3.

2.3K 219 93
                                    

Alguna vez...

¿Has reído a carcajadas?

.

—quiero que me expliques porque... —trataba de encontrar un término correcto de cómo referirse a lo que había escuchado.

—yo no sé cómo explicarlo —se recargo en el respaldo de su asiento, admirando como a su alrededor los parisinos seguían su rumbo, sin prestar atención a lo que acontecía a su alrededor, inmersos en sus propio mundo, en sus problemas.

Como mientras algunos se ahogan an en un vaso de agua...

Otros verdaderamente tenían una historia triste que contar.

—¿La extrañas? —cuestionó limpiando el rímel que adornaba sus mejillas.

—demasiado —sus ojos comenzaban a picar, parpadeo con tal de alejar las lágrimas —pero no es algo que te importe, ya que yo arruine tu vida.

—debes de comprenderme... no entiendo que sucede —se abrazo a si misma —¿Tu sí lo entiendes?

—no... —confesó con sus ojos puestos en el automóvil estacionado en frente.

—¿Sabes por qué lo hizo? —cuestionó con un hilo de voz, Adrien se giró para encararla con rencor, si lo supiera no se sentiría tan miserable cada segundo, si tan solo tuviera el conocimiento de que sucedió haría algo al respecto, si tuviera el conocimiento de que fue su culpa...

No estaría frente a ella.

Ella que fue su amiga de infancia no reconocía que sufría con tan solo respirar.

—sal de mi auto Chloé —exigió —no puedo explicarte porque ni siquiera logro entender porque jamás me dijo nada, porque me siento inútil al saber que pude ayudarla, que pude reconocer su dolor.

—¡Apostaría que ella no se suicidó! —gritó al notar la venda invisible al rededor de los ojos de su contrario —¡No quieres verlo! ¡Ni admitirlo! —chilló, el rubio parpadeo fuera de sí, claro que lo había pensando, incluso había pasado dos noches en la cárcel por golpear a un oficial, pues no lograba creer lo que decía el informe oficial.

—Chloé, he tenido suficiente, no quiero pensar en esto.

—ella no se suicidó —repitió —ella no era capaz.

—ella no era capaz —repitió en un susurró, esas palabras las había repetido tantas veces en la soledad de su habitación, pronto su vista se nubló, rompió su promesa —pero dejó notas de voz para cada día —exclamó al borde del llanto —y la explicación más lógica es que ella... Ella... —le costaba pronunciar esas "sencillas" palabras, pues con cada sílaba volvía a la noche en la que recibió la llamada que por un instante sembró la esperanza y la quemo al otro.

—ella no se suicidó Adrien —repitió, tratando de no dudar de sus palabras.

—sal Chloé por favor, no quiero hablar de esto.

—bien, lo lamento —abrió la puerta por la que había entrado, dispuesta a salir.

—no Chloé, no lo haces, solo quieres sentirte bien contigo misma.

La rubia abrió su boca, cerrándola al ver como el encendía el motor, dispuesto a ponerse en marcha, decepcionada abandono el auto, observándolo avanzar, desapareciendo entre la multitud.

.

.

.

—Hey Adrien —escucho, su nombre era recitado por esa sirena que siempre lograría hipnotizarlo, abrumado abrió sus ojos, apreciando que eran las 3 de la madrugada —despierta dormilón —canturreaba sin parar —despierta mi amor, que te quiero abrazar —Adrien sonrió —besar y mimar —cuando solía despertarlo de esa manera, resultaban en sus días casi perfectos.

—mi Marinette —exclamó abrazando las sábanas.

—aunque ya no pueda más —sin duda Marinette adoraba exponer la herida al aire para ser más lastimada.

—tonta —susurró alejando mentalmente a la tristeza que sí seguía así, se apoderaría de su cordura.

—tu también eres tonto —escucho, percibiendo que ella podría encontrase cerca, Marinette sabía como jugar con sus emociones.

—tonta —repitió con una sonrisa boba.

—Adrien... Tengo miedo —exclamó ella —de que me odies, de que me dejes de amar.

—yo jamás te odiaria ni podría dejarte de amar como te amo —estrujo las sábanas.

—pero a la vez quiero que seas feliz, aunque pensar en que estarás con otra chica logra hacerme enojar —ese tono de voz que utilizaba molesta lo derritía —que te enamores de alguien más...

—solo puedo amarte a ti.

—quiero quedarme por siempre a tu lado...

—entonces ¿Por qué te fuiste? —cuestionó a la nada.

—pero tengo que hacerlo —el Agreste suspiró, una vez más trataba de entender —hoy lograste hacerme reír demasiado, sin duda sabes como animarme, eres mejor que Madonna —Adrien soltó una carcajada al entender a que se refería, aquel día los diseños de Marinette habían sido rechazados, por los cual en su cena se mantuvo deprimida, no había disfrutado su cita, por lo cual al llegar a su departamento cambió por completo su vestuario, formó con las cortinas rosadas de la habitación de ella un vestido, con el trapeador su cabello y con plastilina sus uñas largas, así que sin vergüenza alguna canto a capella "material girl", con tal de hacerla reír, siguiendo por un par de canciones que conocía de la artista —como desearía que lográramos repetirlo más, jamás olvidaré lo que dijiste al terminar de cantar.

—si para que estés feliz tengo que robar un banco, robaría todos para que siempre fueras feliz —reclamaron al unísono.

—y por eso te pregunto, alguna vez... ¿Te has reído a carcajadas?

—muchas veces a tu lado —respondió al instante —y solo a tu lado...

—creo que debes reír, la risa es lo que hace al hombre.

—y tu me hacías a mi —susurró.

—Sí es que existen personas que cantan de las tragedias de todo un país... ¿Por qué tu no podrías reír de tu propia tragedia? —sin duda era única, tratando de que no sonara tan triste el hecho de que ella ya no estaba presente.

—porque ellos son guerreros y yo... Un pirata que hundió su barco antes de zarpar.

—Adrien, sonríe hoy, aunque sea de madrugada, come algo, desayuna bien, mañana ve a trabajar e ilumina al mundo con tu sonrisa, demuestra que eres valiente, demuestra que... Aunque sé que no podrás superar lo que vivimos, pero tranquilo, yo tampoco podría hacerlo, puedes vivir con nuestra pequeña historia de amor —Adrien jugueteo con sus manos —gatito... Te amo —con su voz se detuvo la vibración, que daba por finalizada el tono de aquella alarma, angustiado se dejó caer en su lecho de nuevo, acariciando sus párpados con la yema de sus dedos, finalmente abrazando su almohada, imaginando por un instante que se trataba de ella, del amor de su vida, pues, aquella funda de color rosa pastel aún mantenía su perfume, su aroma.

Y abrazando la almohada la extrañaba un poco menos.

En la soledad de su habitación logró preguntarse...

¿Volvería a reír a carcajadas sin ella?

Y la respuesta era clara, no volvería a vivir igual sin ella.

Alguna vez... [Terminada] Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon