Lau aparece allí. Se ve seria, saluda con cortesía, pero en todo momento evita mirar a Leandro.

Parece más molesta con él que conmigo.

En cuanto entramos a la casa, nos sentamos los tres en los sofás de la sala y el silencio se siente insoportable, comprendo que esto no será nada fácil.

Yo les dije que vinieran, se supone que tengo que decir algo pero solo tengo ganas de llorar.

Lo que teníamos era especial, era perfecto en medio del caos, era un lugar seguro al que siempre recurrir. Yo, con ellos, me sentía feliz.

Creo que fue por eso que no pude ver las cosas en su momento, no porque no ocurrieran, sino porque estaba tan concentrado en lo positivo que me traía estar a su lado, que de pronto lo negativo me explotó en la cara.

—Necesito... ser sincero —comienzo a hablar, rompiendo el silencio que ya era insostenible—. Estuve pensando mucho estos días, sobre mí, sobre ustedes, sobre nosotros, y creo que ya... bueno, creo no, decidí que ya no puedo seguir con esto.

—¿Ya no es un tiempo lo que nos pides? —pregunta Lau, manteniendo la seriedad, pero dejando que sus ojos se empañen.

—No, y de verdad me duele mucho, pero...

—No se nota —contrapone ella sin dejarme terminar—. ¿Sabes que veo? Que nos juzgas por estar inseguros, pero en realidad teníamos razón, para ti es fácil dejarnos, no te detienes a pensarlo, ni a luchar por mejorar. No te gusta algo y te vas, nosotros sabíamos que era así y por eso teníamos miedo de perderte.

—No es fácil para mí, claro que no —niego ya sin batallar contra las lágrimas, mostrarme fuerte solo proyecta indiferencia, y no es así.

Me duele, tal vez más que cualquier otra cosa en mi vida.

Al instante en que dejo las lágrimas correr, Leandro está llorando también, pero no dice nada, solo nos escucha.

—Elai, estás mandando a la mierda un año de relación porque sentimos celos una vez.

—No es por eso... no son los celos —niego, limpiando mis mejillas—. Es lo que tienen entre ustedes lo que está mal.

—¿Y qué importa eso? —responde ella—. Los dos hemos cambiado cosas por ti, de hecho esta relación comenzó por ti, solo porque ninguno de los dos quería perderte.

—Importa cuando llegamos al punto en el que él es capaz de hacer cosas que afectan su relación conmigo, solo por mantenerte contenta a ti.

—No hay relaciones indistintas, ese era el trato, no dividas las cosas.

—No debería haberlas, pero las hay —la contradigo manteniendo firme mi punto—. Nadie aquí ama a los dos de la misma manera, y la forma en la que se aman entre ustedes me hace ir por un camino separado.

—No, claro que no —insiste ella—. Leandro es igual de consentidor conmigo que contigo, solo que tal vez las cosas que yo quiero excedan más los límites, y lo acepto. Fui muy estúpida, pensé que podía manejarlo y lo hice mal, pero solo necesitaba un poquito de adaptación a la idea, nada más.

—Lau... No estás viendo la realidad, solo quieres negar el problema.

—No, solo quiero resolver el problema porque te amo más que a nada en el puto mundo y no quiero que me dejes, quiero intentar hasta que salga bien, y me duele tanto que tú no quieras que estoy enojada. —Las lágrimas se le salen aunque no quiera, las limpia de inmediato pero vuelven a salir—. Te juro que he luchado contra todo lo que hay en mi cabeza, mis inseguridades, mis traumas, mi ego, pero a veces fallo, a veces no puedo, y odio que me dejes por eso, como si todo mi esfuerzo por ser mejor valiera una mierda.

—Es que ese esfuerzo tienes que hacerlo por ti, no por mí.

Me cuesta hablar, todo lo que no he llorado esta semana parece querer precipitarse ahora, cortando mis palabras y mis ideas, y odio sentirme así de vulnerable.

