Capítulo 6

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–¿Tienes idea de lo bien que huele eso? –preguntó Mas llegando a la cocina. – No lo puedo creer, se ve rico. – me tomó de la cintura y me besó el cuello.

–Me alegra que te guste. –dije sin dejar de perderle la vista al omelette y sintiendo cómo me abrazaba.

–Me siento feliz aquí, contigo. –dijo y sentí miles de cosas en mi pecho.

–Yo también. – Maslow se quedó callado y yo me tuve que mover un poco para servir la comida en el plato después de apagar la estufa.

–Sarah, no me lo vas a negar. –me giré para verlo. – Abriste ese cajón, ¿verdad? –Sonreí involuntariamente. –Lo siento, perdóname, no debí tener eso aquí. Se supone que la guardé hace mucho tiempo y no la he sacado de ahí porque...–lo interrumpí.

–Mas, no tienes que darme explicaciones de nada. Lo entiendo bien, además, esa es otra historia.

–Pero no me imagino qué sentiste al verla.

–Mas, escúchame. –me acerqué y le tomé una mano. –Ya basta de disculparte por todo, por favor. No quiero que cargues culpa de nada, ¿sí? –Él sonrió con tristeza y soltó el aire lentamente. – ¿Sí?

–Está bien. Es solo que...–hubo silencio. –No quiero perderte por cosas así, y es más, no te quiero perder por nada.

–Y no me vas a perder. –rodeé su cuello con mis brazos y él me tomó de la cintura. –Tienes que entender que te amo como no tienes idea, y agradezco cada día la oportunidad de tenerte en mi vida, y que también estés con vida. –Maslow acercó su cabeza y me besó de una manera tan profunda que comencé a sentir arder todo mi cuerpo. – Amor...–dije entre el beso y más se encendió.

El hombre me llevó caminando hacia atrás hasta que toqué la barra, y sentí escalofríos en cada desliz que hacía con sus manos sobre mi espalda. Luego me tomó del mentón y yo le tomé las manos sin impedir lo que estaba haciendo.

Maslow jadeó entre el beso y eso me aceleró aún más, por lo que, sin pensarlo, moví un poco las piernas para quedar ligeramente abierta para que así se pegara más, plan que funcionó a la perfección, porque en cuestión de segundos me subió a la barra y gracias a mi vestido pude aprovechar tenerlo entre mis piernas.

Mi parte favorita fue cuando bajó una de sus manos para acariciar mi pierna y ahora sí estaba más excitada que nunca.

–Mas. –dije.

–¿Sí? –susurró.

–Si no quieres que pase algo más, por favor detente. –dije pausadamente porque el hombre me estaba comiendo los labios.

–No tienes idea de cómo te deseo, Sarah.

–Y yo a ti, te lo juro. – me dejó de besar y nos quedamos viendo solamente para confirmar que pasaríamos a un segundo plano.

Su boca se estrelló con la mía y lo despeiné hasta más no poder. Mi vestido estaba tan alzado que dejaba ver mis bragas, por lo que sentía con claridad el roce de su pantalón pegado mis piernas e incluso intimidad.

Maslow ahora bajó sus dos manos, sin dejar de besarme, y ambas manos se quedaron en el borde de mi ropa interior inferior.

Mi corazón acelerado, me obligó a gemir como signo de desesperación en cuanto sus pulgares entraron a tocar mi intimidad por la parte de arriba. Y, por si fuera poco, dentro de mi boca sentí entrar la lengua de Maslow para encontrarse con la mía.

Lo atraje hacia a mí para que me acostara ahí mismo o hiciera lo que sea, y así fue. Me acosté en la barra y él se alzó un poco para alcanzar mi boca.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora