° ❀ • CAPÍTULO 17 • ❀ °

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Decir que Marinette estaba flotando en el aire era un eufemismo. Su cabeza bien podría encontrarse en las nubes, se sentía tan liviana. Adrien la amaba.

Adrien la amaba.

Ella no podía tranquilizarse. No después de que él la había besado total y completamente sin sentido bajo el estrellado cielo nocturno.

Su corazón comenzó nuevamente una loca carrera. El calor se esparcía por su rostro mientras su estómago se retorcía de ansiedad. Adrien había estado inclinado al ras del suelo, sobre ella, en una posición profundamente íntima. Solo eso haría que el rostro de cualquier mujer respetable se pusiera colorado. Pero combinado con la forma en que sus labios se habían encontrado una, y otra, y otra vez, antes de que los de él deambularan por su barbilla y descendieran por su cuello...

Con un gemido de vergüenza, se hundió de rodillas en el suelo.

—Contrólate. ¡Contrólate! —susurró, regañándose a sí misma por no solo haber permitido que Adrien depositara suaves mordiscos en su cuello en primer lugar, sino también por posiblemente haberlo alentado a hacerlo, con la forma en que se había aferrado a su ropa, a sus hombros y a sus brazos.

Esa era la otra cuestión: sus manos no conocieron límites. Dios, ¿qué diría su madre si supiera lo que su hija soltera había hecho con un hombre? Al menos estaba prometida a dicho hombre y no habían avanzado hasta el punto de concretar... ciertas acciones que solo correspondían dentro del lecho matrimonial, ¡pero ciertamente no había sido apropiado!

Marinette escondió su acalorado rostro entre sus manos, gimoteando de pura vergüenza. ¡La habían criado mejor que esto! Siempre había regañado a otras doncellas cuando se escabullían a altas horas de la noche para flirtear con los guardias o con cualquier otro miembro del personal de servicio, castigándolas por actuar de manera tan libertina, pero aquí estaba ella, la mayor hipócrita de todas.

No podía dejar que eso volviera a suceder. La próxima vez que viera a Adrien...

Un golpe provino de la puerta, uno silencioso pero frenético.

—¡Marinette! —siseó una voz familiar.

—¿Adrien?

—Marinette, por favor, necesito hablar contigo.

Su voz era tan desesperada como sus golpeteos. Ella se apresuró y abrió la puerta.

Inmediatamente, Adrien se deslizó dentro de su cuarto y cerró la puerta tras él.

Bueno, hasta aquí llegó lo de comportarse de manera decorosa con Adrien la próxima vez que lo viera.

—¿Qué estás haciendo? —siseó ella. Debería haberse alejado de él. No debería estar tan cerca. Debería ser capaz de controlarse.

"Debería" era la palabra clave. Porque se sentía atraída hacia él como una polilla a la llama.

«Adiós, decencia»

—Tengo que hablar contigo —dijo Adrien, levantando las manos para sostener sus brazos, sujetándola con firmeza.

Marinette no podía apartar sus propias manos de los hombros de él.

—Adrien, me estás asustando —Su agarre era fuerte, pero eso, acompañado por el tono de su voz y la congoja que era evidente en su rostro...—. Algo anda mal.

Esa congoja en su expresión se intensificó hasta el punto en que le dio la impresión de que podía sentirla. Adrien apretó los dientes, cerrando fuertemente sus ojos mientras bajaba la cabeza con una mueca de disgusto. Su agarre se tensó cuando tiró de ella, acercándola más.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUWhere stories live. Discover now