Capítulo 45

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Para tratar de darle una pausa a la contradicción que sentía al igual que asco, con mucho esfuerzo intenté seguir con la misión, porque era lo único y lo último que podía hacer para no derrumbarme... porque una gran parte de mí me recordaba la posibilidad de que eso no había sido una actuación por la misión.

Con toda la intención, pegué mi trasero al cuerpo de Jordan con los ojos cerrados, sintiéndome sucia al mil, y, por si fuera poco, bajé mi cuerpo entre el mismo baile. Y no sé cómo lo hice, porque mi corazón estaba a nada de estallarme de tanto dolor que sentía.

–¡Sí! – gritó con júbilo el tipo este y sentí su mano rodeándome la cintura hasta dejarla en mi abdomen.

El tipo se movió por detrás como si estuviera bailando también y yo me giré, quedando frente a frente.

–¿Te gusta bailar? – le pregunté con la sonrisa más hipócrita que había hecho en mi vida.

–Me gusta que me bailen. – dijo con la cara roja.

Esa respuesta encaminó una serie de ideas que llevaban a un solo objetivo en mi mente, por lo que muy animada le respondí:

–Con gusto lo hago. – dije con un tono seductor que me inventé y jalé una silla que estaba cerca. – Siéntate y haré mi trabajo.

–Haz que grite tu nombre, Miri. – me dijo Megan y yo supe a qué venía.

Me dijo Miri por el diminutivo de Miranda, el cual era mi nombre falso.

Una vez sentado, detrás del hombre allá al fondo, la puerta del bar se abría, dejando entrar a Paul. Justo como estaba estipulado. Por otro lado, la sensación de que la presión se me estaba bajando volvió a golpearme al recordarme que la agente Moore había besado a Maslow por cualquiera que fuera la razón, y lo difícil era continuar con la farsa, pues por dentro me estaba muriendo de celos y hasta miedo tenía.

Bailé de nuevo con sensualidad, acercándome a Jordan y abriéndome de piernas para fingir que me sentaría en él. Le tomé las manos y las dejé en mis caderas. Sentí más horror que antes porque yo no era de las que se dejaran tocar por otro ser humano más que mi novio. Pero bueno, tenía que continuar.

–¿Qué tienes para mí? – su pregunta cargada de lujuria le daba un toque lunático.

Por poco y le vomito encima.

–Ya verás. – sonreí de oreja a oreja, fingiendo placer cuando él tomó los tirantes de mi tanga.

Aproveché el momento para levantar mis manos y metí una de ellas a mi espalda por la parte de mi cuello, tocando mi pistola y sacándola en un segundo.

–Estás detenido. – le dije con tono neutro.

Lose Control de Missy Eliott comenzó a sonar en ese momento, dándole un fondo peculiar a la escena.

La cara de Jordan se desfiguró toda y cuando le apunté, el caos comenzó.

Un disparo me golpeó el hombro y me tiró al suelo.

Megan comenzó a disparar y yo, aunque estaba en el suelo, me subí el cierre de la chaqueta, sintiendo al mismo tiempo que me jalaban de las piernas con mucha fuerza.

Era un hombre enormísimo y tenía cara de maldito. En ese momento, miré que en mi brazo no había nada, confirmando la dureza de la aparente tela y la increíble función que tenía aún mejor que un chaleco antibalas. Así que como no tenía ninguna herida, apreté el truco de mi bota y no dudé ni un segundo en lastimarlo con el cuchillo.

Me levanté de golpe y me lancé hacia el tipo ya lastimado de los brazos, porque ahí fue donde apunté el cuchillo que no se me despegaba de la bota, me colgué de su cuerpo y giré el mío a tal grado de lanzarlo al suelo.

Mi ProtegidaWhere stories live. Discover now