seis: irse

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- ¿Qué le pasa? - pregunta la mujer en cuanto los ve entrar.

- No lo sé, - murmura el rubio, el acento envolviéndose en sus palabras. - he has been like that since we left the store. (Ha estado así desde que dejamos la tienda.)

- ¿Puedes ir a dejar esto arriba? - pide el castaño, Ryan toma las bolsas que le entrega su novio, mirándolo aun preocupado.

- Are you okay? - pregunta, los ojos grises brillando en su dirección, pero Luzu no lo ve, no. - Luzu...

- Voy al despacho. - corta, mirando a su madre y luego al rubio. - Tengo cosas que hacer.

Y se retira, sin más, Ryan suspira, mirándolo, ¿había hecho algo para molestarlo? Quizás había sido aquella broma tonta que había hecho de camino a casa, porque Luzu no se había reído, quizás estaba enojado porque no había querido pedirle nada.

- Él está bien. - tranquiliza la mujer, poniéndole una mano en el hombro. - Tranquilo, ¿sí?

- Yeah, yeah... voy a... cambiarme... can we paint? (¿Podemos pintar?) - ella le sonríe, asintiendo.

- Claro, cielo, voy a estar en el estudio, ve cuando quieras. - tranquiliza, el rubio asiente, y empieza a subir las escaleras.

Compartía habitación con su novio, aunque habían habitaciones de sobra, así que entró, dejando las bolsas sobre la cama, y suspiró. Debía dejar de darle vueltas a la actitud de Luzu, seguro le había dado una jaqueca y eso era lo que lo tenía de malas, por eso el agarre en su mano se había sentido diferente y... se puso la camiseta vieja por los hombros, sintiéndose diminuto, agitó aquellos pensamientos de su cabeza.

Salió de la habitación mientras se recogía los rizos en una pequeñísima coleta; el estudio de arte de la madre de Luzu estaba en la parte posterior de la casa, era increíblemente hermoso, con ventanas tan grandes que casi no había paredes, y lienzos, pinturas y pinceles alrededor de todo el brillante espacio, Ryan había estado ahí un par de veces antes, se parecía un poco al estudio que tenían en casa, en Los Ángeles, a excepción de que este era más grande y un poco más desordenado.

- That looks magnificent... (Eso luce maravilloso...) - susurra, mirando a la mujer, que acaba de dar un par de pinceladas en el cuadro, formando la última de las mariposas doradas, ella suspira, sonriente ante su obra y echa los hombros hacía atrás. - Where is the man in the coat? (¿Dónde está el hombre en el abrigo?) - inquiere, ella niega.

- He's gone... (Se ha ido...) - responde con sencillez, Ryan reconoce un poco de añoranza en su voz. - He decidido que lo mejor es dejar que se vaya, lo mantuve sujeto demasiado tiempo.

- P-pero... - murmura. - you love him... (usted lo ama...) - ella asiente en su dirección, mirándolo con dulzura. "El hombre en el abrigo" había sido aquella pequeña parte de su esposo que ella continuaba pintando, escondiendo en cada pintura, pero ya no más.

- We can not hold the ones that we love, that is not fair; that is not love. (No podemos retener a los que amamos, eso no es justo; eso no es amor.) - explica, y vuelve a mirar la pintura, asintiendo. - Ahora, voy a preparar algo de comer, - dice. - siéntete libre de usar lo que quieras, cielo.

El rubio asiente y cuando la mujer finalmente se ha ido, Ryan camina alrededor, encuentra un pequeño frasco de pintura negra, otro café y algo de blanco, un par de pinceles y un lienzo; se sienta en el suelo con la espalda contra la pared y deja la pintura y los pinceles junto a él, antes de empezar a pintar, con suaves rasgos y movimientos del pincel entre sus dedos.

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz