El color de la inocencia

By LinaAcaria

764K 48.5K 7.8K

James ni siquiera tenía pensado que volver a casa de su madre le traería consigo una responsabilidad semejant... More

N/A
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
00
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
0
48.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
!!
58.
59.
60.
61.
62.
63.
65.
66.
67.
68.
69.
70.
71.
72.
73
74.
N/A
75.
PEQUEÑA JADE
76.
77.
78.
79.
...

64.

2.6K 240 49
By LinaAcaria

La suerte de cuidarte.

El cambio de clima cada vez es más evidente en la ciudad.

En este momento estoy hecha una bolita en mi cama observando las nubes grises por la ventana abierta. El viento frío golpea la única parte de mi cuerpo sin cubrir, mi cara.

Siento algo de paz, no voy a mentir.
Hablar con mi padre me ha dejado más tranquila conmigo misma. Aunque las noticias que me ha dado no son las hubiese querido oír, es mejor saberlas que desesperarse por no tener idea de que es lo que pasa a mi alrededor.

He tenido pésimos días y tengo que tener algo de fe en pensar que hoy me irá un poco mejor.

Papá ha mencionado que hoy debía verse con alguien quien pensaba que podía ayudarnos y creo que ya es hora de que algo bueno nos ocurra.

Espero que se trate de esa persona.

Doy una mirada de soslayo a la bandeja de la comida de ayer sobre mi mesita. Ni siquiera he terminado todo pero por algo se comienza ¿no?

Mi padre me ha pedido que no asista al instituto hasta que el doctor vuelva a verme y le diga algo bueno sobre mi estado.

Estoy muy cansada físicamente aunque he pasado el día de ayer inconsciente y he dormido toda la noche sorpresivamente bien, supongo que eso se debió a qué papá se quedó a mi lado toda la noche.
El punto es que debo comer más y dormir mejor pero creo que la primer parte es la que más trabajo me llevará.

No puedo comer mucho más de dos bocados de lo que sea sin sentir que llevo un peso enorme en el estómago.

Y creo que quedarme aquí sola no me ayudara en nada.

Dar vueltas sobre la cama a las siete de la mañana, pensando, no me dejará en un buen lugar. Mucho menos si lo que mejor diviso desde mi ventana es la habitación de James.

Desocupada, claramente. Porque el se ha ido de casa de su madre vaya a saber uno a dónde a hacer que cosa.

En este mismo momento el podría estar a mi lado, metido en mi cama abrazándome, pero no. Ni se ha molestado en ver mis mensajes.

Suspiro cansada. De verdad no tengo ánimo como para quedarme aquí.

Quizás no es una mala idea salir a caminar...

Recién las siete y seis y estaré sola por el resto de la mañana hasta que Eli vuelva de su trabajo y venga a casa a asesorarse que coma algo, por pedido de mi padre, claro.

Ni siquiera lo pienso mucho, me calzo unos jeans, las zapatillas y una sudadera negra. Sonrío al verme en el espejo, Ethan ha olvidado está sudadera la última vez que nos vimos y creo que ha pasado tanto que ya es mía.

Lo echo tanto de menos que de alguna forma siento que lo tengo cerca usando algo suyo.

En fin, necesito tomar un poco de aire. Tomo mis llaves y salgo de casa.

Le doy una última mirada al hogar de James antes de salir en dirección al centro.

Lo extraño, maldito terco...

Meto las manos en mis bolsillos acelerando el paso. Estoy tratando de ser positiva y espero terminar el día siéndolo.

Pido por favor que eso funcione.

Las calles están desoladas, no creí que un día de semana se vería tan solitario por el vecindario. Comprendo que todavía estoy lejos del centro y que el lugar siempre ha sido tranquilo pero en este momento estoy arrepintiendome completamente de haber salido.

Quién diría que no vería ni un alma por la calle. El clima tampoco ayuda en la situación puesto que hay algo de neblina y no distinto mucho más del resto de la calle frente a mi.

¿Debería volver o...?

Aguanto la respiración abruptamente al sentir un tubo duro chocar con mi cintura. Me he quedado estática, no puedo moverme.

—Tu celular —dice un tipo tras de mi.

Siento que mi corazón está a punto de reventar. No tengo nada encima, solo mis llaves.

Abro mi boca y solo puedo emitir un balbuceo inentendible. Me tiembla la barbilla y mis manos han quedado duras dentro de mis bolsillos.

