especial: lo que hubiera sido

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El peliblanco bufa, se estira hasta alcanzar un par de botones que presiona, la ventana se cierra, con un cristal negro que cierra por completo la visión a Everon.

- Ahora, bésame. - pide nuevamente, Samuel termina por sonreír y estirarse hacia él, besándolo con dulzura en un beso rápido. - Que así no. - se queja.

- ¿Entonces cómo, chaval? - pregunta con tono coqueto, no debía sentirse así estando con Rubén, mucho menos cuando estaba ebrio, pero no podía evitarlo, no cuando lo veía así, no cuando tenía los labios tan rojos y no cuando se había puesto maquillaje para que él lo viera.

El peliblanco se estira, tomándole el rostro con una mano y llevándolo hasta sus labios, Rubén estaba ebrio, y Samuel debía detenerlo de hacer lo que estaba haciendo, pero no podía, no cuando el menor lo besaba así.

El pelinegro le separó los labios con el pulgar, y coló su lengua entre ellos, efectivamente sabía a gelatina, y un deje de licor.

- Ya... - susurra el mayor, separándose de él. - ya estuvo bien...

Pero Rubén le besa la mandíbula, y luego el cuello, el pelinegro suspira, dejándose besar, soltando el aire entre los dientes, disfrutando de la situación hasta que siente la mano del menor deslizándose por su abdomen.

- Eh, eh. - detiene, sujetándole la muñeca, con las mejillas sonrosadas. - No.

- Solo un poco... - pide en voz baja, con tono grave, y Samuel niega. - Sam... - suspira, pero el pelinegro vuelve a negar.

- Que no, subnormal. - continúa, y cuando el peliblanco está por reclamar, un teléfono suena en algún sitio, las manos de Rubén finalmente se separan del mayor cuando se da cuenta de que es su teléfono el que suena. Encuentra el aparato en uno de sus bolsillos y responde sin ver el nombre en la pantalla.

- ¿Aló? - Samuel lo mira, y el ceño fruncido cambia cuando entorna los ojos. - Hola, nana. - murmura, y asiente quedamente. - Sí, ya estamos en camino... no, nana, Samuel está sentado del otro lado de la limusina... oh, nonono, la ventana debió cerrarse sola. - se excusa, y una sonrisita se extiende por los labios de Samuel. - Claro, bien... hasta luego. - Rubén corta la llamada y suspira. - Everon le dijo que cerramos la ventana.

Se miran un instante antes de echarse a reír.

* * *

- Mi novio es un universitario. - dice el peliblanco, mirando al mayor quién tiene el ceño fruncido. - Como me encanta decir eso.

Samuel sonríe quedamente, mirándolo a través de la pantalla de su computador. - ¿Qué tal va todo por allá?

- Bien, los maestros siguen siendo igual de insoportables y todo el mundo me trata diferente. - responde, encogiéndose de hombros. - ¿Y tú? ¿Ya tienes admiradores?

- ¿Celoso? - pregunta el mayor, Rubén sonríe con sorna.

- Nah, jamás podrías dejarme, me adoras. - murmura con sorna, Samuel deja lo que está haciendo para mirarlo con una sonrisita.

- Bueno, hay personas bastante atrac~

- Calla... - advierte, Samuel ríe. - ¿cuándo vienes?

- Bueno, tengo tiempo el fin de semana, si termino el proyecto que tengo pendiente quizás vaya. - responde, volviendo a escribir en su cuaderno, el menor se queja.

- ¿Cómo que "quizás"? - inquiere con ceño fruncido. - Es tu cumpleaños, no puedes no venir.

- Estoy a dos horas, Rub, puedo ir cuando acabe el proyecto. - insiste, el peliblanco entorna los ojos.

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Where stories live. Discover now