e p í l o g o

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- Voz baja... - susurra Samuel, poniendo sus labios sobre los de Rubén, quien gime nuevamente, presionando las manos sobre sus hombros.

Miró sus ojos violetas un instante, mientras presionaba las piernas en su espalda baja, las manos del mayor seguían a ambos lados junto a su trasero y tenía el rostro tan cerca suyo que casi sentía sus labios rozándose juntos, y sintió la adoración en sus ojos, y luego las caricias suavecitas en el rostro, las palabras se deslizaron fuera de sus labios, habían llevado atoradas ahí por casi semanas, y justo en ese instante se dio cuenta de que en verdad quería eso.

"Tengamos un bebé..."

Samuel lo miró, con los ojos abiertos de par en par, y tomó una profunda respiración. - Hablaremos de eso luego. - susurró, volviendo a mover las caderas contra las del menor.

* * *

Samuel presiona los labios entre sí, buscando las palabras perfectas para empezar a hablar, pero en cuanto vuelve a levantar la mirada hasta los ojos mieles del menor, guarda silencio nuevamente.

La puerta suena y el pelinegro por fin tiene que hablar. - Avant... (Adelante...)

- M. De Luque, je suis venu récupérer les contrats signés avec les partenaires au Japon. (Señor De Luque, vengo a recoger los contratos firmados con los socios de Japón.) - avisa, el arquitecto asiente, abriendo uno de los cajones de su escritorio y poniéndose de pie para encaminarse hasta ella y entregarle la carpeta.

- Bonjour, Chloé, aujourd'hui tu es belle... (Hola, Chloé, estás hermosa hoy...) - halaga Rubén, su cabello castaño había crecido y el tinte blanco se aferraba a las puntas de su cabello, la mujer en la puerta le dedica una sonrisa amena.

- Oh, quel idiot adorable... (Oh, qué tonto tan adorable...) - murmura, con las mejillas sonrojadas, y mira al pelinegro sonreírle también. - On se voit plus tard. (Nos vemos más tarde.) - dice, antes de retirarse.

Samuel cierra la puerta nuevamente, esta vez sin pestillo, y suspira, Rubén ríe levemente al verlo desordenarse el cabello con una mano. - ¿Crees que nos haya oído?

- No lo creo. - murmura, con una sonrisita traviesa. - Pero no podemos hacerlo de nuevo. - advierte volviendo al escritorio, sentándose en el borde, mirando al menor sentado allí.

- Oh, vamos, fue divertido. - dice, con tono coqueto. - A que nunca habías tenido tanta diversión aquí dentro.

- ¿Quién sabe? - susurra, mirándolo con desafío, Rubén ríe en voz baja.

- Nah, no te flipes, De Luque. - niega, divertido. - Solo la rata noruega puede hacer que te portes así de mal.

El pelinegro ríe, tenía razón, jamás hubiera pensado en la simple idea de que alguien fuese allí para... eso, pero Rubén era distinto, él lo hacía desconectarse del mundo y lo volvía débil, y cuando se proponía algo, no paraba hasta que lo hubiese conseguido, aunque no hubo que esforzarse mucho para que Samuel cayera por él.

- Hablemos de lo que dijiste. - dice, Rubén entorna los ojos.

- ¿Qué parte? ¿Lo que dije en noruego? ¿O la parte de d~?

- Calla... - advierte, con las mejillas tornándose rosas. - sabes de que hablo.

- ¿Qué más da? - inquiere el menor, mirándolo con algo de fastidio. - Es simple, quiero un bebé.

- No es simple. - corta el mayor, mirándolo con seriedad. - Un bebé no es nada simple.

- Sam, óyeme. - pide. - Tú quieres un bebé, y yo quiero uno, también, vamos a adoptar uno y ya está, no te rayes.

Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Where stories live. Discover now