—¡Dame el maldito celular y todo lo que llevas!

El tipo voltea al oír el ladrido de un perro que nos ha visto y parece ser mi señal salvadora. No sé de dónde he cogido el coraje pero lo siguiente que sé es que estoy corriendo.

Corriendo sin dirección alguna, me he metido entre otras calles con miedo de que esté siguiéndome. Aún al saber que no lo hace me cuesta parar. Siento un shock de adrenalina del que me cuesta bajar.

Al doblar en una de las calles resbalo con el agua de la lluvia y caigo de rodillas. Me dejó caer completamente, sentada en el pavimento recobrando el aliento.

No hay rastros de nadie más ahí y por si dudaba que no podía tener peor suerte creo que me he perdido y también que mis rodillas sangran.

Me toma unos minutos recomponerme. Creo que he corrido más de cinco cuadras y fueron las suficientes para perder noción de dónde estoy. Soy de esas personas que no saben los nombres de las calles solo como caminar entre lugares conocidos y aquello no me recordaba a nada.

Debí traer el estúpido celular.

Intento no llorar. Ya no puedo seguir gastando mis lágrimas por cualquier cosa que me pase.

Camino derecho intentando recordar por dónde he venido, ¿no pude ir muy lejos, verdad?

¿Por qué no solo me quedé en casa?

Por lo menos estaría lloriqueando desde mi cama y no en una calle fría con mis pantalones rasgados y la piel de mis rodillas ardiendo...

Arrugo mi nariz, el cartel frente a mi con el nombre de una calle muy difícil de pronunciar me suena a algo...

Creo recordar a Peyton hablarme de esa calle al mencionar el bar de Gabe pero no estoy segura.

Tengo que estar cerca del centro...

Al caminar por aquella calle comienzo a ver personas y autos, supongo que no estaba tan equivocada y he llegado hasta aquí aunque todavía no se con exactitud cómo volver a mi casa.

Algunos comercios aún están cerrados y otros comienzan a abrir sus puertas. Siento que de a poco voy dándome cuenta donde estoy y terminó por confirmarlo cuando a lo lejos veo el letrero del lugar de Gabe.

Me acerco hacia allí. Aún siguen saliendo y entrando personas del lugar. Gabe a mencionado que hasta los días de semana se quedaban allí hasta tarde.

Me quedo parada frente al lugar.

Recuerdo la cinta que me pusieron en la muñeca la última vez que estuve aquí, mencionaron que con eso podía hacer lo que quisiera pero resulta que ya no la tengo conmigo y no hay forma de que alguien me deje entrar con esta pinta que llevo.

¿Por qué vine hasta aquí?

El guardia del lugar tiene una cara de pocos amigos que asusta y ni siquiera tengo ganas de preguntarle si hay posibilidad de hablar con Gabe.

Aún me tiemblan las manos, no sé si por lo que ha sucedido minutos antes o porque de verdad tengo frío. La caída me ha mojado parte de la ropa ensuciandome también.

¿Algo más debería pasarme?

—¿Jade?

Volteo encontrándome a Zack a unos metros de mi, a punto de subir a un auto. El me inspecciona y cierra la puerta acercándose a mi.

—¿Qué pasó contigo?

Me encojo de hombros sin responderle.

El comienza a palpar sus bolsillos buscando algo.

—¿Jade quieres que llame a alguien? ¿Tus padres... Peyton?

—¿E-está Gabe?

Observo como frunce el ceño confundido.

—De acuerdo...

Su brazo me rodea guiandome con el. Zack  textea algo en su celular al tiempo que me hace pasar por la entrada del lugar. En cuestión de minutos Gabe aparece frente a nosotros.

—¿Cielito estás bien? —dice estrechandome en sus brazos. Puedo sentir lo rápido que late su corazón, no se que le ha dicho Zack pero parece realmente preocupado.

Los dos me observan esperando que conteste pero lo único que hago es negar en silencio. Gabe me mantiene en sus brazos sobando mi espalda.

—Ve al instituto, yo me quedo con ella —dice a su hermano.

Zack duda un poco pero termina por irse.

—¿Qué ha echo que faltes a clases? ¿Acaso te has fugado para verme pequeña pícara?

Por la forma en que su pulso sigue rápido  comprendo que solo quiere quitarle un poco de tensión a la situación. El espera paciente que yo sola me separe de su cuerpo y entrelaza su mano con la mía guiandome escaleras arriba.


