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OMNISCIENTE

1932

El pueblo lucía demasiado amistoso. Con la luz del sol bañando todos los lugares del pueblo, incluyendo la gran casa sobre la colina más alta del pueblo y, donde nadie solía ir.

Era sábado y la gente bailaba en la plaza con la música a todo volumen, mientras los autos pasaban tocando la bocina y gritando con emoción.

Era un día bastante feliz en un pueblo clasificado de "sucios pecadores". Y, la verdad era, que no les desencajaba el nombre.

—Tomaré en la noche, está demasiado temprano a mi parecer. —Habló Louis, a sus amigos que ya tenían un vaso de cerveza en mano.

—Es por tu esposa, dale. —Se burló su amigo.

—Mejor así, dale vete. —Lo apoyó otro y tomó un gran sorbo de cerveza.

Louis asintió con la cabeza y tomó su saco, se lo colgó del hombro y luego de ofrecer una pequeña sonrisa a sus amigos, salió del pequeño bar donde la música resonaba.

Sus ojos no pudieron evitar desviarse hacia la castaña que caminaba del otro lado de la calle, balanceando sutilmente sus caderas e hipnotizándolo un poco.

La mujer para ese momento ya había notado la mirada de el elegante hombre hacia ella. No pudo evitarlo y se giró para guiñarle un ojos a éste y seguir caminando hacia su casa.

La verdad era, que si no tuviera que ir a cuidar a su pequeña hija de ocho años, podría haberlo provocado más y terminar cogiendo con él, aunque fueran fornicarios y, aunque ella no lo supiera, adulterio por parte de él, quien era casado.

Louis también siguió su camino, aunque sus deseos eran los mismos que los de Catalina.

Subió la montaña bajo la sombra que le brindaban los árboles, apenas filtrándose la luz del sol por medio de los espacios entre las ramas y hojas.

Pronto estuvo frente a la casa y resopló un poco antes de entrar. Los últimos días se estaba sintiendo demasiado pesado el ambiente en su hogar, y sentía que veía cosas que no podía explicar.

Esta mañana, le había dicho a su mujer que iba a estar todo el día en el pueblo, pero decidió que iba a hablar con ella.

Sacó sus llaves y abrió silenciosamente la puerta.

Vio que la casa estaba en completo silencio y subió las escaleras para llegar a su cuarto, pero su mujer no estaba ahí.

Salió de éste y entró al de su hija.

—Hola. —Sonrió al ver a su pequeña, de cabello azabache.

—Hola. —Dijo ella con una débil sonrisa,

—¿Pasa algo? —Cuestionó su padre preocupado.

—Solo estoy asustada. —Dijo nerviosa.

Su papá tomó aire y aún mirándola preocupado volvió a hablar.

—¿También escuchas los susurros..? —Preguntó a la pequeña.

—Mamá habla con alguien en el sótano. —Dijo.

Louis arrugó su frente levemente confundido.

—Espera aquí. —Dijo a lo que la niña asintió.

Bajó las escaleras de su casa en silencio y fue hasta donde estaba la puerta para ir al sótano. Habían dos formas de entras a éste y definitivamente la forma para entrar desapercibido era por esa puerta.

Abrió la puerta y sintió un alivio recorrerlo cuando ésta no emitió ningún sonido.

Bajó dos escalones y frenó en seco al ver a su mujer arrodillada, dándole la espalda.

Susurraba distintas cosas que él no entendía y comenzaba a estremecerse del miedo.

—Yo, prometo ser su servidora eterna. —Declaró lo último claramente,

Las velas a su alrededor se apagaron, provocando que el miedo consumiera su ser.

Siempre le había parecido que su mujer era extraña en algunos ámbitos, pero no se imaginó que eso fuera lo que sucediera.

Se sorprendió cuando las velas se encendieron en color verde.

Sintió un susurro pasear por su oreja, en un idioma que definitivamente no era el suyo.

Vio como su mujer se removió nerviosa y giró de golpe su cabeza para mirar a su marido, que la miraba estupefacto y con terror.

Él salió corriendo de ese lugar y cuando estuvo afuera, sintió a su mujer detrás de él.

—No quiero volverte a ver nunca. —Dijo con profundo odio.

—Espera, no tomes esa decisión. —Dijo ella desesperadamente.

—Teniendo contacto con el lado oscuro, ¡en nuestra casa! —Dijo molesto.

—Tienes que entenderme. —Suplicó. —Te amo.

—Yo no amo a una mujer encadenada al infierno. —Miró al segundo piso, viendo a su hija. —Tampoco quiero a esa niña. Nació de una vil bruja. —Escupió con frialdad.

Siempre odió todo lo que tuviera que ver con el infierno y su oscuridad.

—L-louis..

—¡No más, Lily! —Gritó molesto y se acercó a ésta para tomarla del cuello.

Ella lo miró impresionada, sin haber creído nunca que su esposo podría hacer algo así.

—Voy a venir con el pueblo y vamos a quemarte, junto a tu casa del infierno. —Dijo molesto apretando más el cuello de ésta.

Louis soltó un grito cuando con fuerza sobrenatural, fue arrojado lejos del cuerpo de su mujer.

Un aparente chico morocho yacía levitando frente a él con los ojos blancos y una sonrisa aterrorizadora.

El hombre palideció y jadeando de miedo se levantó de su lugar y salió corriendo de allí.

El demonio se dio la vuelta y miró a la bruja que lo miraba fijamente con una pequeña sonrisa. Éste pudo notar la tristeza que abordaba a la bruja, aunque quisiera esconderla.

—¿Como te llamas? —Preguntó Lily.

—Mateo. —Dijo el demonio, con voz ronca.

Ella se arrodilló en frente de él.

—Estoy totalmente agradecida por su gracias hacia mi al salvarme. —Dijo agachando su cabeza.

El demonio sonrió satisfecho. Ella no lo sabía pero, Mateo era quien se encontraba agradecido al ver que le había agradado a la bruja con tan simple acto.

—Puedo darte protección. —Dijo mirándola.

Ella alzó su mirada agradecida.

—Se escucha de ti en el infierno y se conoce sobre tu poder. —Confesó él. —¿Me servirás a cambio?

—Le he jurado lealtad eterna a Satanás y a su corte, donde se hallan sus príncipes. Solo puedo servirle a ellos. —Dijo con pésame.

—Estoy a punto de ascender de rango, listo para ser príncipe. —Sonrió mirándola. —Creo que encontré la bruja que me coronará.

Ella asintió con la cabeza y lo miró fijamente.

—Como desees.





6/10

Como consejo, préstenle atención a los capítulos que narren el pasado. Eso si quieren entender la fic.

Hell [✓]Where stories live. Discover now