EPÍLOGO

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OMNISCIENTE

Estaba hecho, el demonio había cumplido su palabra. Le había costado, pero era algo que siempre en el fondo había sabido que tenía que hacer.

—Está listo. —Dijo Mateo con una pequeña sonrisa soberbia.

Esa que escondió el dolor que lo consumía.

Daniel sonrió. —Si te soy sincero.. creí que no lo harías..

—Siempre estás dudando de mi. —Chisteó Mateo. —Pero permite que te sorprenda siempre.

—¿Cuál es el próximo paso? —Preguntó Daniel.

—Ya tenemos el cuerpo, solo falta reencarnarla. —Dijo Mateo. —Pero hay que despistar a Lily, la he visto muy rara los últimos días.

—Osea que, ¿lo haremos luego? —Cuestionó Daniel.

—Exacto, vos dejámelo a mi. Haremos que esa bruja aprenda a respetar. —Dijo Mateo y Daniel asintió antes de desaparecer.

Fue cuando largó un suspiro y sintió su malvado corazón oprimirse, pues aunque supo siempre que era algo que debía hacer, le dolía mucho.

Apretó sus puños molesto cuando se sintió débil, al sentirse incapaz de bajar por el cuerpo de Amelia, pero debía hacerlo.

Tomó una honda respiración antes de extender sus alas y lanzarse al vació, sintiendo el aire golpear su rostro.

Apretó los dientes tratando de ser fuerte cuando logró ver su silueta en el suelo. Bajó la velocidad de su vuelo al ver que estaba cerca del suelo, y se puso de pie.

Relamió sus labios mientras trataba de que estos no temblaran al ver su cuerpo allí tirado, inerte; su piel estaba pálida y sus labios estaban morados y secos. 

Miró su cabeza que sangraba, y lo que más le rompió el corazón fue ver sus ojos aún abiertos.

Las lágrimas salieron de los ojos del demonio, cayendo sobre el cuerpo de Amelia, el cuál tuvo que levantar sobre sus brazos, sin saber donde esconderla.

La lluvia comenzó a hacerse presente en el pueblo, volviéndose pronto una tormenta, llena de truenos y relámpagos.

Ahí fue cuando Mary se dio cuenta de que no era buen momento para salir, sin embargo, tampoco quería quedarse en casa.

Las lágrimas corrían casi tan rápido como la lluvia, y el dolor en su pecho era insoportable, la única persona que amaba había muerto.. la única persona que tenía.

Su abuelo Gerard había muerto de un infarto.

El único consuelo que le quedaba, era el haberse enterado hace poco que Amelia era su hermana, así que iría en búsqueda de ésta.

—Niña.

Se detuvo al escuchar la voz de una mujer, limpió sus lágrimas y miró de donde provenía la voz.

Se encontró entonces con una mujer de vestido morado, de cuero y ajustado a su cuerpo.

—¿Estás bien? —Preguntó.

—Sí.. —Dijo Mary y sus lágrimas volvieron a salir. —No, de hecho no.

Lily la miró y sintió pesar por ella, a pesar de que era una bruja, muchas veces podía tener un buen corazón.

—Me recuerdas a mi hija. —Dijo Lily.

Mary la miró apenas.

—¿Adónde vas? —Preguntó la chica, curiosa.

Pues por el camino que ella iba solo iba a encontrar la cabaña.

—Quería visitar a un viejo amigo.. —Pronunció la bruja. —Gerard.

Aunque, ella estaba al tanto de que éste había muerto, y era la principal razón por la que estaba allí.

—Murió. —Musitó la niña con tristeza.

—Oh.. —Pronunció ella un poco sorprendida. —¿Y adónde vas? Llueve mucho, es mejor que regreses a casa..

Mary la miró y luego asintió.

—Te vas a resfriar. —Sonrió. —Te acompaño a casa.

Mary era una chica inteligente, podría haber deducido que no era una buena idea, y que esa mujer tenía algo extraño. Sin embargo, el dolor la tenía fuera de sí. Así que, tras asentir con la cabeza, Lily comenzó a caminar con ella de vuelta a la cabaña.

Al llegar, la bruja se dio cuenta que aún no podría entrar, pero el guardián del hechizo de magia blanca había muerto, lo que significaba que sería más fácil de romper.

—Volveré a verte en unos días. —Dijo Lily con una sonrisa enorme.

Mary sonrió triste, quizá ella sería su ángel.

—Está bien.










Y, AHORA SÍ.

YA SUBO LAS PALABRAS<3

Hell [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora