° ❀ • CAPÍTULO 7 • ❀ °

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Marinette estaba muy nerviosa. Y eso era decir poco. La noche del baile había llegado, lo que significaba que debía bailar con el príncipe.

El príncipe.

¿Dónde estaba Adrien? Alya había hecho todo lo posible para tranquilizarla, pero lo único que Marinette quería, era escuchar de Adrien que ella estaría bien. Que la noche no sería un desastre. Que el príncipe no la descubriría de inmediato, ni la enviaría a la horca.

Respiró hondo. Tenía que calmarse, o ni siquiera llegaría a conocer al príncipe, antes de que las otras chicas se dieran cuenta de quien era ella primero.

En comparación con ellas, Marinette sentía que no les llegaba ni a los talones. Sus rostros estaban finamente pincelados con los mejores maquillajes. Sus vestidos eran deslumbrantes, y sus siluetas, adornadas con las más finas joyas. Marinette se sentía inadecuada. Mylène había tenido la amabilidad de prestarle algunas joyas, pero nada tan llamativo y extravagante como las que lucían las otras ladies. Un sencillo collar y un par de aretes a lunares rojos y negros.

Su vestido era rosado y bastante simple en comparación con las otras damas, pero a Marinette le gustaba mucho. Había trabajado duro para confeccionarlo, y fácilmente era la cosa más hermosa que había usado en su vida.

Cuando Mylène decidió que quería seguir adelante con el plan de Marinette de tomar su lugar en el palacio, había pedido de inmediato la tela para que ella se hiciera un vestido. Le había llevado dos semanas y la ayuda de unos pocos sirvientes, pero al final, Marinette tenía un vestido que, según ella creía, sería apropiado para una princesa. Las capas de tela por debajo le proporcionaban una falda voluminosa, y las grandes cintas, que pretendían ser mangas, colgaban de sus hombros. Mylène había insistido en ese estilo diciendo que le quedaría muy bien.

Marinette había sentido, en una ocasión, que un vestido así la haría destacar. Pero con tantas otras chicas con vestidos y joyas el doble de llamativas que lo que ella llevaba puesto, ahora lo sentía bastante poco e insuficiente.

A pesar de todo, sí había una cosa que todas tenían en común: llevaban una banda verde y violeta que colgaba sobre sus hombros, y estaban prendidas a la cintura con pines dorados que ostentaban el emblema del reino. Alya le había dicho a Marinette que era para distinguir a todas las novias potenciales del príncipe del resto de la multitud.

Todas ellas caminaron juntas hasta el Salón de Cristal donde, según había notado Marinette, había muchas más personas de las que esperaba. Su corazón se aceleró una vez más. Había tanta gente, tantos nobles, y no estaba completamente segura de cómo comportarse adecuadamente en un entorno así.

Nunca antes se había sentido tan sola como en medio de esa enorme multitud.

—Parece bastante perdida.

Sorprendida, Marinette se giró hacia la voz, viendo a un hombre alto y delgado con su cabello castaño recogido en una pequeña coleta. Aunque nerviosa, le mostró al hombre una sonrisa cortés.

—Un poco —respondió tímidamente—. Digamos que las fiestas grandes no son mi pasatiempo favorito.

El hombre frunció el ceño.

—¿Una mujer hermosa como usted? ¿Como puede ser? Estoy seguro que ha sido el centro de atención de muchos otros bailes—. Su voz era suave y sus palabras rodaban fácilmente de su lengua.

—Apenas. —Marinette sonrió, aunque su corazón se aceleraba por los nervios.

—Lo dudo seriamente, Lady... —se pausó, claramente en busca de un nombre.

—Bug —terminó ella—. Lady Bug.

—Bueno, Ladybug, es un honor conocerla —dijo él, con una profunda reverencia—. Soy el Duque Barbot.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUWhere stories live. Discover now