—Que me mientas. Tu sabes todo sobre mi —aparta la vista.

—¿Como—

—Elizabeth menciono que tú no tienes tíos —interrumpe.

Dejo las hamburguesas cocinarse y vuelvo a voltear hacia ella rendido.

—Me atrapaste —acepto—, pero no es momento de hablar sobre Jason.

Jade asiente con cara de pocos amigos.

—Podemos hablar de algo más... —intento animarla.

—No entiendo porque es complicado decir quién era él —insiste.

—Jade...

De pronto ella abre sus ojos como platos.

—¿Acaso... tú y él...?

Me echo a reír con ganas.

—¿Pero que cosas se te ocurren niña?

Jade hace una expresión de alivio que me hace reír aún más.

—Ya no me sorprendería nada de lo que pueda pasarme —murmura.

Alzó mis cejas.

—¿Pasarme? —repito con una sonrisa en la cara— ¿Y eso en que te afectaría a ti?

Jade pinta su cara de color tómate causando que vuelva a reírme.

—¿Quieres algo de beber? —pregunto al ver que se ha quedado muda.

Ella asiente.

—Agua, porfavor.

Abro la nevera y saco la jarra de vidrio sirviendo agua en un vaso.

—No hay cervezas —oigo que murmura tras de mi.

Cierro la nevera con el pie y volteo para darle el vaso.

—Intento no beber...

Los ojitos caídos de la niña se iluminan al hacer contacto con los míos. Saca el vaso de mi mano y me mira atónita.

—¿Enserio?

No puede ocultar la alegría en su voz así que me contagia un poco.
Asiento con la cabeza.

De un segundo a otro la niña rodea la isla y salta sobre mi envolviendome en sus brazos y piernas.

—Esa es una buena noticia.

El sonido de su voz sale ahogado porque tiene su boca contra mi hombro, ella parece no querer soltarme.

Mis brazos pasan por su espalda y solo ahí noto lo tenso que estoy.
Intento relajarme y devolverle el abrazo.

Puedo sentir lo agitado que va su corazón y para que mentir, el mío está de la misma forma.

Jade aprieta más fuerte mis caderas con sus piernas y se aferran con sus dedos al cabello de mi nuca.

—Te necesito —dice con un hilillo de voz.

—Jade...

—¿Por qué? —se separa un poco y me observa con los ojos vidriosos— ¿por qué te alejas de mi?

No tengo una respuesta para eso. Ni siquiera abro la boca.

Jade me mira expectante sin aflojar ni un segundo su agarre. Al notar que no digo nada se acerca más a mi.

Mis ojos caen a sus rosados labios, están a unos milímetros de los míos y ni siquiera soy capaz de quejarme.

Una de mis manos sube lenta por su espalda hasta su nuca, Jade se arquea pegando su abdomen al mío.
La niña está esperando que tome la iniciativa y estoy a nada de hacerlo...

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now