—Ay, sí, ajá —ironiza volviendo a limpiar sus ojos—. Hermosas frases para poner en un post it en el refrigerador, pero valen mierda, Elai. Uno se esfuerza por los que ama, pero tú no entiendes de eso, tú siempre puedes huir porque eres desapegado.

—No estoy huyendo, creo que me esforcé lo suficiente por ti. He llegado a mi límite, y solo lo confirmo con esta conversación.

—Ah, ¿sí? ¿Y por qué? Porque todos los fantasmas que había en mi cabeza eran reales, porque no estoy a tu altura y nunca lo estaré.

—Yo no dije eso, solo que no queremos lo mismo... —intento expresarme mejor, pero ella me interrumpe.

—¿Sabes qué? Tienes razón, esto ya no tiene ningún sentido, si seguimos estaré todo el tiempo intentando merecerte y jamás lo voy a lograr, porque soy esto, inseguridad, impulsividad, y mierda.

—Ese es el problema, ninguno es lo que el otro necesita, y a veces el amor no alcanza.

—Okay —suelta poniéndose de pie, mordiendo su labio con furia y sin poder contener las lágrimas.

—¿Okay? —pregunto, un poco confuso al ver que ya planea irse.

—Sí, Elai. Okay.

Y sin decir más nada camina hacia la puerta y abandona el departamento.

Leandro no dijo nada, solo lloró mientras nos veía pelear, y ahora estamos aquí, los dos llorando por unos segundos hasta que también se pone de pie.

—¿También dirás okay y te irás? ¿O ni siquiera eso? —pregunto llevando los ojos hacia él, que evita mi mirada.

—Lo... siento —balbucea apenas logrando que se entienda.

Y entonces también se va.

No puedo dejar de llorar, no sé qué es esta puta mierda que siento en el pecho, pero quiero que se vaya, no quiero sentirlo más. Prefiero estar vacío, como antes, no sentir nada por nadie, que no me importe nada, porque esto es insoportable.

Mi cerebro proyecta todas esas cosas que ya no tendré, momentos en los que fui feliz y consciente de eso, solo para torturarme.

Bailar con Lau en ropa interior mientras le pedía que sea mi novia, Lean curando mis ojos con cucharas frías y enseñándome a pelar tomates, sentarme en la encimera para verlos pelear mientras cocinan, el aroma a pancitos los domingos por la tarde, las disculpas creativas de Lau cada vez que peleábamos por una tontería...

No tengo más eso y todo se siente vacío, pero de un vacío lleno de angustia. Levanto mis pies sobre el sofá mientras abrazo mis rodillas y me dejo caer en el dolor.

Yo decidí esto, fue mi decisión, ¿Si era lo correcto por qué duele tanto?

Extraño el desapego, extraño estar seguro... Me extraño a mí mismo. ¿Cuándo me perdí?

La puerta vuelve a abrirse y levanto mis ojos llorosos hacia allí de inmediato.

Él regresó.

—No, okay no —niega con determinación regresando al sofá—. No dejaré que todo esto termine solo con un okay, tengo muchas cosas que decirte, pero solo... a ti.

Esa división se sintió dolorosa, porque sea lo que sea que tenga que decir, si solo involucra a uno traerá más caos que claridad.

Pero quiero escucharlo, quiero su sinceridad, quiero que diga algo que tenga sentido porque hay una ridícula parte de mí que desea que no todo esté perdido.

Se agacha frente a mí y pone su mano en mi rodilla, así que en un acto de debilidad bajo la pierna y lo abrazo.

Él me regresa el abrazo tan fuerte que no lo quiero soltar.

Tal vez no lo haga... 

___________

Hola pollitos 🐣

Ay :( Ya no tengo palabras para las notas de autor, qué 💩 todo... Dejen emojis de caquita para expresar su descontento: 

Los quiero, aunque no parezca 

Besos, mil besitos 

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