Abre la puerta de la zona VIP me lleva hacia la parte de atrás del lugar.

Agradezco internamente que nadie esté prestandonos atención porque luzco fatal y jamás pensé que a esta hora el sitio este tan repleto.

Gabe abre una segunda puerta, adentrándonos a un cuarto que no había visto hasta el momento.

Lo primero que veo frente a mi es el color violeta de la habitación, en su centro hay una mesa de pool y a unos metros otra de póquer, además de unos sillones de cuero negro frente a un televisor grande y una barra pequeña en una esquina.

Cómo si de una infante se tratara el se tomó la libertad de sentarme en el sofá y quitarme el mismo la sudadera húmeda para darme una suya.

—¿Viniste sola hasta aquí?

Asiento cuando termina de pasar la prenda por mi cabeza.

—Jade en cuanto sigas sin hablar me dará un ataque, enserio me asustas...

—Estoy bien —suspiro agotada, escondiendome en su enorme sudadera.

—Bien, bajaré unos minutos y traeré algo caliente para que tomes. Te daré privacidad para que quites tus pantalones, están sucios.

Ni siquiera me dió tiempo de quejarme o decirle que no tenía ganas de tragar nada, mucho menos tenía ganas de quitar mi ropa, pero en fin, hice caso. Mis pantalones de veras estaban sucios y húmedos y eso es realmente incómodo.

Su ropa era lo bastante grande como para quedarme unos dedos por encima de mi rodilla así que no había problema en quedarme así.

También até mi cabello en un moño, también estaba algo sucio por la caída. Si me pongo a pensar unos segundos en lo que me ha pasado puedo fácilmente sentir como la dignidad cae de mi al triste suelo, como caí yo hace un rato.

Soy patética, y hoy termine por confirmarlo. ¿Dónde está ahora la Jade que pretendía tener un día agradable? Quedó tirada en la calle donde caí, probablemente.

—No sé cómo tomas las cosas pero aquí traje un café con leche, dos de azúcar y donas. Además de una frazada polar para ti —Gabe entro por la puerta tan cargado como podía estar.

Podría haberme detenido en decirle que de verdad agradecía su esfuerzo pero había más de un error en ello. Yo no tomo leche, mucho menos con azúcar, muchísimo menos comería donas pero eso sería solo repetir en voz alta las estupideces que Clara ha metido en mi cabeza.

Supongo que llevo tanto tiempo haciendo lo que mi madre deseaba que ya se ha vuelto cosa mía, puesto que cuando ví las donas solo pude pensar en vomitarlas.

—¿Por qué tienes esto aquí? —indago, haciendo incapié en la manta sobre su hombro.

—Zack suele dormir aquí a veces.

Gabe deja la comida sobre una mesa y la manta a un lado de mí. Lo observo arrodillarse frente a mis piernas y tomar la parte de atrás de mi rodilla.

Sufro un pequeño y vergonzoso escalofrío que a Gabe parece hacer sonreír.

Por dios, espero no haberme sonrojado...

Él saca un algodón y una botellita con líquido rojo para limpiar mis raspones. Ni siquiera había notado que traía eso.

Quedé embobada viendo como sus dedos limpiaban y colocaban banditas en mis rodillas. Gabe se encargó de acomodarme y taparme con la manta para luego poner el café entre mis manos.

—Estás muy pálida, tómalo por favor —dijo al notar que estaba a punto de refutar.

—Entonces... Zack pasa las noches aquí... —cambio de tema, alzando mis cejas.

—Así es, pero no por la razón que piensas. Mi hermano sufre los problemillas que sufriría cualquiera viviendo con mi padre y a veces eso lo trae aquí, al paraíso de Gabe —sonrie, tirándose hacia atrás sobre el respaldo—. Hablando de problemillas, ¿Me contarás que ha pasado contigo? De verdad me preocupas mucho.

Me encojo de hombros aspirando profundo. ¿Por dónde debería empezar?

—Se nota que no estás bien, Jade —alarga su mano tocando mi mejilla.

Cierro mis ojos hastiada.

—¿Tan notorio es? Empiezo a creer que de verdad luzco horrible. Últimamente todos me lo hacen saber.

Gabe deja escapar una tierna carcajada.

—Cielito, jamás podría decir tal blasfemia, tú nunca podrías lucir mal.

Sonríe con los labios apretados, luciendo sus marcados hoyuelos.

¿Me he sonrojado?
¿Pregunta o afirmación?

—¿Ya estás lista para hablar sobre lo que te pasa?

—No siendo sincera.

Niego acurrucandome contra el.

—Entonces podemos quedarnos en silencio —dice acomodando los mechones de mi cabello.

El se encargó de esperar que tomara el café aunque a pesar de insistir no pude tocar las donas, era demasiado para mí.

La tranquilidad que Gabe logro en mi solo tomando mi mano fue tal que no tarde mucho en quedarme dormida...

Pero la triste realidad es más pesada que la simple fantasía de no estresarme aunque sea diez minutos y lo siguiente que sé es que desperté sola en el sofá y a causa de la falta que me hacía el aire.

Mis manos suben instintivamente a mis mejillas que están empanadas.
El corazón me late furioso, y mis manos tiemblan levemente. He tenido una pesadilla horrible y la peor parte es que no puedo recordarla.

Solo sé que he soñado con ella como todas las últimas malditas noches que me han generado las bolsas que llevo bajo mis ojos.

No puedo contenerlo y rompo en llanto. Estoy tan agotada que mi cuerpo ya no lo aguanta. Yo ya no puedo aguantarlo...

Esto está siendo tan pesado para mi...

Mi llanto quizás es tan alto y agudo que no me dejo oir el momento exacto dónde Gabe entro por la puerta y me rodeo con sus brazos.

El hace solo un poco de fuerza, tomándome y subiendome sobre el, sentándose así conmigo encima. Cuál bebé me envuelve en la manta y me abraza tan fuerte como probablemente necesite todo este tiempo.

Sus manos frotan mis brazos intentando que entre en calor, la verdad es que estoy muriendo de frío y no se si eso es normal.

—Está bien cielito, llora, está bien —murmura cuando me aferro a su pecho.

El ni siquiera pregunto. Solo me mecio como niña pequeña y acaricio mi cabello por un tiempo tan largo que solo dios sabe cuánto fue.

Me gustaría decir que tarde poco en dejar de llorar pero no fue así. No había sentido realmente que alguien me haya dado el espacio para gritar y llorar cuánto mi tristeza lo necesitara. No hasta ahora, que me encuentro junto a Gabe.

El me pasó un pañuelo con su mano libre y seco con sus pulgares mi desalineado rostro. Apenas me estiré un poco cuando mis ojos hicieron contacto directo con los suyos.

Esperó paciente que me calme y que mi respiración vuelva a la normalidad.

Su pulgar limpio una débil lágrima que cayó por mis labios. Pude notar lo hinchados e irritados que estaban bajo su tacto.

Los ojitos caídos de Gabe lucian tristes al observarme y no podría explicarlo en voz alta pero eso me hacía sentir sumamente especial.

Creo que... Es algo estúpido pensar en eso...

Coloco mi mano en su mejilla tal como el la tiene en la mía. No lo pienso mucho cuando comienzo a acercarme a sus labios... Gabe es realmente hermoso.

Quizás es el destello de sorpresa en sus ojos o el sentimiento de culpa que me ataca el que me hace detener...

—Gabe, hermanito, estaba pensando y creo que he decidido a quien invitar.

Una rubia entra azotando la puerta con la vista clavada en su celular, hablando muy rápidamente.

Gabe carraspea incómodo, alejándose.

—Estoy en medio de algo —dice serio.

Ella nos clava su vista por fin y alza sus finas cejas algo sorprendida. Sus ojos caen en la mano que Gabe posa en mi muslo.

Me alejo de su hermano sintiéndome desubicada, no tenía el derecho de tomarme tal libertad con Gabe.

Puedo notar la cara de pocos amigos con la que mira Gabe la mira mientras está me exhamina de pies a cabeza a mi.

—Por dios chiquilla, parece que te ha pasado un auto por encima —masculla.

Enarco mis cejas sin poder creer la forma descarada en la que ella se ha referido a mi.

—Trish, vete afuera.

Gabe se para, visiblemente molesto y la toma de sus hombros volteandola hacia la puerta.

—¡Oh, ya se quien es ella! —chilla librandose de su agarre y volteando nuevamente a mi — ¡Es tu invitada de fin de semana! —ella se acerca a mi y extiende su mano, dudo en tomarla pero al final termino haciéndolo—. Eres Jade, la amiga de Peyton. Mis hermanos han hablado de ti.

—¿Si? —finjo interés. Lo cierto es que su agudo todo esta partiendo mi cabeza.

La rubia sigue hablando pero pierdo el hilo de la conversación. Solo volteo a Gabe y hundo las cejas esperando que me explique aquello.

—Tradición familiar —responde bajito.

—¿Y yo soy parte de eso?

Gabe vuelve la vista a su hermana sin responderme.

—Quiero estar solo con Jade, si no te molesta —dice ya sin paciencia. Su hermana aprieta los labios acercandose a la puerta.

—De todas formas ya me iba. Solo quería contarte que he decidido invitar al nuevo empleado para que venga con nosotros este fin de semana. Su nombre es James.

Volteo la cabeza tan rápido que mi cuello duele.

—No puedes invitarlo a él —se me adelanta Gabe. Lo cierto es que estoy a punto de saltarle al cuello.

—¿Por qué no podría? —arruga su entrecejo— el me agrada y me gusta también.

La risa que soltó al final de aquella frase perforó mi tímpano de una manera casi sobrehumana.

Estoy muriendo de las ganas de empujarla para que salga de la habitación y cierre la boca.

—Ni siquiera lo conoces, T.

—Si que lo conozco —refunfuña.

—Eres su jefa, no es apropiado. No discutiremos más el asunto.

—Ya es tarde, ya lo invité. —dijo y salió azotando la puerta de la misma manera que cuando entro.

—Eso fue tan incómodo... Lo siento.

No preste mucha atención a lo que decía Gabe. Su hermana me había dejado los pelos de punta y no es hasta cuándo se ofreció a llevarme a casa que volvimos a hablar.

Al subir al auto, se creo algo de clima con la música que el había colocado. No solo el ambiente se había vuelto tenso entre nosotros por su hermana. Si no también por la situación que torpe e innecesariamente había creado entre nosotros.

Gabe hasta se había portado tan amable al punto de escaparse al centro mientras dormía para comprarme unos leggings y que pueda volver con algo decente a mi casa.

Estaba eternamente agradecida con el pero en ese momento no supe que decir. Su hermana me dejó un gusto amargo dentro, no tanto por la forma en la que hablaba de James si no porque recordé lo distanciados que decidimos estúpidamente estar.

¿Qué hacía yo intentado besar a Gabe? ¿Y qué es lo que el hacia hablando con Trish sobre un fin de semana juntos?

Es algo completamente alejado a lo que creí que pasaría entre nosotros luego de sincerarnos con respecto a lo que sentíamos...

—¿En qué piensas?

Froto mis ojos antes de observarle.

—En que tú hermana menciono que soy tu invitada de fin de semana —miento— ¿Qué significa eso?

—Mi padre inaugura un hotel fuera de la ciudad —responde volteando la calle, no quedaba mucho para llegar a la mía—, es una pequeña tradición familiar llevar una persona como acompañante. Es para la buena suerte.

—¿Y me elegiste a mi?

Asiente un poco obvio.

—Zack eligió a Peyton así que pensé que podríamos pasarnosla bien juntos —aparcó frente a mi casa y volteo a verme—. Claro que no tenía en mis planes lo de Trish pero te aseguro que evitaré que intente algo con James, puedes quedarte tranquila.

—No hace falta, Gabe. De verdad aprecio que te preocupes por mi pero James es adulto y es una decisión suya, no hay porque entrometerse.

Al terminar aquella frase trague tan duro que mi garganta dolió. De algo estoy segura, por dentro me encuentro gritando.

—¿En serio?

Mi actitud madura no pareció convencer ni al mismo Gabe.

—Si.

—¿Y tú? ¿Vendrás conmigo?

—Gabe...

—Realmente me gustaría que nos acompañes pero si no quieres, lo entenderé.

Cierro los ojos sintiendo como frota mi brazo de una forma contenedora.

—Significa mucho para mí ser tu primera opción pero no creo que sea el momento en el que pueda darme vacaciones.

—Yo no le diría así, solo son tres días...

Tres días es mucho tiempo lejos de papá... No puedo hacer eso.

Mi rostro debe haber dicho más que muchas palabras porque el solo asintió y dejo de insistir.

—Tendrás que comentarle tu decisión a Peyton. Lucia muy emocionada y dijo que se ocuparía de ti.

Asentí apenada y saludé a Gabe antes de bajar del auto.

Tan solo cinco minutos después Elizabeth entró por mi puerta. Ella hasta me tomó la fiebre al entrar y se asesoro de que no tomara frío. Pregunto más de tres veces si había desayunado algo y más de diez si me había sentido mareada o decaída por la mañana.

De pronto la charla con mi vecina parecía un chequeo médico.

—Te traje algo —dice al notar mi ánimo— creo que te gustará mucho.

—¿De que se trata?

—Dentro de mi bolso —indica con una sonrisa en sus labios.

Imitó su gesto para no sentirme una desagradecida y voy en busca de lo que me ha dicho.

Dentro de su cartera, además de sus cosas, hay dos cd's. El primero tiene mi nombre y el segundo tiene escrito "danza".

Observo a Eli sin entender muy bien.

—Los halló James perdidos dentro de una caja, creí que te interesaría verlos.

La emoción en su voz se me contagia algo y tomo la laptop de mi padre para ponerla frente a ella. Meto el cd que menciona el baile porque por alguna extraña razón llama más mi atención.

Al comenzar el vídeo puedo oír la voz de la hermana de papá detrás de la cámara y a una versión de mi de hace años, algo regordeta frente a ella.

Mis ojos se aguaron sin poder evitarlo.

Al verme bailar, con mi tutú, mi moño y una sonrisa en mi rostro que me hizo sentir extraña recordé cuando cumplí los nueve años...

Conocí por primera vez a una terapeuta... papá me llevó a escondidas porque no podía hacer ninguna actividad de las que solían gustarme sin frustrarme por creer que lo estaba haciendo mal.

En ese entonces, él no sabía el trato que recibía por parte de Clara.
El no tenía idea de lo seguido que ella me recordaba no era ni lo suficientemente buena ni lo suficientemente útil para completar cualquier tipo de tarea o quizás hacer cualquier cosa que un niño haría con total normalidad.

Clara supo nuestro secreto y prohibió que siquiera pise mi segunda sesión.

A los años volví a asistir, esa vez porque yo le pedí a papá que me llevara a escondidas.

Necesitaba hablar con un terapeuta sobre las cosas malas que pasaban conmigo.
No oculte la angustia al comentarle que no lograba tener recuerdos felices y eso me asustaba.

Las hermanas de papá siempre que me visitaban repetían y repetían anécdotas graciosas y tiernas de hace solo unos pocos años atrás y yo no era capaz de recordar aquello.

Era como si relataran una vida que no era la mía.

En ese momento mi terapeuta me dijo que mi cerebro reprimía recuerdos inconscientemente con la intención de protegerme del dolor que estos me causaron. Pero también menciono que este no podía seleccionar y diferenciar los buenos de los malos y a veces borra cosas que debería recordar con cariño.

Eso explicaría porque no recuerdo demasiado a Elizabeth tampoco.

Ella ha estado la mayor parte de mi vida ahí.

Cómo si fuera mi madre...

Dios me libre y me guarde de que me odien por no actualizar seguido.

Vine con un capítulo tan largo como pude para comenzar de a poco con lo bueno... les prometo que valdrá la pena esperarme!¡

Y es que hasta yo estoy rota de tan mal que la pasa la niña 😪 pero siempre después de la lluvia sale el sol y espero que esté sol les guste tanto como a mí.

Por cierto, mi gusto culposo es la tensión sexual que se cargan Gabe y Jade

¿Eso está mal?

Gracias por la paciencia y el amor. Hasta la próxima ♥️ xoxoxo

Continue Reading

You'll Also Like

169K 5K 33
"pov Jungkook es tu profesor pero harás que se enamore de ti" ¡🔞! Leer a tu responsabilidad! Recuerda que esta historia está empezada en tiktok, par...
773K 23.3K 136
𝖢𝗈𝗇𝗍𝗂𝖾𝗇𝖾 𝖯𝖺𝗋𝗍𝖾𝗌 𝖽𝖾 𝗌𝖾𝗑𝗈 🔞 -𝖣𝖾𝗇𝗅𝖾 𝖺𝗉𝗈𝗒𝗈 𝗉𝗅𝗌-❤
745K 44.7K 36
Sofia Curuso llega a Italia para hacer una nueva vida en aquel hermoso país. Lo que no se esperará es conocer a un grupo de hermanos, siendo estos lo...
50K 4.4K 52
No era una simple Dron defectuosa después de todo... Primera temporada: concluida Segunda temporada: en curso