Uno para el otro (Levi Ackerm...

By Cristillumibu

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Temporada 1: Terminada Temporada 2: En marcha Intenta no morir en un mundo en donde un movimiento en falso si... More

I Experience
II Star
III Control
IV Hurt
V Mission
VI Smile
VII Energy
VIII Daring
IX Child
X Dream
XI Free
XII Disaster
XIII Folder
XIV Truths
XV Doubts
XVI Torture
XVII Barn
XVIII Fear
XIX Limbo
XX Poisoning
XXI Blue
XXII Letter
XXIII Black tea
XXIV Green
XXV Trees
XXVI Souls
XXVII Destiny
XXVIII Motivation
XXIX Progress
XXX Promise
XXXI Hypothetical
XXXII Fire
XXXIII Welcome
XXXIV Inferno
XXXV Opportunity
XXXVI Mist
XXXVIII Impulse
XXXIX Conviction
XL She
XLI Melancholia
XLII Traitor
XLIII Rage
Epílogo
Segunda temportada
I Alive
II Old Friends
III War
IV Past
V Cruelty
VI Warmth

XXXVII Worthy

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By Cristillumibu


Levi

Intento con todas mis fuerzas mantenerme firme en la muralla, pero eso no evita que, al principio, al empezar el vapor flameante y el viento, la fuerza y la sorpresa no me hayan tomado desprevenido y me haya dado un golpe en la cabeza con algo que no pude distinguir por la confusión.

Mi corazón late con rapidez, y a aquello quiero atribuirle la sensación de euforia provocada por la adrenalina.

Como última alternativa, ocupo el equipo tridimensional para mantenerme fijo con mayor precisión, acoplando la suela de las botas a la muralla en un ángulo de noventa grados.

El aire es húmedo y tan caliente que quema, tanto la piel como las vías respiratorias, sin embargo, no puedo darme el lujo de retroceder más de lo que he permitido, pues la incertidumbre del paradero de (T/N) me inquieta en demasía.

Siento como algo pasa rozando mi cuerpo, algo lo suficiente contundente como, por reflejo, hacerme mover al sentido contrario, desestabilizándome.

Escucho el sonar de mi nombre entre las tinieblas, y el nerviosismo latente llega a mi corazón cuando distingo su voz. Mis empeños yacen en intentar orientarme, en orientarme lo suficiente como para poder encontrarla.

Miro hacia todos lados, pero no tengo tiempo para meditar la situación cuando me veo obligado a colocar mi brazo derecho, con los gatillos del equipo entre los dedos, tapándome los ojos, ya que el humo está tomando factura.

—¡Hay que alejarse! —. Escucho a Armin gritar en consejo.

Y eso sería lo apropiado, pero mis ansias de conseguir mi objetivo me hacen permanecer cerca, aun si me ocasiona quemaduras.

Pero justo cuando la decisión es tomada, cuando decido anclarme en desesperación al peligro, en una positiva señal, el humo empieza a disiparse, otorgándome la oportunidad que aprovecho sin chistar.

Salto, dejándome llevar por el fuerte viento que, por inercia, me lanza hacia atrás, incrustando el ancla al muro en justeza, pero moviéndome hacia los costados de la enorme construcción en vaivenes violento. Degusto la escena ante mis ojos, para tener una mayor visión de lo que está pasando y así evaluar cual será mi siguiente paso.

En el instante en que me alzo por los aires apropósito, dando por terminada la segunda tanda de vientos infernales, el sonido gutural proveniente de la garganta titánica de Eren retumba por los alrededores, en la señal que ha adquirido su figura de titán.

Aunque disminuido, el calor sigue abrasador, por lo que, incapaz de aproximarme más al busto del titán acorazado al sentir la piel arder y ver mis manos irritadas, regreso a la cubierta que el mismo muro me otorga, esta vez con una mejor visión de la zona superior.

Visualizo un número inferior de soldados vivos, pero, aún repasando mi mirada por todos esos rostros, la carencia de Tachibana es notoria, por lo menos para mí.

De reojo miro como Christa o, Historia, trata de no romperse en llanto, hablando desesperadamente con Connie, haciendo ademanes y chillando en desesperación.

