la carta roja

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Fargan seguía trabajando como oficial aunque ya fueran las 9 de la noche y haya pasado su turno, pero tenia que avanzar con el trabajo que le habían dejado a Alexby, era lo mínimo que podía hacer por su pareja, también ayudaba que, al ser hibrido y que este fuera nocturno, el sueño no era tan pensado.

Pasada la media noche era hora de que se retirara, no termino todo el trabajo, pero al menos la carga que llevaba el pelinegro había disminuido, camino solo por el pueblo, dirigiéndose a la casa de Alexby, donde se suponía que debía estar durmiendo el pequeño oficial de ojos índigos.

Subió las escaleras que llevaban a la cima de la montaña, donde la casa blanca descansaba en silencio, al terminar de subir las largas escaleras, algo dentro de él le advertía de algo, y ese "algo" no era nada bueno, la preocupación crecía poco a poco hasta hacerlo entrar de golpe en la casa, apenas entró y la casa estaba sumida en un silencio sepulcral, era... demasiado, fue hacia el cuarto que compartían y no lo vio en la cama, que apenas estaba desatendida, comenzó a buscarlo por toda la casa llamándolo por su nombre, sin encontrar pista alguna de donde debería estar, no se rindió, a lo mejor y estaba en su casa y estaba haciendo un escandalo por nada.

Voló lo más rápido que pudo a su propio hogar de manera inconsciente sobre el pueblo que esa noche brillaba de manera especial, las estrellas en el cielo y la luna de octubre.

Al llegar, le rogaba a los dioses que estuviera dentro, apenas se paro frente a su puerta, la abrió y en el suelo una carta de color rojo con un sello negro con el símbolo de la hermandad oscura, no parecía carta de los dioses lo cual lo altero más, la abrió como si dentro estuviera una pista de donde estaba Alex, no se equivoco del todo, pero no era lo que pensaba.

"...Vosotros, los de la hermandad oscura nos  habéis quitado demasiado, les dimos nuestro apoyo y nos apuñalaron por la espalda, ahora es nuestro turno de vengarnos, recuerden que sabemos quienes son y sabemos vuestra segunda vida, desde ahora seguirán nuestras ordenes si no queréis que el jefe de policía sufra un accidente terrible que pueda acabar con su vida...

Las siguientes instrucciones estarán en el Molino de Karmaland mañana, si es que aceptan nuestro trato..."

Atte: Los rapitorii

Releyó la carta una, dos, tres veces solo para asegurar lo que ya estaba hecho, habían secuestrado a Alexby, en venganza de su traición.

Se dejo caer en el suelo, la frustración era tanta que apretaba tan fuerte el papel que lo arrugo sin llegar a romperlo, en su mente no pasaba otra cosa más que la imagen de su novio, puede que este sufriendo, lo estén golpeando, puede estar pasando hambre o frío o algo peor...

Oh no, las formas en las que destruiría a los rapitorii eran peores, los torturaría hasta que rogaran por piedad, rompería sus huesos uno por uno, los cortaría lenta y tortuosamente, los mataría... La idea de ir a buscarlo por cuenta propia con unas cuantas minas no parecía mala, al contrario, era demasiado tentador, buscaría por todos lados aunque eso significara incendiar la propia Karmaland.

Sus alas lo envolvieron y abrazo sus piernas, protegiéndose de algo interno, la furia, la tristeza y la venganza estaban nublando sus ojos y evitaban que pensara con racionalidad.

-mierda, mierda, mierda... -frías lagrimas empezaban a caer de esos ojos dorados que habían perdido todo brillo.

La noche avanzaba demasiado lento, para Fargan los grillos y las hojas ya no tenían vida, el cielo era opaco y su casa demasiado fría, no sabe exactamente cuanto tiempo estuvo llorando cuando el timbre de su casa sonó, no se movió y de nuevo el timbre tocaron.

-¡Fargan! ¡¿estas en casa?! -una voz familiar sonó al otro lado de la puerta, seco sus lagrimas que aún salían frías de sus ojos y aún en el mismo sitio grito

-s-si -trato de sonar lo más natural posible -pasa...e-esta abierto -hipaba levemente, Rubius abrió la puerta encontrando un ave caída, y por instinto fue a abrazar a su amigo que estaba hecho un desastre, un gigante abrazo de oso que pocas veces daba, largo, cálido, cariñoso y protector.

Fargan no pudo sostenerlo más y de nuevo comenzó a llorar esta vez aferrándose al cuerpo contrario. Rubius pocas veces veía a sus amigos llorar, pero Fargan, él era una sorpresa, ese híbrido que siempre reía, hacía bromas, jugaba y a veces se comportaba serio, estaba llorando en su hombro como si eso lo liberará de algo.

-Fargan... -lo llamo inútilmente -...no dejaremos que le hagan nada ¿vale? -hablo lo más suave que pudo -...los encontraremos y los destruiremos 

Durante toda la noche el hibrido de oso no se separo del cuerpo contrario, lo abrazaba y acariciaba para calmarlo, durmió poco esa noche ya que Fargan sufría pequeños ataques de pánico, como un niño pequeño que le teme a la oscuridad.

Resulta que, desde que comenzó a salir con Alexby, Fargan había encontrado algo que no fuera caos y destrucción para vivir y ser feliz, había encontrado la luz de ese mundo oscuro en el que había vivido por años, y, durante ese tiempo de oscuridad siempre mostro una sonrisa falsa hacia los demás, hacía ese mundo de dolor, y que separaran de él aquello que evitaba que volviera a ser el de antes, lo ponía muy mal, lo volvía inestable.

Cuando esto pasaba él tenia pensamientos destructivos, salvajes y a veces un poco suicidas, pero esto era normal en cualquier híbrido, era su pensamiento animal, por eso al enterarse que sus compañeros eran mitad animal y mitad humano se preocupo bastante.
















He pensado en crear el origen de todos con historias aparte, por ejemplo platicar del no tan pequeño problema de Fargan 👀

Eso o contarla por aquí ¿que dicen?

Un accidente animalWhere stories live. Discover now