XLI. Suave y delicado

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La sorpresa combinada con vergüenza tomó forma en mi rostro, al principio solo lo llamaba por su nombre en mis pensamientos, por lo que no me sentía culpable en absoluto, sin embargo, ahora también lo hacía en voz alta. Por un momento pensé en disculparme, pero solo me pedía que volviera a llamarlo por su nombre, ¿acaso él también me llamaría por el mío? La cercanía que eso significaba me desconcertaba ampliamente, apenas estábamos estableciendo lazos.

—No creo que sea adecuado, considerando que no me ha dado su permiso —respondí adentrándome en el salón.

—Acabo de pedirte que me llames por mi nombre, de hecho, debo preguntar si usted me permite llamarla por el suyo.

Tomé asiento asimilando lo que proponía, en algún punto debíamos establecer esa cercanía, no había problema en adelantarlo un poco.

—Puede llamarme Izze, mi hermano solía llamarme de esa forma cuando era una niña.

Sonrió mirándome a los ojos.

—Lo haría, pero de ninguna forma puedo verla como una niña, de esa forma pensar en usted sería complicado.

—¿Incluso considerando nuestra singular diferencia de edad? —dirigí mi mirada a la taza que acababan de servirme buscando evitar sus ojos.

—Debo admitir que ese aspecto fue algo que me acomplejó al principio, sin embargo, no es algo que tenga en cuenta en el momento en que la tengo en frente.

Intenté mantener la mirada nuevamente.

—Sin embargo, Izze no es necesariamente el nombre de una niña —volví a bajar la cabeza por la leve sensación de pena.

—Es suave y delicado —bebió un sorbo del té cuidadosamente.

Sin saber que responder tomé una de las galletas blancas de la mesa.

El silencio se hacía embriagante por el perfume que desprendía, no sabía cómo describir el olor sin complicarlo demasiado. Sin darme cuenta comí la galleta demasiado rápido, incluso mis mejillas estaban completamente extendidas, mastiqué rápidamente sabiendo que debía verme como una niña o incluso como una ardilla, a pesar de lo que estaba pasando seguía con su mirada puesta en mí, como si esto no fuera una falta de modales.

Era absolutamente vergonzoso.

—Aquí hay una más —alcanzó la última galleta para ofrecérmela.

Un color rojizo se hizo presente rápidamente en mi piel, y solo cuando sentí que llegaba a mis orejas pude levantar la mano de mi regazo para recibirla.

Esta vez apenas mordí una pequeña parte para masticar lentamente.

Pronto volvieron a reemplazar el tazón vacío por uno nuevo con galletas diferentes, pero antes de poder probarlas Kaseem pidió que trajeron uno con las galletas anteriores. No dije nada, dado que si me oponía probablemente debía revelar la razón por la que había comido la primera galleta tan rápidamente, prefería que pensaran que esas galletas me gustaban.

Entonces aproximó el tazón entero hacía mí.

—No creo que pueda acabar todo sola, Kaseem.

Antes de escuchar su respuesta un noble entró pidiendo la asistencia de Kaseem

Saludé con la cabeza al tiempo que hacía una reverencia, indicaba que necesitaban hacer una reunión para evaluar las condiciones del tratado que presentarían ante el reino del este.

—Disculpe, ya debo retirarme, pero espero nuestra siguiente conversación Izze.

—Igualmente Kaseem.

Tira una bomba de humo y escapa exitosamente

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Tira una bomba de humo y escapa exitosamente

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