XXXVII. La culpa

16.5K 1.5K 49
                                    

Los reclamos de los nobles fueron difíciles de manejar para la familia imperial, incluso así nunca revelaron que era yo quien se había negado ante la propuesta de compromiso. Me sentía nerviosa por la audiencia con la reina puesto que no sabría cómo responder a ninguna de sus preguntas; era parte de mis modales saber cuándo callar, en este caso no debía hacerlo por ninguna razón, aun así sabía que no podría contestar a todo lo que cuestionara.

De todas formas no sabía la razón específica para la que me llamaba.

Cuando llegué me recibieron rápidamente logrando que ningún visitante o noble me viera, pronto me hicieron recorrer un camino alterno de pasillos más vacíos y cuanto menos me lo esperaba estaba frente a la puerta azul que había visto hace más de medio año, cuando abrieron la puerta tardé unos segundos en dar unos pasos al interior, fue casi nostálgico ver los mismos muebles en la sala personal de la reina, todo era igual exceptuando la gran biblioteca, quien ahora contenía libros completamente diferentes, y el exterior, donde las flores ya no se encontraban tan relucientes.

—Buen día su majestad —aun cuando ella solo miraba la ventana hice una reverencia, poco después me miró y me invitó a sentarme en el mismo lugar que antes, no podía evitar compararlo.

Esta vez no llevaba una expresión alegre, tampoco era de ninguna forma sombría, de hecho parecía decepcionada o cansada. El té estaba servido y no había absolutamente nadie cerca, apenas pude tomar un sorbo cuando me preguntó como estaba, no se me ocurrió nada mejor que decir que me estaba recuperando. De esa forma pude saber que ella no sabía mucho sobre lo que me había ocurrido hace más de una semana.

—Espero que pronto puedas recuperarte por completo, —dijo sinceramente, podía notar que quería decir más, probablemente preguntar un poco más, finalmente cambió de parecer y después de tomar un poco más del té volvió a hablar. —Debo ser sincera contigo, mi deber es velar por el reino, es el deber en general de la familia real. Nuestra posición no es sencilla en muchos casos, más cuando lo correcto no es lo mejor para el reino y menos aun cuando lo mejor para el reino es lo contrario.

Mantuve el silencio sin nada que decir, la idea entraba perfectamente en mi cabeza, pero la rechazaba, solo para quitarme un poco más de culpa.

— ¿Por qué ninguno dijo nada? ¿Por qué te quedaste callada? Yo... Yo quisiera que me hubieras dicho aunque sea un poco, quisiera que hubiera confiado un poco más en mí. Solo te quedaba un año para darte como olvidada de la luna Lady Alizze, ¿por qué no le contaste a nadie sobre el mate al que tanto habías buscado? Discúlpame, realmente no entiendo cómo pudiste callar algo tan importante.

—Lo siento, —atiné a decir como reflejo, en ese instante vi cómo se arrepentía rápidamente; — lo siento su majestad, al principio creí que simplemente me escogería y olvidé que no era tan sencillo, después solo dejé que siguiera alejándose, a pesar de eso nunca lo solté. —Era bastante fácil quedarse en el mismo lugar, a diferencia de Efiee, yo no me había movido nunca hacia él, pero tampoco dejé que se fuera completamente, sosteniendo a alguien a quien no amaba solo por un lazo que no era inquebrantable. Podía culpar a Kaseem por no esperar, por haber dejado de creer e irse antes de que llegara, pero nunca me había obligado a nada, ni a quedarme, ni a irme, por esa razón yo también tenía la culpa.

 Podía culpar a Kaseem por no esperar, por haber dejado de creer e irse antes de que llegara, pero nunca me había obligado a nada, ni a quedarme, ni a irme, por esa razón yo también tenía la culpa

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.

No sé ustedes, pero yo tengo sueño. ¿Qué tal Halloween? Yo quiero dulces.

Coman y bye :)

Corona de lobosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz