° ❀ • CAPÍTULO 20 • ❀ °

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Adrien nunca antes le había demandado tanto esfuerzo a Plagg pero, por fortuna, el usualmente gruñón caballo obedecía sin causar demasiado alboroto, mientras corrían una carrera contra el tiempo hacia la finca de Lord Stoneheart.

Hicieron la menor cantidad de paradas posible, tomaron todos los atajos que Nino pudo recordar, y llegaron a su destino en un tiempo récord de cinco horas en lugar de las seis habituales.

Y eso era fantástico porque, si Adrien quería conservar la bendición de su padre para su matrimonio con Marinette, tenía que presentarla frente a la legislatura del Rey antes de que el reloj marcara la medianoche del día de su vigésimo cumpleaños, o sea hoy mismo. Ese fue el único ultimátum que su furioso padre le exigió cuando Adrien fue a anunciarle que se marcharía en busca de Marinette, y por el momento, incluso con una hora ganada, Adrien todavía tenía el horario muy justo y no podía permitirse el más mínimo retraso.

—Relájate —le susurró Nino, mientras seguían a un mayordomo por los pasillos de la mansión de Lord Stoneheart—. Todo va a estar bien. Regresaremos a tiempo. Con Marinette.

—Eso espero —murmuró Adrien, mirando a su alrededor mientras caminaban.

La mansión de Lord Stoneheart no era tan grande como el castillo, pero se veía acogedora y cálida, con sus paredes decoradas con retratos y paisajes, y sus muebles extravagantes pero de buen gusto colocados en varios espacios a lo largo de su recorrido. Tenía esa sensación hogareña, un lugar donde uno se sentía a gusto y bienvenido.

Al menos lo sintió de esa manera, hasta el momento en que el dueño de casa entró en la sala donde le habían indicado que aguardaran por él.

Era un hombre grande y robusto, con un marcado ceño fruncido en su faz y escepticismo en sus ojos. Sus acciones eran escasas al igual que sus palabras. Fiel a su nombre, se mantuvo imperturbable como una piedra, su fija y dominante mirada estaba clavada en Adrien, haciéndolo temblar bajo su escrutinio visual.

Haciendo a un lado los saludos de cortesía y, a lo mejor, una pequeña charla informal habituales, Adrien fue directo al propósito de su llegada.

—Me disculpo por mi repentina intrusión, Lord Stoneheart, pero me gustaría solicitar una audiencia con una doncella que sé que se encuentra en su morada. Su nombre es Marinette Dupain-Cheng. Creo que solía servir como dama de compañía de su esposa.

Lord Stoneheart arqueó una ceja y permaneció en silencio por unos segundos, observando a Adrien de la cabeza a los pies.

—Mi esposa dejó a su dama de compañía en DuPont hace aproximadamente un mes. La doncella que ella tiene aquí no es la joven que anda buscando.

Desconcertado, Adrien se quedó sin palabras. ¿Le habían dado una información incorrecta sobre el lugar de destino de Marinette, o Lord Stoneheart le estaba negando su petición?

No podía ser la primera alternativa, porque Nino había preguntado a unas cuantas personas en el camino, y todas confirmaron el avistamiento de un carruaje con una joven muchacha que se trasladaba en dirección a este lugar durante la noche.

La segunda opción tampoco podía ser probable, considerando que, como Príncipe Heredero, Adrien tenía pleno derecho de registrar cualquier propiedad que deseara, con o sin el consentimiento del dueño, y Lord Stoneheart debería haber sido perfectamente consciente de ello.

Frunciendo el ceño, Adrien apretó los labios. No sabía lo que estaba pasando, pero tampoco tenía tiempo para entretenerse. Entonces, habló una vez más, reuniendo toda la autoridad e intimidación que pudo. Afortunadamente, su padre le había dado gran cantidad de ejemplos a lo largo de los años.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUWhere stories live. Discover now