039: "Los prostíbulos"

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HERA

Esta vez no hacía falta usar la linterna ya que era de día y la luz de fuera iluminaba el despacho.

Me dirigí directamente al ordenador, el cual ya estaba encendido para mi suerte.

Volví a pasar por todos los archivos que él tenía sobre Giselle, me pasé un buen rato viéndolo todo y no encontré ningún indicio de que existía un prostíbulo.

—Piensa, piensa. — Me susurre a mi misma. — Si yo fuera un mafioso metido en todo tipo de mierdas y tuviera un prostíbulos, con posible trafico de personas, ¿donde escondería toda esta información?

Para ser un mafioso para nada inteligente, tenía buenos trucos de cómo esconder su mierda.

Me acordé de un truco que solía usar con mis películas de Harry Potter. De pequeña estaba obsesionada con que alguien iba a venir y me las iba a robar del ordenador, como si medio mundo no las tuvieras, así que escondía archivos, en el ordenador, con las películas adentro.

Pasé mi ratón por toda la pantalla hasta que encontré una anomalía, por llámalo así.

Hice click derecho con el ratón y le di a desbloquear archivos. Inmediatamente se desbloqueó dándome acceso a diez carpetas distintas.

Desearía no haberlas visto, desearía no haberlas abierto nunca.

Era mucho peor que lo que había visto anteriormente, era muchísimo peor.

Habían niñas de todas las edades, desnudas, siendo avisadas, violadas, tenían horrible aspecto, cara llena de moretones, sangre, mucha sangre. Otras estaban muertas, sus cuerpos no tenían señal de vida.

Una lagrima se deslizó por mi mejilla ante tales imágenes. Mi estomago me indicaba que quería vomitar, pero me aguanté las ganas.

Ahora ya sabía que si traficaba con niños pequeños, con cualquier edad, no le importaba la edad que tuvieran. Lo malo es que nada de esto me daba la respuesta que necesitaba. No sabía donde tenía sus prostíbulos, por lo cual no podía usarlo para ayudar.

Recordé que Alessandro usaba un libro para escribir toda la información de su trabajo, si es que a esto se le podía llamar trabajo. Sabía que el libro estaba escondido en este despacho, nunca lo sacaba de aquí, pero no sabía en qué lugar del despacho se encontraba.

Abrí todos los cajones del escritorio, removiendo todo y luego poniéndolo de nuevo en su sitio, no creo que lo vaya a notar, pero tenía que tomar precauciones.

Pasé a todos los demás cajones para encontrar ese maldito libro.

—¿Qué mierda haces? — Entró K al despacho. — Estas haciendo bastante ruido, alguien va a subir.

—Entonces ayúdame a encontrar su maldito libro. — Gruñí con exasperación en mi voz.

—¿Para qué?

—Ese capullo trafica con niños en sus prostíbulos, necesito encontrar todos sus prostíbulos.

K asintió y me ayudó a buscar el libro. Él tenía razón, teníamos que encontrar el libro antes de que alguien nos pillara.

—¡Aquí! — Gritó K.

Este me enseñó una caja fuerte que Alessandro guardaba detrás de un cuadro, como él mafioso que era.

—¿No tendrás por casualidad la contraseña? — Le pregunté yo.

—Si y también las respuestas de la vida.

Rodé los ojos ante su respuesta.

Intenté todas las contraseñas que se me vinieron a la mente, pero nada funcionó. K estaba a punto de romper la caja fuerte hasta se me vino una última contraseña a la cabeza.

La caja se abrió después de introducirla.

—¿Qué has puesto? — Preguntó K.

—El cumpleaños de Jordan.

Era su cumpleaños, no porque le importaba, si no porque era lo que más odiaba. Sabía que Alessandro usaba códigos basado en lo que más odiaba y, por desgracia, Jordan estaba en su lista.

Saqué el libro de la caja fuerte y empecé a buscar sus prostíbulos. Me sorprendió al descubrir que solo tenía tres, lo imaginaba con unos veinte o más ya que había visto más de cien personas distintas en su ordenador.

—Date prisa. — Susurró K viéndome hacer fotos a las direcciones.

Había que ser gilipollas para poner las direcciones en un libro.

Cuando terminé K me sacó el libro de las manos y lo tiró a la caja fuerte. Tomó mi mano y me sacó rápidamente del despacho cerrando la puerta detrás de nosotros.

—Toma. — Le di a K el papel que Julio me había entregado anteriormente. — Llévaselo a mi madre, tengo que investigar esto. — Le dije refiriéndome a lo de los prostíbulos.

No le di tiempo a decirme algo más ya que comencé a bajar las escaleras para llegar a mi habitación y encerrarme en esta.

Saqué el ordenador buscando todos los prostíbulos de Alessandro, no encontré mucha información, solo se hablaban de ellos como si fueran clubs de strip, nada más. Esto me dio a pensar si la policía de aquí estaba enterada de todo esto, de si estaban encubriendo a Alessandro, si eran corruptos y miraban hacia otro lado.

Posiblemente la respuesta era que si, que si lo sabían, que Alessandro les pagaba mientras él hacía sus cosas de mierda.

Me levanté de mi cama con la intención de ir a enfrentar a mi madre sobre esto, pero tuve que pararme de golpe ya que un dolor se apoderó de mi corazón.

—¡Ah! — Solté un grito ahogado.

Me llevé la mano a mi corazón sin entender lo que me estaba pasando.

Era como si algo estuviera estrujando mi corazón, físicamente.

De repente no podía sentir mi sangre circular por mi cuerpo. No sentía mis piernas, lo que me hizo caer, de golpe, al suelo, dañándome la cabeza. Luego comencé a no sentir mis manos, ya no podía moverlas y poco a poco mis ojos se iban cerrando, perdiendo visibilidad, hasta el punto de perder la consciencia.

Mis ojos se volvieron a abrir, aún con la vista nublada.

Solo veía una luz y a una persona cubierta como si fuera un cirujano, sabía que estaba hablando ya que escuchaba una voz a lo lejos, pero no entendía lo que decía.

Me puso algo en la boca, algo que tampoco sabía lo que era.

—No te asustes, no te haré daño. — Le escuche decir a lo lejos.

Segundos después mi cuerpo se volvió a rendir.

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Me desperté de golpe respirando de forma acelerada.

Miré a mi alrededor tratando de ver en donde me encontraba.

Descubrí que estaba en mi habitación y era media noche, por lo cual significaba que lo de antes solo había una pesadilla.

¿Había sido una pesadilla?

Otro dolor cerca de mi pecho me indicó que estaba muy equivocada.

Salí de mi cama con cuidado, aún me sentía algo mareada. Me acerqué al espejo de mi baño y me quité la camisa revelando un vendaje en medio de mi pecho.

Con cuidado removí este, él cuál reveló una pequeña raja, una raja que ya había tenido anteriormente, después de la lucha con Harry, y que ahora volvía a tener y, que de nuevo, estaba cosida.

Si lo de antes no había sido ninguna pesadilla, ¿qué coño había sido?

¿Qué mierda me habían hecho?

Dragon II : "Para siempre es poco tiempo" ©Where stories live. Discover now