° ❀ • CAPÍTULO 10 • ❀ °

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Adrien no recordaba cuándo fue la última vez que su espalda estuvo tan rígida, pero de alguna manera no le importó. Ver a Marinette dormitando pacíficamente, acurrucada sobre su pecho, sin dudas valía cada dolencia. ¿Cuándo se había quedado dormido? Adrien ni siquiera lo supo. Lo último que recordaba era que cubría a Marinette con su chaqueta, y lo siguiente, fue escuchar el canto de un gallo en las cercanías, viendo al sol asomando en el horizonte.

Que él hubiera besado su sien esa mañana era algo que Adrien atribuía exclusivamente a su estado somnoliento. A decir verdad, ni siquiera había sido realmente él. Fue su cuerpo, moviéndose por sí solo. Ella estaba nerviosa y él quería tranquilizarla y no sabía cómo: su madre siempre le había besado la frente para hacerlo sentir mejor, pero la frente de Marinette estaba lejos de sus labios mientras su sien estaba justo allí, y como él estaba medio dormido, no había pensado con claridad en sus acciones porque...

—Si vas a ignorarme —Gabriel se entrometió en sus pensamientos—, entonces, ¿por qué te has molestado en venir? ¿No fuiste tú quien insistió en que compartiéramos nuestras comidas?

Adrien se sacudió ligeramente, acabando de despertar de su ensoñación.

—Lo siento, padre. Solo me distraje un momento. ¿Me preguntó algo?

Gabriel arqueó una ceja.

—Te estaba preguntando sobre tus entrevistas de ayer. ¿Tuvieron éxito?

Adrien frunció el entrecejo, intentando recordar. Las consecuencias de muchos desvelos tanto en la última semana como en las anteriores, y un descanso menos que confortable la pasada noche ya lo estaban afectando, y apenas era la hora del desayuno. Con suerte, Marinette estaba mejor; ella había dormido parcialmente sobre él, en lugar de directamente sobre la tierra desnuda como él lo había hecho.

—¿Te sientes bien?— preguntó Gabriel, frunciendo el ceño.

—Me siento un poco indispuesto —Adrien se rio nerviosamente—. Nada serio, y sí, hubo una lady de ayer que me gustó.

— ¿Solo una de las cuatro?

—Así es.

—¿Puedes darme su nombre?

—Lady Riposte.

—Buena elección —Gabriel asintió con la cabeza—. Ella viene de una familia muy distinguida.

—Sin embargo, todavía no me he decidido, así que no comience a planificar nada.

—Está bien. ¿También he oído que cancelaste una?

—Sí. A Lady Volpina —gimió con un suspiro de resignación— Fue demasiado agobiante para mi lidiar con ella después de un largo día. Le prometí reprogramar nuestra reunión para compensar la de ayer.

—¿Lady Volpina? —Gabriel se recostó en su silla—. Sé que estás en conflicto con el Duque Barbot, pero será mejor que no trates mal a su prima. Su familia...

—...tiene un papel importante en la corte, con vastas conexiones e influencia no solo en nuestro reino sino en muchos otros —terminó Adrien—. Sí, sé quién es ella, Padre.

Gabriel asintió.

—Bien. Estaré saliendo con destino a la finca del Duque D'Argencourt en una hora y no regresaré hasta la puesta del sol. Nathalie la pondrá en reemplazo de una de las otras ladies previstas para hoy. Confío en que la apacigües para ese entonces.

—Por supuesto, padre —dijo Adrien antes de cambiar rápidamente de tema.

Después del desayuno, el día transcurrió lentamente, como siempre. Adrien acortó su sesión de estudio para reunirse con las próximas candidatas: Lady Beauréal(*) y Lady Lavillant. Ambas eran simpáticas y bonitas. Ambas no dejaron más impresión en Adrien que eso.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUWhere stories live. Discover now