uno: París

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Samuel suspira en cuanto llega frente al edificio, quitándose los pequeños audífonos de los oídos y sonriendo al hombre de pie en la entrada.

- Bonjour. (Buen día.) - saluda el arquitecto, el hombre le devuelve la sonrisa.

- Bonjour, monsieur, êtes-vous parti plus tôt aujourd'hui? (Buen día, señor, ¿salió más temprano hoy?) - inquiere, el hombre de pie allí sabia los horarios del pelinegro, había trabajado allí casi desde que Samuel se había mudado a aquel edificio, hacia tres años, todas las mañanas salía a correr.

- Oui, j'ai une réunion tôt aujourd'hui. (Sí, tengo una reunión hoy temprano.) - responde, subiendo el par de gradas. - Si ma mère sort, pourriez-vous me le faire savoir? hier il s'est presque perdu sur le chemin du bureau. (Si mamá sale, ¿podrías avisarme? Ayer casi se pierde camino a la oficina.)

- Bien sûr oui, monsieur, ne vous inquiétez pas. (Claro que sí, señor, no se preocupe.) - concede con un asentimiento de cabeza, Samuel le dedica una sonrisa suave y un "gracias" antes de entrar al edificio.

El pelinegro se mete en el ascensor, presionando un par de botones, aún era bastante temprano, tendría tiempo de poder cocinar algo, tomar una ducha y cambiarse sin presiones, su madre seguramente aún no despertaría y~

- Arrêtez la porte, s'il vous plaît! (¡Detenga la puerta, por favor!) - las puertas del ascensor se detienen en cuanto la mano de Samuel toma el borde de una de ellas, la chica entra, cargando el extraño bolso en uno de los hombros, y entra, dedicándole una sonrisa. - Merci, sérieusement... (Gracias, en verdad...)

Samuel asiente quedamente cuando las palabras se atoran en su garganta, carraspea, mientras la chica presiona los botones en el panel junto a la puerta.

- Ce n'était rien... (No fue nada...) - suelta, y la chica lo mira, los ojos café claros puestos sobre los suyos. - Je... viens de courir, je suis désolé si~ (Yo... vengo de correr, lamento si~)

- Non, je suis désolé j'ai crié... (No, lo lamento, yo grité...) - se excusa la chica, sonriendo con dulzura. - Pouvez-vous croire que les gens passent des commandes en ce moment? (¿Puede creer que la gente hace pedidos a esta hora?)

- En vérité? Êtes-vous livreur? (¿En verdad? ¿Eres repartidora?) - pregunta, la chica asiente, señalando el bolso con la cabeza.

- Oui, mais c'est la première fois que je dois faire une livraison aussi tôt. (Sí, pero esta es la primera vez que tengo que hacer una entrega tan temprano.) - dice, y Samuel quiere ofrecerse a llevar su bolso, pero la puerta se abre entonces. - Oh, c'est ici. (Oh, aquí es.)

C'est aussi mon appartement... (Este también es mi piso...) - descubre, y caminan en la misma dirección, ambos sonriéndose entre sí, causándoles gracia la coincidencia.

Entonces Samuel continúa su camino hasta llegar a la puerta de su departamento, mientras la chica revisa los números en las puertas.

El pelinegro abre la puerta, y le dedica un suave movimiento con la mano cuando está por entrar, ella le saluda también, entonces los ojos de la chica se posan en la puerta blanca, y en los números allí.

- C'est ici. (Es aquí.) - descubre en un susurro, el mayor frunce el ceño.

- Qu'ont-ils commandé? (¿Qué fue lo que ordenaron?) - inquiere, la chica rebusca un instante en su bolso antes de sacar un papel.

- Une quiche lorraine, deux crêpes, et deux portions de tarte tatin, rien à boire. (Una quiche Lorraine, dos crepes y dos porciones de Tarte Tatin, nada para beber.) - enumera, el ojimorado suspira, y asiente.