Pero mi atención va hacia el amigo de (T/N), quien permanece anonadado por la situación a unos pasos de mí. Arlert apenas se percata de mi presencia, y no es hasta que toco su hombro que me devuelve la mirada, ansioso.

—La tenías al frente antes de lo acontecido, dime que sabes dónde está—. No requiero decir el nombre, pues el rubio queda en blanco, notoriamente afectado. Mis cejas amenazan con juntarse en el entrecejo. Pero la furia me invade cuando Armin arremete en pánico, llevándose una de sus manos hacia la barbilla.

Suspiro con dificultad, intentando recomponer todos mis sentidos ante la silenciosa respuesta y luego señalamiento inseguro hacia el titán colosal, que funge de una protección humeante.

Ver que Reiner llevaba consigo no solo a un Eren ya conocedor de la problemática, si no que a Tachibana por igual desencajó las piezas que no habíamos previsto.

Las ansias de lanzarla lejos y advertirle que se tenía que alejar lo que más sus piernas diesen enfermaron cada una de mis articulaciones como bacterias, pero aún pensando en su bienestar, sabía a la perfección el bien mayor que la humanidad se sometía a ganar si no interfería.

Así que, los impulsos, aguardando como animal hambriento, esperaron para explotar cuando la mirada de pánico y confusión llegó del pálido rostro de (T/N), en una paralizante búsqueda de rescate.

Ni siquiera un chispazo fue capaz de detener mi marcha acelerada con la intención de apartarla, viendo en mis narices como el edificio se desmoronaba y no había nada más que hacer, que todo había explotado y el descontrol sería lo que vería a continuación.

Pero parado ahí, sin la seguridad a mi lado, con el mal sabor de boca, sentí un malestar subiendo en ácido, pudriendo todo a su paso desde la bilis.

¿En qué momento Tachibana se había transformado en un pilar?

Donde si ésta desapareciera todo se desmoronaría hasta el polvo angustioso.

Ella tiene una mirada que hay que proteger, una vitalidad reluciente que había que pulir, un corazón lleno de sabias palabras y consejos que, a pesar de mi madurez otorgada por mas años de experiencia y sufrimiento, abracé con descaro.

Debería estar aquí, a mi lado, maldiciendo y dispuesta a horas de entrenamiento para probarse a sí misma, y hablándome de su día con una taza de te y algunos panecillos en la mesa, hasta avergonzarse por soltar datos vergonzosos y hallar una escapatoria rápida.

Tanto he perdido en mi vida, tantas muertes me ahogan la respiración, tantos sacrificios he presenciado, de tanto sufrimiento he sido víctima, que ya desconocedor era de lo tan aclamada tranquilidad.

Una tranquilidad que veo quebrarse cuando no despego la mirada de los músculos que van formando el titán colosal, borroso por el humo que todavía desprende como protección.

Ella me hace creer que, a pesar de todo, merezco paz.



(T/N)

Camino por las familiares calles de Shinganshina, donde soldados de las tropas estacionarias beben en una esquina, absueltos de cualquier delito que se esté cometiendo en sus narices y donde personas intercambian palabras como si de viejos familiares se tratasen.

Siento un peso en los brazos y no me hace falta girar la cabeza para saber que se trata de un libro, un libro que recuerdo como el de tapa azul, ahora más grande ante el cuerpo de mi yo de corta edad.

Sigo avanzando, en una dirección que forma parte de un recuerdo borroso, la dirección de mi casa, casa que me recibe con una entumecida y corroída puerta de madera, que me protege de la visión de las tablas con salpicaduras de vino y sangre.

Inhalo, respirando todo el oxígeno que mis pulmones pueden tolerar, adquiriendo la suficiente valentía como para ingresar.

Doy un paso, encarando sea lo que sea que me espera en la visión, sin embargo, un escalofrío me recorre y un sonido que me asusta y provoca que cierre los ojos, hacen que el recuerdo del interior de lo que fue mi casa en un antaño se evapore, dejando un paisaje que solo conocí en el mundo onírico.

Cuarto lujoso, con cortinas infinitas largas con telas color sangre seca tejidas a mano en exquisitos detalles, sillones amplios del mismo color decorados por numerosos cojines dorados con bellos tocados, una alfombra impoluta con dibujos lujosos, una chimenea apagada con esculturas en la superficie sobre ella y, a los lados de los sillones y en las esquinas, mesitas redondas con libros, floreros o teteras yacen de acompañamiento, también a un costado de unos sitiales.

