032: "Un ataque de ira"

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HERA

—¿Sigues enfadada? — Me preguntó la mujer que se suponía que era mi madre.

—No sé, dímelo tú. — Le dije mirándola mal.

—Sabes que nunca quise hacerte daño de verdad.

—Eso díselo a mi cara y mi abdomen.

Habían pasado dos días desde que mi madre casi me mata en un ring, después de dos días por fin era capaz de abrir mis ojos, de hablar sin llorar o sentir dolor, la mayor parte se la debía a los medicamentos que escondían mi dolor. La otra parte se la debía a Aiden, el cual me había devuelto las esperanzas cuando escuché que estaba aquí.

Mabel me puso al corriente de todo. Antes de que Jordan se fuera este estaba trabajando con Aiden para sacarme de aquí y a la vez para eliminar a los mafiosos. Pero mi madre no era tan tinta como todos pensábamos, había descubierto que Aiden estaba aquí y sospechaba de que Jordan lo estaba ayudando por eso mi madre decidió mandarlo lejos. Me preguntaba si volvería a ver a Jordan, decían que solo iba a ser unas semanas y que volvería, pero algo me dice que no era cierto.

—Hoy volverás a entrenar.

—¿Estas loca? Apenas puedo dormir sin tomar pastillas para el dolor y mucho menos moverme, imagínate luchar.

Mi madre golpeó la mesa con ira ante mis reproches.

—¿Sabes como entrenaba yo de pequeña? Con una mano rota y con la nariz sangrando, no te quejes, por lo menos tienes pastillas para no sentir el dolor. Mal agradecida.

Quería volver a rechistar, pero sus ojos y su tono de voz me intimidaron, parecía que el demonio la había poseído. Así que solo asentí luchando contra las lágrimas que querían derramarse por mis mejillas.

Mabel me trajo la pastilla de la hora de comer. Me la trague sin levantar la vista del suelo.

Odiarla ya se me quedaba corto, quería que sufriera, quería verla morir de la forma más dolorosa. Ella había despertado en mi todos estos sentimientos que hace unos meses no podían llegar a ser posibles, pero en menos de dos meses lo han sido.

Dos horas más tarde me encontraba de nuevo en la jaula, esta vez con protectores en mis manos, cabeza y abdomen, al parecer mi madre se ha dado cuenta de que un golpe más sin nada que me protegiera me mataría. Me costaba creer que en el fondo le importara.

—No sé cómo quieres que aprenda a luchar si solo me tiras al ring como un animal. — Dije probando mi suerte de no luchar.

—Así es como yo aprendí, te enseño mis mismos pasos.

—No todos funcionamos igual. — Escupí con odio.

—Tu si, eres mi hija.

Esas palabras me dieron más asco de lo que pensaba.

—Mi madre murió tres años atrás. — Le solté como veneno.

Ella salió del ring sin decirme nada más y segundos después se abrió la puerta de la sala.

No podía creérmelo.

No podía creer lo que mis ojos veían.

Dragon II : "Para siempre es poco tiempo" ©Where stories live. Discover now