XXIII. Detalle olvidado

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Miré el cielo reluciente de hoy, aún no habíamos llegado a la casa que mis padres habían rentado para quedarnos durante el festejo.

Pasar por palacio me había puesto ansiosa, pero esta vez solo buscaría disfrutar de la estadía y me concentraría en contemplar la ceremonia para la nueva Sibila de la manada.

El carruaje se detuvo entonces frente a una mansión bastante agradable y hogareña, me ayudaron a bajar del carruaje y me adentré en el lugar después de mis padres, quienes se dirigieron al exterior del lugar. Por mi lado cargué con algunas de mis pertenencias para buscar la habitación más iluminada. Levanté uno de los libros que había traído para distraerme, fue entonces que se cayó una hoja. Su primera carta, extendí lo labios y miré la peculiar caligrafía que pedía mi regreso a palacio. Kaseem era diferente a lo que me había imaginado sobre el príncipe heredero; solitario y de pocas palabras, poco amable sin caer en absoluto en lo descortés, también era... ¿Impulsivo?

Dejarse llevar no era una buena cualidad para un monarca, mucho menos para nuestra manada.

Cuando terminaron de meter nuestras pertenencias al lugar ordené los vestidos que me pondría para cada uno de los tres días de festividad, acomodé los accesorios sobre el amplio tocador, y organicé los pequeños adornos para el cabello en una pequeña caja de abedul. Pero no sirvió para relajarme.

Lo que quedaba del día terminó pronto y la noche corrió de forma inesperada, ya había amanecido y dos jóvenes que no conocía me ayudaban con el peinado después de ponerme el vestido. Sostenía dos mechones de mi cabello en cada lado cuando mi padre tocó la puerta para avisarme que los carruajes para palacio estaban listos.

Las jóvenes se miraron para acelerar sus acciones, una fue a traerme los zapatos de un azul muy suave y la otra terminó de sujetar todo mi cabello, puso el gancho de lapislázuli con cuidado a la derecha del peinado cuidando que estuviera bien sujeto. Me levanté para mirar mi reflejo, era la misma joven de aspecto afable y cándido hasta cierto punto, con una pequeña gota de enfado y tristeza en la expresión. Una apariencia simple a fin de cuentas.

Escuché a un caballo relinchar en el exterior que me sacó del extraño trance, levanté la cabeza y miré a las jóvenes para salir de la habitación, reacomodé el vestido y salí en dirección a mis padres.

― Definitivamente el vestido blanco es el que más se acomoda a ti, ―observó mi madre en cuanto llegué a ellos de forma calmada.

― ¿Blanco? Estoy seguro de que no usabas ese color desde que cumpliste la mayoría de edad, ― señaló mi padre con una leve sonrisa.

Me sorprendí ante su comentario, era cierto, había empezado a usar colores como el rojo, verde o azul, en ocasiones amarillo, lila y similares; mas no el blanco.

― Cuéntame, ¿realmente te ayudaron las dos jóvenes que vinieron del palacio?

Antes de poder preguntar Alcer intervino e informó que podíamos proceder a abordar los carruajes; nos despedimos con una mirada y esperé a que subieran al primer carruaje, en cuanto empezó su marcha subí al segundo que comenzó a moverse tras de ellos.

Cerré las ventanas para evitar la inquietud de llegar pronto a palacio, decidí jugar con mis dedos imaginando que tocaba una melodía que apenas estaba empezando a componer. El carruaje fue bajando la velocidad hasta detenerse; avanzaba un poco más y volvía a detenerse. ¿Cuántas personas habían venido hoy? Abrí la ventanilla un poco para ver los carruajes delante de nuestra posición, de diferentes colores y de diferentes formas. Cerré la ventanilla.

Volvimos a detenernos, solo que a diferencia de las anteriores veces un paje abrió la puerta y extendió la mano para ayudarme a bajar.

Levanté la mirada para caer en cuenta que el palacio era inmenso, ese era un detalle que había olvidado.

Levanté la mirada para caer en cuenta que el palacio era inmenso, ese era un detalle que había olvidado

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Yo desperté bien ¿y ustedes? Mañana pongo el siguiente capítulo. Sí, no olvidé que voy retrasada.

Los quiero, bye.

Corona de lobosWhere stories live. Discover now