Capítulo 37

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Las lágrimas que había derramado habían sido por puro coraje, pues no veía nada justo el que Leonard se atreviera a hacer sentir mal a Maslow para justificar sus razones de quererme dar de baja del trabajo.

También tenía que analizar la situación con detalle, porque muchas de las cosas que dijo Leonard habían sido ciertas, y aunque quizá no era la manera de decirlas, le había dicho una gran verdad a Maslow sobre el peligro que ahora corrían ellos al tenerme de regreso después de haber sido perseguida. No podíamos cantar victoria todavía, porque podría haber secuelas, y yo no podría volverlos a involucrar ni a ellos ni a nadie por mi seguridad. Eso ni hablar. Ya había tenido suficiente y no pensaba causarles problemas en lo más mínimo.

Tenía que pensar en algo, porque me quedó claro que no sería recibida en este trabajo como de costumbre. Sabía bien que cómo pensaba Leonard, y nadie lo hacía cambiar de parecer una vez que dictaminaba algo. Pero lo malo era que como no tenía ni diez minutos de haberme enterado por su propia voz sobre sus planes de correrme, eso nublaba mis pensamientos y no me dejaba tomar decisiones momentáneas, porque a decir verdad no estaba preparada para esto.

Yo desempleada del trabajo que más he amado en la vida y que me quiten encima el puesto que tengo en el FBI... Tan solo pensarlo me hacía sentir deprimida. Me dolía imaginarme una vida sin acción.

–A ver...– dije en voz alta para mí misma. – Piensa. – me dije al espejo. – ¿Prefieres arriesgar a todos o solamente aceptar el despido y retirarte para no involucrar a nadie?

Sentí un nudo en la garganta lleno de impotencia e indecisión, porque no sabía qué podía hacer, y tampoco podía salir del baño con la mente tan llena de incomodidad. Entonces me puse a pasar lista mentalmente de las cosas geniales que había hecho estando aquí desde que insulté al coronel cuando apenas era militar, lo cual fue mi pase directo para trabajar con Joe. – sonreí por recordar esos tiempos.

Después de mucho tiempo pensando y tratando de buscar soluciones, determiné que no podía decidir nada, y no es que pudiese hacer la gran cosa yo sola, pero al menos intenté usar la razón para encontrar alguna defensa para cuando llegara el momento de decirme lo que ya había oído.

Salí como si todo estuviera en orden, y procuraba que no me afectaba en nada las palabras de Leonard. Me metí a la oficina y me senté en mi silla para distraerme en mi escritorio.

–¿En qué quedaron? –preguntó una voz que me tomó desprevenida.

Era Evant y antes de que me notara desconcertada, intenté improvisar.

–Estaba ocupado, por eso no pude hablar con él. Creo que tenía gente en la oficina.

Evant asintió.

–Ah bueno, pues de todos modos lo hablarán en su casa, me imagino. Lo vi bastante animado. – sonrió.

En ese momento me llegó de golpe un pensamiento que me hirió.

Si yo dejaba de trabajar, ya no podría ser la agente personal de Evant, y eso implicaba no verlo a diario como estaba acostumbrada. Tampoco vería a Jerry y a Paul cada mañana como de costumbre, y eso me hizo sentir algo parecido al dolor en el pecho. Fue muy triste.

–Oye, y ¿qué sabes de Paul? Yo no le he querido marcar por pura prudencia, pero si ya se puede, lo haré.

–Pues está muy bien. Lo está cuidando la mamá de Jerry. – dijo Ev.

–Ah sí, eso supe. – respondí.

Volteé a ver un momento a la puerta y ahí estaba Maslow.

Sentí un bajó de presión nada más por verlo, y el corazón lo tenía casi en la boca al ver que su semblante trataba con mucha fuerza ocultar su intranquilidad.

Mi ProtegidaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant