XVIII. Sentimientos incoherentes

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De pequeña pensaba que las mejores historias de romance eran los encuentros de las parejas destinadas por nuestra diosa, lo fueron hasta que supe que podía vivir mi propia historia y contarla a quien pudiera escucharme. 

Ya no.

Pronto empezaron los temores; unas borrosas pesadillas en las que una silueta brillante declaraba con desdén: ¨Yo rechazo nuestro vínculo forjado por nuestra diosa luna para la eternidad¨; pronto sentía como un suave sollozo escapaba y entonces despertaba triste con un sabor áspero por lo menos una vez al mes. Pero se acabaron; tan pronto como caí en cuenta de la posibilidad de que mi esperada alma gemela podría no existir. 

Me agobiaba la idea de ser parte de ¨los olvidados de la Luna¨, un nombre que mi especie designaba a los que no encontraban a su mate. Entonces hice lo posible al buscar en cada viaje que hacía, al mismo tiempo que me ocupaba de rechazar invitaciones de cualquiera que buscaba esposa. Ignoré completamente las advertencias de mi madre para casarme antes de que mi juventud se agotara y sin embargo después de todo eso me encontraba aquí; mirando como una chica hermosa le sonreía a las estrellas en compañía de quien debía estar ami lado...

Es que a pesar de todo no podía quitar la densa bruma de mi cabeza para pensar las cosas con mayor cuidado. La brisa de la noche era lo único que me acompañaba y apaciguaba el fuerte latir de mi ser. De pronto lo ví girase en mi dirección y con los pocos segundos a mi alcance atiné a sentarme para ocultarme con el balcón de piedra, me sentía como una niña ocultándose de sus padres. Era una completa vergüenza espiar de esta forma, era muy insensata. Esperé  unos minutos sentada disfrutando del frío del piso para compensar el pesar en mi interior, pronto me paré y sin dar una sola mirada caminé a mi habitación respirando de la forma más pausada posible.

Hice puños en las manos por lo frenética que me ponía sentir su olor en todas las partes del castillo; a veces más fuerte y otras menos sensitivas, esa detestable esencia. ¿Acaso se debía al tiempo que pasaba por cada lugar?  Sacudí la cabeza y entré a la habitación sorprendentemente vacía.

Miré la ventana a la espera de alguna señal que no llegaría, en el cansancio me senté frente al tocador y alcé las manos para empezar a deshacer el peinado que retenía la libertad de mis cabellos. La verdad no era la joven más deslumbrante del reino, mis habilidades se enfocaban en los instrumentos y no eran de mi agrado las muchedumbres; prefería quedarme en casa que hacer viajes largos si no eran hacia lugares aislados, siempre buscaba mantener buenos modales y no entendía a las personas que no se interesaban en ellos. Agarré un cepillo cuando Drelle entró en la habitación. Todo se mantuvo en silencio hasta que pude hablar:

—Drelle... ¿Qué es lo que hago mal? ¿Acaso es muy tarde y lo he perdido? —me miró por el espejo dubitativa y sin entender mis preguntas, —lo siento; solo pensaba que de alguna forma todos somos simples. Tenemos cualidades y defectos casi en igual medida, solo pensamos que alguien es mejor porque no sabemos todo, pero... ¿Entonces por qué todo es tan diferente para cada uno? ¿Por qué no podemos todos lograr o tener lo que queremos si nos esforzamos? —Solté una risa para mí, —discúlpame otra vez, ya no sé lo que estoy diciendo, solo extraño algo que nunca tuve...

—¿Desea que le traiga algo? ¿Un té? Si no se siente bien puedo llamar a alguien, se ve muy pálida.

—En absoluto, solo me encuentro en medio de muchos sentimientos incoherentes.

—Entonces tal vez quiera descansar, el carruaje de mañana estará listo en cuanto salga el sol como usted me dijo.

—Eso es perfecto —sonreí, —no anhelo volver aquí.

—Esta noche llegó una carta de su madre, si me permite la dejé junto a su alcoba.

—Déjala, ahora solo deseo descansar, la carta puede esperar.

La doncella me ayudó a quitarme en vestido y cepillo mi cabello una última vez antes de levantar las sábanas para acomodarme.

—Tenga buena noche señorita.

—Muchas gracias Drelle, tú también, ten buena noche.

Después escuché el sonido de la puerta al cerrarse y único siguiente que escuché fue el sonido de mi respiración.

Estaba sola, y la verdad era que necesitaba un abrazo.

La habitación tenía las cortinas cerradas, la luz se había extinguido mientras mi mirada estaba fija en el techo. Lo hecho, hecho estaba; entonces, por qué no podía sentirme tranquila. 

Así pasaron las horas, fue cuando al fin me adormilaba que escuché pasos en exterior, pasos que acabaron frente a mi puerta seguidos de un tocar suave y firme. Me levanté con pocas ganas y me puse un abrigo con lentitud en eso abrí la puerta y retuve las ganas de cerrarlas.

—¿Qué hace aquí ahora? Ya dijo mucho en nuestra conversación de esta tarde no creo que tenga algo que agregar.

— Disculpeme si la molesto, mas tengo la inmensa sensación de que aún le debo explicaciones.

—No las necesito, no las quiero su alteza —mencioné con la voz apagada.

—Entonces solo le pido que me acompañe —pidió bajo, —será un pequeño paseo, se lo prometo —agregó antes de que pudier negarme.

Asentí y caminé junto a él por el largo pasillo.

Solo puedo decir que el siguiente capítulo será corto

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Solo puedo decir que el siguiente capítulo será corto. 

Ahora sí; Bye ;)

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Ahora sí; Bye ;)

Corona de lobosWhere stories live. Discover now