Final Alternativo.

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Alguna vez...

¿Pensaste en otro final?

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—¡Muchacho! —escuchó un grito alegre, el rubio se giro buscando de que lugar venía aquel grito, las calles se encontraban muy transitadas, tras pedir muchos permisos y aferrarse a su maleta encontró a su derecha a Tom, quien levantaba su brazo para ser ubicado, sonrió con emoción para llegar al mayor y darle un abrazo emocionado —parece no te veo desde hace años.

—no seas exagerado Tom, Adrien vino a visitarnos en navidad, hace dos meses —recalcó Sabine a su lado, quien sonriendo se aferro al rubio en un abrazo maternal —pero parece que creciste dos centímetros —señaló —o quizás me hago más vieja —ambos hombres soltaron una carcajada.

—no importa los años que tengas, sigues siendo hermosa —explicó Tom después de dejar un beso en su frente —¿Cómo te ha tratado la vida de viajes?

—ha sido espectacular —soltó con sinceridad —hace dos noches estaba en Suiza tomando café con un par de desconocidos —soltó una carcajada, había conocido a personas de todo tipo en esos tres años, cuando estuvo a punto de llegar a lo que consideraba su hogar y ver el reflejo de Marinette por los vidrios del tren, tuvo la gran necesidad de olvidar su mudanza y conocer todos los lugares en su lista lugares a los cuales viajar. Tras informarle a todos su plan, recibió una fiesta de despedida y muchas estampillas de todas las personas que asistieron para que les escribiera una carta en ese lugar.

En su maleta aguardaba una muñeca artesanal como regalo a la hija de Mylene y una extraña guitarra para Iván, una especies para Sabine y Tom, granos de café exclusivos para Rose, muchas fotografía instantáneas para Juleka, una figura de cristal de un zorro para Alya, un par de telas totalmente únicas para su padre y un juego de joyas para Nathalie.

Había prometido que entregaría esos regalos cuando regresará para quedarse, como había dicho hace unos días estaba en Suiza tomando café con desconocidos, uno de ellos lo invitó a ilustrarlos con su música, comenzó a tocar de forma animada cuando su pecho se lleno de melancolía y realización, fue cuando comprendió que debía volver, se despidió apresurado, subió a la azotea de la posada donde se estaba quedando, brindó con la luna y a pesar de no haberlo hecho en mucho tiempo, saludo a Marinette.

Soltó una carcajada cuando Tom le entregó un Croissant y Sabine lo regaño por darle demasiado dulce.

Se sintió en casa cuando acomodo las maletas en la habitación que bastantes años atrás se sentía como la jaula de una pequeña ave, soltó unas carcajadas cuando Plagg comenzó a amontonar queso para hacer una pirámide que después devoró, reviso las repisas en donde aún estaban todos los libros que en su adolescencia le obligaron a leer, soltó un resoplido al encontrar en un cajón una tarea de mandarín, ciertamente agradecía esos años invertidos en aprender idiomas que lo habían llevado a todas partes del mundo.

Sacudió el portaretratos de la fotografía de su madre y colocó a su lado una de Marinette, había buscado donde dejarla, en navidad pensó que dejarla en la cocina de Sabine era el lugar adecuado, después se arrepintió y la guardo en su maleta. A todos los lugares donde fue la colocó a su lado, incluso intentó dejarla en su tumba, hasta ese mismo instante no había parecido el lugar correcto, lo cual lo confundía pues exactamente dos años atrás se había decidido a no cargar con ella. Sabía que no llevaba esa fotografía a todos lados porqué no pudiera dejarla ir, era porqué no había encontrado el momento ni él lugar adecuado.

Dio un respingo cuando Plagg se sentó en su cabeza y le aviso que llegaría tarde a la cena.

Bajo los escalones de la mansión para dirigirse al comedor, donde el exquisito olor de la comida de Tom y Sabine llenaban el espacio, Nathalie ayudaba a Gabriel a sentarse en la mesa, mientras los cuatros se mantenían en una conversación animosa.

Alguna vez... [Terminada] Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα