trece: de huracanes e ilusiones

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Seguían riendo para cuando salieron de la sala, habían reído casi todo el tiempo estando dentro, era extraño, lucían mayores y se sentían así, ambos sabían que los diez años habían pasado sobre ellos como un huracán, había desordenado todo entre ellos, pero... lo estaban ordenando, recogían los pedazos que encontraban y... y todo se sentía tan natural.

Y Rubén lo miró, perdido, por un momento, en la tonta ilusión que estaban formando, donde estaban juntos, donde aquella caja en su bolsillo era para él, quiso tomar su mano, envolver sus meñiques juntos y susurrarle que lo amaba, como hacía diez años.

Samuel le habría tomado el meñique, y le habría susurrado que también lo amaba, que lo haría para siempre, porque él también estaba estancado en aquella ilusión que habían creado, porque, si dependiera de él, habría retrocedido el tiempo una y otra vez, solo para oírlo reír, para escucharlo quejarse de lo falsa que se veía la sangre en  la película, y de... habría detenido el tiempo solo para él.

Oh, pero el tiempo no se detiene para nadie, las ilusiones se desvanecen y los huracanes son más comunes de lo que todos esperamos, así que Rubén habló finalmente, con voz baja, porque no quería que Samuel lo escuchara tan vulnerable.

- Esto podríamos ser nosotros... - susurra, devolviendo la mano a su posición en su bolsillo. - lo hubiéramos sido, Sam.

Y el pelinegro asiente, con expresión triste. - Lo sé... lo siento...

- No lo sientas. - pide el menor, encogiéndose de hombros. - Por favor...

Samuel asiente, pero quiere seguir hablando, quiere pedirle perdón por no volver, pero era porque esperaba que encontrara a alguien mejor, porque quería que estuviese con alguien que lo mereciera y que lo amara, aún cuando sabía que nadie lo amaría como él; pero se limitó a presionar los labios entre sí, y asentir nuevamente.

Pero podían vivir en esa ilusión un poco más, mientras no salieran de aquel cine, mientras ninguno diera un paso afuera, podían fingir que seguían siendo una pareja que se adoraba, porque lo eran, pero cada uno tenía su propia vida aparte; y esa ilusión era su escudo del mundo exterior, se encogían allí, y todo estaba bien...

On peut y aller, mais... il y a un autre film qui~ (Podemos irnos, pero... hay otra película que ~) - murmura el menor y Samuel asiente quedamente.

- Tu sais que j'aime les films d'horreur. (Sabes que amo las películas de terror.) - responde el pelinegro con una sonrisita.

- Lo sé... 

* * *

Ryan tuvo que respirar profundamente antes de contestar el teléfono que, prácticamente, no había dejado de sonar en todo el tiempo que llevaba ahí.

- Hey... - susurra, no quería que Luzu lo escuchara, porque entonces se sentiría mal, Ryan no podía permitirlo.

- Dios mío, Ryan, ¿estás bien? - inquiere el mayor, el rubio asiente quedamente, mirándose en el espejo frente a él.

- Yeah... I'm fine... - responde, revolviéndose el cabello con la mano, sus rizos habían desaparecido de nuevo. - Don't worry...

- Dime dónde estás, - pide el mayor, su voz sonando tan desesperada. - dime y ahora mismo voy por ti.

- Well, that's gonna be a little bit tough... (Bueno, eso va a ser algo difícil...) - susurra con tono cómico.

- No, yo voy a donde estés, - insiste. - solo dime don~

- I'm in USA, Luzu. (Estoy en Estados Unidos, Luzu.) - interrumpe.

- ¿Qué? ¿Cómo que estás allá?

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora