34.

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{Antes de nada, les pido una cordial disculpa por mi falta de actualización, no estoy para contarlo ni ustedes para saberlo, pero me entro una fuerte crisis existencial, identidad y todo eso, añadiéndole la presión por terminar La Castañeda (Proyecto escolar)

Sé que no es una excusa y espero no volver a hacerles esto, gracias}

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Alguna vez.

¿Solo deseaste la verdad y nada más que la verdad?

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Sostuvo su taza con sus manos temblorosas, tratando de dar un sorbo del café, la inclino y acercó a su boca, alejandola al sentir el líquido caliente quemar sus labios junto a su lengua.

Plagg río ante aquel gesto, animando el ambiente fúnebre, el anillo aún adornaba el dedo de Nathalie, entre los tres mayores habían acordado no regresarle el prodigio a Adrien, no era un acto egoísta, era un acto de protección.

<Se repite la historia> pensó el kwami al recordar su conversación de esa mañana, sintiéndose un poco melancólico ante la mirada vacía de su antiguo portador.

El Agreste ingresó a la sala, después de pedirle a los empleados de limpieza que se marcharán, Adrien lo vio por primera vez desde que llegó a la mansión, su rostro desgastado con múltiples arrugas demostrando su vejez, sus lentes sobre su nariz quebradiza, sus ojos demasiado cansados para brillar, todo en su padre le reflejaba una cosa, estaba cansado, pero no un cansancio normal, estaba cansado de vivir.

—creo que ya está todo listo —habló, acomodando sus mechones rubios —¿Estas bien hijo? —cuestionó, posando sus orbes en él.

—¿ahora te preocupa? —cuestionó de forma altanera, mientras Plagg realizaba una mueca de decepción, la misma que tantas veces me regalo a Marinette —¿Saben quién tenía los prodigios? —preguntó, con la mirada puesta en Nathalie, la cual se enderezó un poco, chasqueo la lengua y después aliso su falda azul rey.

—sí —se animo a confesar Gabriel, recibiendo un asentimiento.

—¿Fueron ustedes? —preguntó —¿Ustedes ayudaron en el plan de Marinette?

—claro que no Adrien —respondió Nathalie alterada, sintiendo que no merecía que la acusará de algo tan... Cruel.

—Sí —Habló Gabriel, callando así las dudas que se formaban en la cabeza de su asistente —yo sabía de todo, y ayude en su plan, a que robara los prodigios y a que por un par de horas, nadie supiera nada de ella —confirmó, admirando cómo su hijo miraba al suelo —todo fue por ti Adrien.

—¡No te atrevas a decir que todo fue por mi! —grito, haciendo que Nathalie se pusiera de pie, asustada ante esa reacción agresiva del menor.

—Ad...

—creelo o no, yo salve a mi hijo —pronunció —y aunque intente cambiar los roles, Marinette no me lo permitió, como tu padre...

—hace mucho que tú dejaste de ser mi padre —apuntó con una frialdad que ninguno de los presentes, había visto en él, Gabriel trago saliva, sintiendo un hueco que crecía en su pecho.

—No Adrien, tú no tienes derecho de decir eso —mencionó Nathalie, molesta por las palabras del que aunque no confirmaría, consideraba un hijo —no sabes todos los sacrificios que Gabriel ha hecho por ti.

—Nathalie, déjalo.

—no, porque tú no sabes que se perdió la reunión con los inversionistas de América por ir a tu presentación, ni que le pidió a Audrey que te recontratara, que insistió con que volvieras a trabajar en la empresa para sentirte cerca, que todo el drama de despedir a Marinette fue porque ella lo pidió así, no sabes lo que hemos hecho por ti, y aunque a tus ojos fue un mal padre, velo por tu bienestar —se detuvo al sentir las mano de Gabriel posarse en su hombro, trago saliva, guardando silencio, apreciando el gesto apagado de Adrien.

—Nathalie, no mientas —habló Gabriel, mirando directamente a su hijo —Marinette hizo lo que hizo para que tú vivieras, porque ella creía que tu eres el que lo merecía, no ella —confesó —no he sido un buen padre, no llegué a comprarte un regalo en tu cumpleaños, tampoco a decirte que tu madre estaba en esta casa, no me acerque a ti después de tu presentación al verte con Tom y Sabine, realmente siempre has parecido más su hijo que el mío —bajo la mirada por unos segundos —no merezco que me llames padre, haga lo que haga —contuvo las lágrimas —perdí el título hace mucho, no puedo contarte el porqué Marinette hizo lo que hizo, ni mucho menos como lo hizo, como te dije, yo cumplo mis promesas.

—¿Por qué no cumpliste tu promesa de estar siempre conmigo después de que mamá desapareció?

Gabriel no lo miró, temiendo hacerlo, pues temía más decirle que después de que perdiera al amor de su vida, no podía pensar más que en recuperarla, sumido en una depresión, una que no podía entender, al menos él la tenía cerca, pero su hijo, él sí la había perdido para siempre, con un cuerpo que había desaparecido.

—será mejor que te vayas Adrien —salió por la puerta, dejando solos a Nathalie y a Adrien, ambos inversos en sus propias culpas.

Adrien por su parte, el escuchar esas palabras de su padre, que sólo podía considerar como una vil mentira, se encogió en sí, tragandose el llanto que amenazaba con brotar.

Plagg por su parte, se mantenía sentado en la mesa, mirando a su ex portador, para después acercarsele y abrazarlo, logrando que lo mirara, y por primera vez dentro de toda esa historia pantanosa, sintiera que no estaba solo, que alguien realmente se encontraba a su lado.

Nunca se sintió tan agradecido de tener a un ser mágico cerca, nunca se había sentido tan agradecido.

—Adrien, debo decirte algo —interrumpió Nathalie.

—¿Qué pasa? —levantó la mirada, el kwami también lo hizo, asintiendo para darle permiso de confesar aquello qute guardaba.

—sé el pago de los Miraculous, por eso Gabriel no pidió el deseo al tener los prodigios con él —susurró —yo iba a hacerlo, pero el no me lo permitió —trago saliva —Adrien, yo estoy enamorada de tu padre —soltó, a lo que el rubio parpadeo confundido, una sospecha de su adolescencia que ahora era comprobada —perdón.

—Nathalie, no tienes porque disculparte.

—lo sé, pero sé cual es el pago de los Miraculous —exclamó —es un castigo eterno, por pedirle al universo más de lo que necesitas, cuando pides un deseo, el castigo va directo a tu alma gemela.

—¿Cómo...?

—tu alma gemela en esta vida muere —explicó —pero ese no es el verdadero castigo, se condenan a no volver a encontrarse en ningún otra vida —bajo la mirada —sí llegan a hacerlo, no podrán estar juntos, mucho menos a reconocer esa unión que tienen —susurró —Marinette pidió algo, y ella fue el pago, porque no quería que tú murieras —soltó, logrando revolver el estómago del Agreste ante esa revelación —y otra persona sufre los efectos de pedir un deseo, alguien que quiera mucho, pero en este caso, los efectos fueron para ella, así como para todos nosotros —dio por terminado, mirando los gestos del menor, mientras Plagg dudaba si había sido correcto, pero una pequeña parte de él se lo confirmaba, el siempre creía que las cosas sucedían como debía de suceder.

Y era justo el momento de soltarme la bomba a Adrien, quizás así podría estar protegido.

Alguna vez... [Terminada] Where stories live. Discover now