dieciséis: relleno

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"Libros", "Erudana", "Ropa" y la última, que volvió a hundirlo. "Sam".

* * *

Alexby nunca le pedía nada a Fargan, aunque el escritor estuviese dispuesto a mover cielo y tierra para darle lo que quisiera, pero el oficial se negaba a pedirle lo más mínimo.

Aun así, Fargan había descifrado las miradas del menor, porque después de diez años lo conocía como la palma de su mano, sabía todo de él, conocía sus miradas, como cuando iban a comprar cosas y observaba algo que le gustaba mucho, Fargan decía que lo quería para él, así que lo compraban, y siempre terminaba pasando a manos de Alex.

Pero esta mirada ahora era nueva, era fuerte y determinada, Fargan creía que podía caer de rodillas ante él, porque siempre descubría algo más de Alex, y le encantaba.

- Esto es poco profesional. - insiste la mujer. - Usted no puede anteponerse ante la ley.

- ¿Me está diciendo que la ley dice que debo dejar a esta niña sola y desprotegida en mitad de un hospital después de que sufrió tantos traumas como los que ha tenido? - pregunta con tono severo, y el escritor tras él siente el escalofrío recorrerle la espalda.

La mujer abre la boca un par de veces, luciendo extremadamente ofendida, cierra la carpeta que tiene entre sus manos con fuerza y mira a ambos hombres con el ceño fruncido.

- Ustedes no pueden quedarse con la niña. - sentencia. - En cuanto ella esté completamente recuperada será llevada a un orfanato y se decidirá que hacer con ella.

Sale del cuarto, cerrando la puerta con un golpe, Mara no sabía muy bien que significaba todo eso, no conocía muchas de las palabras que la mujer había usado, y tampoco entendía porque el hombre más alto se puso de pie frente al menor, poniéndole las manos sobre el rostro.

- Está bien... - murmura Fargan con voz baja hacía el menor. - Alesby, no se la van a llevar.

- Fargan... - susurra el menor, Mara no lo ve, pero tiene la idea de que está llorando. - por favor...

Y el mayor lo mira, con los ojos abiertos de par en par, era la primera -y quizás la única- vez en su vida que Alex le pedía algo.

Fargan movería cielo y tierra para darle lo quería.

* * *

Luzu se bajó del auto, el taxista seguía sacando las maletas del auto cuando él ya estaba dentro de la casa, todo parecía estar igual que siempre.

- Sir, (Señor,) - llama el taxista desde la acera. - that will be all. (eso sería todo.)

El castaño asiente, y se devuelve para tomar las maletas y arrastrarlas hasta el interior de la casa, esperaba que en cualquier momento el rubio bajara las escaleras, con los rizos rebotando en su frente y con una bonita sonrisa en el rostro, pero tras esperar de pie en la puerta por un rato, Luzu se dio cuenta de que quizás eso no sucedería.

- I'm home! (¡Estoy en casa!) - exclama, pero el silencio es la única respuesta que obtiene de regreso.

"Fue de compras," piensa. "seguro que se acabaron los chocolates que tanto le gustan y fue a comprarlos."

Pero los ojos ya se le están llenando de lágrimas mientras entra al dormitorio que comparte con su novio, todo parece estar bien allí también, hasta que Luzu abre uno de los cajones en los que Ryan guarda su ropa, y descubre que está vacío, abre los demás, todos vacíos, a excepción del último.

Hay una sudadera suya, una que había pasado a manos del menor, pero ahora estaba ahí, perfectamente doblada, con una pequeña notita encima, en la que se leía: "Siempre me quedó demasiado grande, creo que es hora de que vuelva a ti."

Las lágrimas le rodaban por las mejillas para cuando entró al baño, y miró un pequeño envase de barniz de uñas de color azul claro, el que tenía pequeñas estrellitas, que casi estaba agotado, también había una notita bajo él: "Era tu favorito."

Tenía el corazón hecho pedazos para cuando llegó a la habitación que había sido su estudio, si cualquier otra persona hubiese visto aquella habitación nunca hubiera pensado que una vez había estado manchada de pintura y llena de lienzos y pinceles, había solamente un lienzo apoyado contra el inmenso ventanal.

Esa pintura siempre le había encantado a Luzu, era todo en tonos oscuros, parecía un túnel, oscuro y que no tenía final, pero en mitad de la oscuridad, había una pequeña flor, era pequeña y blanca, pero estaba ahí, y parecía irradiar luz.

Esta no tenía una nota, pero Luzu sabía lo que significaba, porque Ryan se lo decía a veces, cuando pensaba que dormía.

"Ese es tu cuadro, solo tuyo, para siempre." Por eso no lo había vendido, ni siquiera existían fotos de ese lienzo.

Porque era solamente de Luzu, de él y de nadie más.

Luzu tenía el corazón roto para cuando se sentó en el suelo, frente a su cuadro.


Endless cliché • Rubegetta • (ELC)Where stories live. Discover now