Eso sí, algunas cortinas, encontrándose corridas y atadas con un cordel de trenza, revelan numerosas ventanas igual de enormes iluminando toda la habitación. Resaltando entre todas se encuentra la que reconocí como la de mis pesadillas.

Tan majestuosa como lo recordaba, camino hacia ella como polilla a la luz, encarando la imagen del exterior. Tardo unos instantes en acostumbrar mis ojos al brillo, pero cuando lo hago me topo con el jardín con toda una estela de flores de numerosos colores. Esta vez no hay personas regándolas con sumo cuidado, solo algunas abejas revolotean en sincronía.

—¡Señorita Ophelia!, ¿Por qué no estaba en los campos jugando como siempre? —. Una voz, llena de energía, surge a mis espaldas, provocando mi sorpresa.

Volteo, encontrándome con una señora de cuerpo rechoncho al igual que sus mejillas, rojas por, intuyo por su respiración agitada, correr. Los orbes suyos, moviéndose con expresión, parecen exclamar igual que su entonación, chillona y maternal.

—Y-Yo, ehm—. Solo cuando miro mis brazos buscando en las hojas amarillentas una respuesta o alivio, me percato de la desaparición del libro azul.

—Ay, niña, da igual, ven, ven. No puedes estar con tales harapos frente a tus padres, eso si que no—. Da saltitos, moviendo su vestido blanquecino de un lado a otro, como con gracia. Se acerca, agarrándome de los hombros y empujándome hacia un umbral a mi derecha que no había visto y que, para mi espanto, lleva a un paisaje oscuro.

—¿Las preparaciones están listas ya, Margarett? —. En un traje negro, elegante y cuidadosamente planchado con esmero, un hombre se asoma por la penumbra, mostrando un rostro que reconozco de inmediato.

Alto y delgado, se encorva para hablar con la señora amable pero nerviosa que ya no me empuja, tomando su distancia. Me veo inmersa entre los dos cuerpos, atraída por la relajada mandíbula del señor, hasta que éste baja la mirada hacia mí, dedicándome una sonrisa resplandeciente que hace que sus ojos cristalinos brillen en sinceridad.

—No te preocupes por esta chiquilla, a los invitados poco les importa la apariencia—. Un mohín aparece en mis labios, en un impulso que no evito. —¡Oh, mi dulce, te ves radiante de todos modos! —. Acaricia mi cabello, atado en trenzas a los costados.

Me centro tanto en sus bellos orbes cielo que no me doy cuenta que nuestro alrededor cambia, solo cuando la expresión llena de simpatía se contorsiona en dolor.

—¿Estás bien? —. A pesar de mi leve movimiento de cabeza afirmando, toca mis brazos y rostro. —Toma mi mano, tenemos que irnos, escapar—. Su angustia es palpable, tanta que me resulta pegajosa.

Me jala hacia la puerta de entrada, sintiendo el humo caliente y oscuro colarse entre las paredes y quemar las cortinas. Pero ahí, al frente, logro ver que es lo que sucede tras la ventana, tras las llamas serpenteando y amenazando con romper el vidrio que aun protege.

Un cuerpo lánguido yace en lo que era un bello césped verde, ahora sumido en cenizas, al lado, además, de camelias muertas, igual que la silueta de la señora Margarett, con sangre borboteando de las comisuras de sus labios y de su abdomen, tiñendo su blanco vestido de sirvienta.

La oscuridad se apodera de mi alrededor, adquiriendo manchones rojos cuando un dolor agudo en el pecho me hace caer al suelo en gritos.

—Lo siento, mi niña, lo siento—. La voz de mi madre me acaricia el oído, en sufribles lamentos. 




Dos capítulos en un día, esto yo lo considero un hecho para celebrar, ¡Salud! 

Ay, es que desde que leí lo que tenía que narrar me emocioné, y me atrevo a decir que este capitulo, ligero como lo ven, es mi nuevo cap favorito. 

Y es que amo narrar desde la perspectiva de Levi, y amo además ir desvelando cosas de Tachibana 

En fin, agradezco nuevamente sus comentarios, que anoche estaba leyéndolos y me hicieron chillar del amor. <3 gracias, gracias, gracias. 


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