- Ouais, ça ressemble à ma mère. (Sí, eso suena como mi madre.) - confirma, y la chica sonríe con dulzura al verlo desordenarse el cabello con una mano. - Je chercherai l'argent, de retour dans un instant. (Buscare el dinero, vuelvo en un momento.)

Deja la puerta abierta mientras entra, y se saca los zapatos para correr con las puntas de los pies.

- ¡Sam, ¿eres tú?! - exclama la voz de su madre desde la cocina.

- No, mamá, soy un ladrón que tenía llaves. - responde, camina hasta la cocina, tomando la billetera que ha dejado sobre la mesa. - ¿Qué haces despierta tan temprano?

- Quería prepararte el desayuno. - dice, el pelinegro sonríe.

- Bueno, parece que ya lo hiciste, ahora voy a pagarlo. - la mujer ríe, contagiando a su hijo, que vuelve a la puerta. - Much~ Merci bouple, désolé pour le dérangement. (Muchas gracias, lamento las molestias.)

- No tiene porque disculparse... - responde la chica, sonriendo con dulzura. - yo también hablo español. - susurra con timidez, entregándole las bolsas, Samuel las toma, mirándola prácticamente embelesado.

De pronto siente una mano sobre el hombro y mira a su madre sobre su hombro, quien observa a la chica fuera, sonriendo. - Muchas gracias, - dice la mujer. - lamento haber hecho que viniera tan temprano. - se excusa y la chica fuera niega.

- No, no... - murmura. - está bien... es mi trabajo, espero que disfruten de su desayuno. - hace un leve asentimiento de cabeza, que ambas personas dentro del departamento repiten, antes de que la chica se retire, y  deban cerrar la puerta.

- Por favor, - dice la madre de Samuel en cuanto la puerta se cierra. - dime que notaste lo bonita que es.

- Yo... - susurra, y carraspea. - sí.

- ¿Y qué haces aquí? - inquiere, mirándolo con severidad. - Ve y pídele su número.

Samuel se lo piensa tan solo un instante, sus conocidos habían estado forzándolo a que buscara alguien, fuese un chico o una chica, que debía dejar de concentrarse tanto en su trabajo y que viviera un poco más, porque no lucía... feliz, sus conocidos decían que no lucía feliz; había conocido a varias personas, nunca duraba más de un par de semanas, pero era la primera vez desde... desde él... que alguien lo dejaba perplejo, porque parecía tan dulce y amable, los ojos mieles brillaban a juego con su cabello castaño claro.

Así que abrió la puerta con la mano libre, y salió al pasillo, miró al final, donde las puertas del ascensor se cerraban, mostrando apenas una parte de la chica dentro y el pelinegro emprendió el camino hacia allí, con grandes zancadas.

- Arrêtez la porte, s'il vous plaît! (¡Detenga la puerta, por favor!) - exclama, y mira la mano de la chica sosteniendo una de las puertas, antes de que asome su cabeza para mirarlo.

- Qu'est-ce qui se passe? (¿Qué sucede?) - inquiere ella, mirándolo llegar hasta el otro lado de la puerta. - Y a-t-il un problème avec la commande? (¿Hay algún problema con el pedido?)

Oh non, je viens de... (Oh no, yo solo...) - murmura, notando de pronto lo avergonzado que está. - Je... voulais savoir si... voudrais-tu sortir avec moi? (Yo... quería saber si... ¿te gustaría salir conmigo?) - pregunta, y es el turno de la chica de ponerse roja, pero termina asintiendo suavemente.

J'adorerais. (Me encantaría.) - responde, aún algo sonrojada, y entonces pulsa el botón en el ascensor nuevamente, mientras el pelinegro se despide con un movimiento de mano.

Las puertas se cierran, y solo entonces puede respirar nuevamente, con tranquilidad, dándose cuenta de que no pude contactarla, suspira, regañándose por ser tan tonto, cuando levanta la bolsa de papel que aun tiene en su mano.

Hay algo escrito en ella, con bolígrafo negro y bonita caligrafía cursiva, "Lucía" acompañado de un número de teléfono.

Quizás esta podría ser una nueva etapa de su vida.

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Where stories live. Discover now