Capítulo 8

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Una vez que terminé de escoger mis cinco canciones, me reí cuando se las mostré a Mas y él me mostró las suyas.

–Te aclaro que no tienen mucho que ver, pero el acompañamiento es muy bueno. –me dijo.

–Pues supongo que las mías igual.

Love on the brain - Rihanna

Love me like you do - Ellie Goulding

Can you feel the love tonight - Elton John

This never happened before - Paul McCarthey

Take my breath away - Berlin.

Esas cinco canciones eran las más decentes que podíamos escuchar al menos de mi parte.

–He escuchado varias de estas, hagamos una playlist.

–No puedo creer que estemos haciendo una playlist para esto. –dije sonriendo y me presto su teléfono para que checara las suyas.

Angel baby- Rosie and The Originals

Oh darling!- The beatles

Jealous guy- John Lennon

Yo te seguiré- Alberto plaza

Sara- Starship

–¿Sara? –pregunté al leer la última canción y noté su sonrisa.

–Claro, esa me encanta porque tiene tu nombre, nada más que sin la hache.

–No la he escuchado.

–¿Quieres oírla ahora o dejar que el aleatorio haga lo suyo?

–Prefiero que me sorprenda en el aleatorio. – Me levanté del sillón y me puse frente a Mas. –¿Seguro de hacer esto?

–Totalmente.

–Porque si te sientes incómodo, puedes decirlo.

–No, Sarah. Estoy seguro y viejo como para andar pensando en tormentos.

–Cuarenta y seis no es estar viejo.

–Te adelanto diecisiete años. Me siento viejo a tu lado.

–Ay por favor, a mí no me interesa la edad en lo absoluto. Yo te amo Joe.

–Me siento especial cuando me hablas por mi nombre y no digo que mi apellido me moleste. –confesó.

–Eres especial para mí, Joe.

–Y tú para mí, Sarah.

–¿Estás listo para dar este paso conmigo?

–Más que listo. –me sonrió con ternura y yo me derretí por dentro porque no podía creer que iba a hacerlo con Maslow.

Mas tomó su teléfono y vi cómo apretaba el aleatorio, y en automático, comenzó a escucharse en su equipo de sonido la primera canción.

This never happened before - Paul McCarthey

–Increíble comienzo. –dijo y me tomó de la cintura. –Ven aquí. –Me abrazó y después de las primeras notas en piano, comenzó la canción con un acompañamiento bellísimo y hasta Maslow me tomó una mano y puso la otra suya en mi cintura.

–¿Estamos bailando? –pregunté al notar que nuestros cuerpos se movían en automático y nos quedábamos viendo.

–Sí, y es un buen comienzo. –respondió con su voz ronca.

–Lo es. Me gusta la canción.

–A mí me gustas más tú. –sonreí y acomodé mi cabeza en su pecho.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora