XV. Necesita hablar

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Mi madre fue la más contenta con la invitación, por otro lado mi padre no se atrevió a preguntar nada, probablemente porque podía pedírselo a mamá después. Le atribuí la invitación a la amabilidad de la reina, al no poder contar mi posición con el príncipe; sin embargo tuve que huir para evitar otras preguntas de mi madre para mantener el embuste.

Ni ella, ni mi padre pudieron acompañarme dado que la invitación solo me aludía a mí y a ellos no les agradaba la idea de acompañarme sin una invitación formal.

Mis maletas y el carruaje fueron preparados con bastante celeridad a diferencia de mi última partida. Partí con un vestido ligero que habíamos encargado hacía unas semanas, de un talle envarillado, cintura alta y falda holgada. El viaje se hizo corto con el pequeño libro que tenía de un reino lejano, un regalo por mi hermano de los años que viajó para mejorar algunas relaciones con reinos humanos.

Fue así como llegué a palacio cuando el sol se acercaba al crepúsculo, sonreí a las damas que me recibieron en la entrada y evité mirar a las ventanas de palacio con la idea de que podría estar ahí. Para mi suerte en esta ocasión Drelle volvió a acompañarme y su compañía fue reconfortante cuando noté el particular olor de mi mate por los pasillos del castillo, me pegué más a ella buscando crear conversación para distraerme del aroma. No obstante las damas que me recibieron seguían detrás de nosotros, me sentía intimidada por la atención extraña, algo que sofocó mi intento de conversación hasta que llegamos a la habitación en la que me alojaría de momento. En ese momento tuve que tomar valor para pedir que nos dejaran solas, y ante su falta de respuesta repetí:

-No es necesario que se queden, por ahora estoy bien y las llamaré cuando las necesite, -sonreí tímidamente, -muchas gracias por todo hasta ahora.

Fue entonces cuando las cuatro muchachas hicieron una reverencia somera para alejarse, solté un suspiro cuando Drelle cerró la puerta y se acercó para ordenar mi cabello mientras me sentaba en el blanco tocador al frente de la cama, la habitación era diferente a la que me había hospedado la última vez, esta era un poco más distinguida e impoluta.

Al principio supuse que tendría que asistir a la cena, sin embargo poco después de terminar de acomodar mis pertenencias llegó una doncella con la cena en dos bandejas distinguidas. Entonces Drelle y yo nos quedamos en la habitación sin hacer preguntas, por la razón de que no podía evitar el retraimiento entre las otras jóvenes.

Dos horas más tarde cuando la luna ya reinaba la noche me atreví a salir en compañía de Drelle, el bosque cerca al palacio hacía propicio un largo paseo nocturno, fue así como salimos con prendas muy ligeras. Las damas fuera de mi habitación no se opusieron a nuestros planes, aunque parecían inseguras de su decisión, no hallaban argumento para negarse.

Después de caminar unos minutos tomamos nuestra forma lobuna para echarnos a correr por la gran frondosidad del lugar, porque solo al tomar esa forma podemos apartar lo racional de un humano y nos cobijamos en los sentidos de un lobo.

El hábito es siempre buscar un lugar alto y descansar mientras contemplamos la noche. Fue así como las horas corrieron y decidimos volver cuando faltaba poco para el amanecer, jugamos un poco más en la niebla hasta que sentimos otra presencia, fue ahí cuando los noté; por una puerta ancha del castillo se adentraba una pareja, personas que podía distinguir a la vista. Hubiera deseado no hacerlo, pero el príncipe Kaseem y Effie se veían tan bien juntos que me costaba quitar la mirada. Así como no pude evitar inspirar el olor peculiar que tanto me deleitaba.

Dolía.

Me confundía y me dolía profundamente, tal vez ese era el problema de ser alguien sentimental y sensible.

Mi doncella se quedó atrás de mí en completo silencio esperando a que yo reaccionara. Esperé a que ambos ingresarán para soltar una exhalación suave y larga.

Poco después caminé pausadamente para entrar en mi habitación. Como lo supuse no me llamaron para desayunar, así como trajeron nuestra comida al medio día en las llamativas bandejas del día anterior. Sabía que los otros invitados estaban en el comedor real, pues se trataba de una formalidad significativa en palacio.

¿Qué era lo que pasaba por la cabeza del príncipe? ¿Es que acaso me estaba ocultando de su futura prometida? Nadie sabía que éramos mates, entonces no había ningún altercado a mi parecer...

Fue alrededor de las cuatro de la tarde que el muchacho que me entregó la carta aquella tarde tocó la puerta y una vez abierta dijo en voz calmada:

-El príncipe pidió que me acompañara para reunirse con él, puesto que necesita hablar con usted señorita .

Y sin poder oponerme me paré y lo seguí con un paso prudente hasta un saloncillo repleto de cuadros y pintura por todos lados sin ningún orden.

Y sin poder oponerme me paré y lo seguí con un paso prudente hasta un saloncillo repleto de cuadros y pintura por todos lados sin ningún orden

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¿Qué puedo decir? Antes de que me maten, las amooooooooooo.

Ahora sí, yo sabía que ustedes eran hermosas, pero no creí que tanto, de verdad les agradezco cada comentario de apoyo que pusieron para animarme. Me han sacado la sonrisa que necesitaba :).



Corona de lobosWhere stories live. Discover now