veinticuatro: gone

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2 días antes de la boda

Caminó a paso apresurado a través del pasillo, solamente conteniéndose porque pensó que correr sería demasiado irrespetuoso para aquel lugar en el que todos parecían demasiados nerviosos con el simple hecho de transitar por allí.

Abrió la puerta de la habitación que le habían indicado en la recepción, no le sorprendió para nada descubrir a varias personas en la habitación compartida, había un hombre de pie entre todas ellas, con un tablero en las manos, que le dedicó una sonrisa en su camino a la salida del cuarto, el corazón de Alex se detuvo dentro de su pecho al ver a las dos personas en las camas del hospital.

- Alex, cielo, hola. - saluda Amelia, dedicándole una sonrisita suave, el resto de las miradas se posan sobre el oficial, quien casi quiere caer al piso. - ¿Y Mara? - pregunta la mujer, dedicándole una mirada curiosa a la puerta por la que acaba de entrar. - ¿Viene con Fargan?

Pero los ojos azules del chico la miran, enmarcados por el ceño fruncido, las espesas cejas negras se mantienen en esa posición cuando habla. - ¿Dónde...? - empieza y debe aclararse la garganta para continuar hablando. - ¿Dónde está Fargan?

La sonrisita se deshace en su rostro de a poco, y frunce el ceño también, justo igual que las otras tres mujeres en el cuarto. - ¿Q-qué?

- No está en casa, - explica con un hilo de voz. - ¿dónde está?

Amelia se levanta, impulsándose con el brazo que no está enyesado, sentándose para mirar a Elizabeth, en la cama contigua, quien también tiene el mismo semblante lleno de confusión cuando la mira. - ¿Cómo que no está en casa? - inquiere la menor, tiene la voz temblorosa, llena de miedo. - Debió haber llegado hace dos días, a más tardar ayer por la tarde, él... él no~

Amelia se cubre la boca con una mano temblorosa, cuando su deducción cae de llano en lo que todas las personas allí piensan, pero que ninguna se atreve a decir, porque eso lo haría real, no pueden pronunciar esas tres palabras porque entonces... entonces Fargan no volverá, porque la pequeña esperanza que mantiene a Alex aún allí se va a apagar y...

- Dijeron que le dieron a tres autos, - dice Elizabeth, con el semblante sereno, Alex reconoce algo extraño en su voz, algo que suena como miedo. - ¿qué caminos tomaron?

Y otra mujer habla, dicta tres direcciones, pero Alex no necesita ni siquiera oírlas, porque observa la expresión serena de Elizabeth tornarse lúgubre tras la segunda, y se lleva una mano al pecho, conteniendo un suspiro, antes de mirar al oficial, quien no escucha nada más que el pitido en sus oídos, pero alcanza a leer sus labios.

"Lo siento" dice, y Alex quiere preguntarle qué es lo que siente, si fueron ellas quienes le hicieron eso, si fueron ellas quiénes lo criaron allí, si fueron ellas quienes lo criaron para eso, para que muriera por una causa tan absurda como esa, si fueron ellas quienes lo criaron para que pensara que era indestructible; y quiere reírse por esas dos palabras "lo siento", y siente que va a soltar una carcajada cuando siente las lágrimas caer por su barbilla.

Escucha un par de frases sueltas luego, y dedujo lo demás, estaban culpando a Fargan, porque, al parecer, había sido él quien había llevado el auto por un camino distinto, siguiendo a uno de los autos del otro bando.

No quiso escuchar más, no podía, así que salió de la habitación, con la mano sobre la pared y los pasos tambaleantes, tuvo que detenerse en mitad del pasillo porque pensó que se iba a desmayar, así que quedó allí, en anclillas, sin lágrimas, porque al parecer se habían secado de pronto, pero el pecho le dolía con cada respiración y no sentía nada más que el anillo en su dedo anular, que parecía quemarle la piel allí.

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Kde žijí příběhy. Začni objevovat