Capítulo 29: Una noche inolvidable

Comenzar desde el principio
                                    

Agradecí mentalmente el momento en que llegue a mi supuesta habitación. Pero rápidamente maldije una y otra vez el no haber llegado minutos antes, de ser así probablemente hubiera sido recibido por un Alai recién salido de la ducha y medio desnudo.

-Es bueno que estés aquí…- Comento con tranquilidad mientras terminaba de abotonar la camisa de su pijama. –Necesito entregarte algo antes de irme-

Por esta persona me he vuelto un completo idiota que incluso recién estoy procesando la última frase.

-¿Qué? ¿No dormirás aquí?- Pregunte recibiendo un movimiento de cabeza como respuesta. -¿Fue porque te bese? Entiendo que no tienes una buena impresión de mí pero soy incapaz de tocar a alguien sin su consentimiento-

Mucho menos si esa persona me gusta.

-Lo sé- Susurró con esa expresión facial que tanto odio. –Pero… prefiero dormir en el tejado-

Aunque su rechazó me dolió no seguí insistiendo. No estoy acostumbrado a rogar, no es parte de mi naturaleza y estoy seguro de si lo hiciera solo terminaría jodiendo mucho más las cosas. 

En completo silencio lo mire usar la ventana para abandonar la habitación. No sin antes entregarme una pequeña caja con chocolates, cortesía de la abuela de la mocosa. Eran los 12 bombones que aparentemente eran exquisitos y provocaban ganas de comerlos pero lamentablemente para mí había perdido el apetito.

Por primera vez en la vida el gran Kiefer perdió el hambre.

De verdad que mi vida es una mierda.

Deje los chocolates en la mesita de noche junto a la cama y luego de tomar una ducha me deje caer de espaldas sobre el colchón. De un momento a otro mis ánimos se fueron al demonio, nunca pensé que llegaría el dia en que me sintiera herido, pero llego.

No sé cuánto tiempo estuve viendo el techo tampoco soy consciente de cuánto tiempo estuve haciendo figuras en aire con mis llamas. De un momento a otro mis ojos se cerraron y no supe más de mí.

 
//////

Fui entrenado para estar siempre alerta. Con el pasar del tiempo mis sentidos se agudizaron lo suficientemente como para reaccionar ante el peligro, esa fue la razón por la que mis ojos se abrieron de golpe cuando sentí un peso extra sobre la cama.

-¿Alai…?-

¿A caso estoy viviendo un sueño? Esa es la única razón que encuentro para explicar porque Alai está sentado a horcadas sobre mi abdomen mientras sus labios besan frenéticamente mi cuello.

-¿Alai de verdad eres…?-

Mis palabras quedaron en el olvido al sentir sus labios posarse sobre los míos. Mi estado actual era una combinación entre sorpresa y confusión, mucha confusión, en otro momento hubiera dejado que las cosas fluyeran siguiéndole la corriente pero estoy tan asombrado que no pude evitar separarlo de mí.

-Espera…- Pedí con algo de dificultad.

Mi corazón latía como loco y mis instintos más profundos querían salir a la luz cuando mire fijamente el rostro de Alai, aunque la habitación estaba a oscuras una tenue luz se filtraba por la ventana permitiéndome admirar su rostro; sus mejillas levemente sonrojadas y sus labios formaban una sonrisa burlesca.

-¿Estas borracho o algo por el estilo?- No, no lo creo, en su aroma no hay rastros de alcohol.

No hubo respuesta de su parte, al contrario alejo mis manos y nuevamente me tiro a la cama besándome con más intensidad. Para colmo sus manos se metieron bajo mi camisa, fue realmente extraño sentir sus largos y fríos dedos pasearse por mi cuerpo.

Pero no lo voy a negar. Me encanta que haga esto.

-Me gustan tus labios…- Susurro dejando besos por todo mi cuello.

Mierda…

Mi autocontrol se fue al demonio y en un instante había cambiado de posiciones quedando ahora sobre él. Me deshice rápidamente de mi camisa y mientras retomaba nuestra sesión de besos trate de arrancarle la suya pero antes de poder hacerlo el anciano cambio nuevamente de posiciones quedando nuevamente abajo.

Que suerte que la cama es grande o de lo contrario estaríamos en el suelo.

La realidad es que no me importa estar abajo o arriba. Estoy tan excitado que he perdido el juicio, lo único que quiero es ahogarme en ese cuerpo, besarlo una y otra vez, tocarlo hasta dejar marcas que demuestren que es mío, que el gran Kiefer es el único que fue capaz de someter ese fabuloso cuerpo.

-Me encantas…- Murmure enterrando mis uñas en su espalda.

Mi cuerpo estaba tan caliente, parecía que en cualquier momento estallaría, mis manos arañaban con fuerza su espalda mientras que sus labios descendían lentamente por mi pecho.
Estaba tan excitado que no fui consciente de en qué momento mis manos fueron amarradas contra el respaldar de la cama. Aquello hizo que la excitación se fuera tan rápido como llego, no estoy acostumbrado a este tipo de cosas y no tenía la menor idea de que Alai tuviera este tipo de gustos.

Eso aunque fue escalofriante tambien me hizo reír.

-Así que te gusta someter…- Comenté con una sonrisa maliciosa.

Alai uso su boca para callarme basándome nuevamente. Sus manos fueron descendiendo lentamente hasta detenerse en el borde de mi pantalón para dormir.

Dejo de besarme y sus ojos se conectaron con los míos por un instante que se me hizo eterno.

-Y bien… ¿te detendrás aquí o vas a continuar?-

No dijo absolutamente nada. Se inclinó para besarme y por inercia cerré los ojos esperando un contacto que nunca llego, cuando deje de sentir su peso sobre mi abdomen me vi obligado a abrir los ojos sólo para descubrir que Alai dormía plácidamente en una esquina de la cama.

¿Pero qué demonios…?

-Alai…- Llame su nombre mientras trataba de romper las cadenas que apresaban mis muñecas. –Alai… no bromees conmigo. No puedes haberte dormido- Absolutamente nada, ni siquiera porque use mi pierna para mover ese peso muerto hubo reacción de su parte.

¿Este bastardo de verdad se durmió?

¿Cómo es posible?

Suspire fastidio y trate de romper las cadenas que aprisionaban mis muñecas. Nuevamente sucedió lo contrario a lo que esperé, en unas cadenas normales lo lógico hubiera sido que sucumbieran ante mi fuerza, pero en vez de romperse comenzaron a brillar con intensidad y se ajustaron a mi piel.

Lo que me faltaba… ¿Por qué demonios tenían que ser mágicas?

-¡Despierta de una vez!-

No sirvieron de nada los gritos y las patadas. Ese viejo idiota dormía profundamente, ni siquiera una explosión lo traería a la vida.

Bien Kiefer… eso te ganas por poner tus ojos en quién no debes.

No solo terminaste amarrado como un animal, lo peor es que te calentaron y no terminó el trabajo.

Esto es sin duda lo más humillante que he tenido que vivir.

Ya verás anciano… esta me las pagas o me dejo de llamar Kiefer.

El Libro De YolotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora