° ❀ • CAPÍTULO 16 • ❀ °

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Adrien escoltó a Marinette a salvo de regreso a su habitación poco después de la medianoche, antes de dirigirse a sus aposentos. Entrando a hurtadillas a su cuarto, revisó cuidadosamente que esta vez no hubiera visitantes indeseados, y solo después de asegurarse de que su dormitorio estaba vacío, dejó que su corazón, su mente y su alma se entregaran a los recuerdos de la hora anterior, llenándolo de tanta alegría y felicidad, que Adrien no podía apartar una sonrisa enamorada de sus labios.

¡Marinette lo amaba! ¡Ella quería estar con él!

Confiaba tanto en él, que le permitió besar cada parte de su piel sobre la que podía posar sus labios. Ella no lo había alejado cuando sus manos comenzaron a prodigarla con caricias, y él se tomó su tiempo para adorarla como la diosa que era, evocando la expresión de satisfacción y deleite absoluto en su rostro ante cada toque. Adrien habría querido que se quedara allí por siempre, por lo que se había lanzado a la búsqueda de cada lugar específico y punto sensible en ella, acariciándolo y besándolo con tal de que Marinette lo siguiera mirando de esa misma manera.

Su cabeza daba vueltas solo por los recuerdos; su aroma, la suavidad de su piel, la dulzura de su tacto aún perduraban . Fue lo más respetuoso posible. Nunca cruzaron la línea de no retorno, pero, Dios, lo que daría en este momento para reclamarla como su esposa esta misma noche.

Con la cara enrojecida, y un fuego encendido en la boca del estómago, Adrien luchó por contenerse, los recuerdos de Marinette sobrepasando todos sus sentidos.

No podía dejarla ir ahora. No después de haber probado lo dulce que era y haberla visto deshaciéndose por él con esa expresión en su semblante. No después de haber tenido sus manos sobre ella, manos que todavía se estremecían de ardor. No cuando estaba tan absoluta y perdidamente enamorado de ella que no podía pensar en nada más. No cuando se trataba de la felicidad de ambos, ya no solo de la suya. Apenas había sido capaz de dejarla ir esta noche. Entonces, si ella lo quisiera, haría lo que fuera necesario para estar con ella para siempre.

Adrien se dejó caer boca arriba sobre su cama y sonrió en medio de la oscuridad. Nino iba a matarlo si se enteraba que Adrien ya se le había declarado, pero estar con Marinette se sentía tan sencillo y natural, tan cálido y reconfortante, que no pudo evitarlo. Especialmente, no cuando vio lo afligida que estaba al pensar en su inminente separación. Su sonrisa y sus delicados te amo deslizándose de sus labios entre cada beso valieron todos los riesgos.

Porque ella lo amaba.

Llevó los dedos a sus labios y cerró los ojos, reviviendo cada toque y cada beso, su calidez, su piel suave y sedosa tan cerca de la suya, su dulce aroma que debilitó sus rodillas y dejó a su mente perdida por completo.

Ella lo había dejado sin aliento, y si Adrien pudiera casarse con Marinette en ese preciso instante, no dudaría en lo más mínimo porque después de esta noche, Adrien necesitaba más. La necesitaba junto a él; anhelaba...

Un estruendoso golpe en su puerta retumbó en el silencio de la habitación, rasgando su burbuja feliz. Sorprendido, Adrien se dirigió hacia la puerta, echando un vistazo al reloj.  Era casi la una de la madrugada. ¿Quién y por qué lo visitaría tan tarde?

—¿Nathalie?

—Tu padre quiere verte —dijo la mujer con la más indescifrable expresión en su rostro.

Un frío escalofriante trepó por su espina dorsal. Una petición de visita a estas horas jamás prometía nada bueno.

—¿Qué sucedió?

Ella no reveló nada, girándose de lado.

—No tenemos tiempo para explicaciones. Vístete. Te espero en el pasillo.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUWhere stories live. Discover now