° ❀ • CAPÍTULO 6 • ❀ °

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La última vez que Adrien se divirtió tanto en un festival (o incluso en términos generales, de hecho), había sido en su infancia, cuando pasaba sus días jugando con Marinette durante sus vacaciones de verano en DuPont. Es cierto que Nino y él habían compartido momentos increíbles desde entonces, pero eso difícilmente podía compararse, porque pasar tiempo con Marinette siempre fue especial, fantástico e irracionalmente atractivo. Adrien dudaba que pudiera explicarlo con palabras; uno tenía que sentirlo para poder comprender. Que ella todavía fuera tan maravillosa como lo era en ese entonces era adorable, y Adrien mentiría si dijera que permitir que la noche acabara no fue decepcionante.

Pero, ser descubierto mientras descendía del balcón de la damisela en cuestión, era otro malentendido que no deseaba ni tampoco necesitaba en ese momento.

—Sabes... —Nino arqueó una ceja, cruzando los brazos sobre el pecho—, tengo mucha curiosidad por saber cómo vas a explicar esto.

Adrien se rio con nerviosismo.

—¿A qué te refieres exactamente?

—Tú, saliendo de la habitación de Marinette a través de su balcón, en medio de la noche.

Adrien se aclaró la garganta, acomodándose un poco la ropa.

—Hay una buena razón para eso, pero antes de dar más detalles, dime ¿qué estás haciendo aquí, debajo de su balcón?

—Estoy buscándote, de hecho —replicó Nino—. He estado tratando de localizarte desde que encontré tu habitación vacía cuando volví. ¿Y dónde estaba el señor? Aquí, escapando de la habitación de una dama a través de su balcón en medio de la noche. Muy interesante y, permíteme señalar, extremadamente escandaloso.

—¿Sabes lo que también es interesante? —preguntó Adrien, comenzando a caminar hacia sus aposentos, en dirección a la parte opuesta del castillo—. Que me estuvieras buscando justo debajo del balcón de Marinette. ¿Alguna razón especial para eso?

—Solo que vislumbré a ustedes dos, escabulléndose por los pasillos que conducían a los dormitorios de las ladies, un rato antes —respondió Nino—. Los seguí, pero...

Adrien detuvo su caminar y se dio vuelta.

—¿Así que eras tú? Sabía que no debía haber guardias en ese momento. Nos asustaste.

—Desapareciste.

—Porque nos escondimos en su habitación. Y luego salí por el balcón para proteger el honor de Marinette, en caso de que el guardia que nos sorprendió volviera y me viera salir de su recámara por la puerta.

Nino gruñó y se pellizcó el puente de la nariz.

—¿Y nunca se te ocurrió el hecho de que mucha más gente podría haberte visto bajando por el balcón? Mira a tu alrededor, Adrien; los guardias están rondando por los terrenos y quién sabe cuántas personas estén mirando a través de sus ventanas en este momento. No puedes camuflarte con la pared con tantas luces alrededor, lo sabes. Fue así como te vi, y por eso estoy aquí: para patear tu tonto trasero real.

Adrien se paralizó, maldiciendo por lo bajo.

—¿En qué estabas pensando, Adrien? —lo continuó regañando Nino—. Será mejor que estés rezando para que nadie más te haya visto haciendo de Romeo por ahí porque, ya sabes, ¡querías ayudarla, no etiquetarla como una cualquiera!

—Yo... —Adrien se pasó los dedos por el pelo mientras se esforzaba por encontrar las palabras—. No sé, Nino —se le escapó finalmente—. ¡No! Quiero decir que... ¡Argh! De acuerdo, no quise decir que quiero meterla en problemas. Lo que quise decir es que no sé lo que estaba pensando. Ni siquiera estoy seguro de haber estado pensando. Yo... solo la estaba pasando bien con ella. Siempre nos hemos divertido juntos, así que yo solo... ¡No lo sé! ¡Ok! Yo... yo no... —gruñó y reanudó su caminata, murmurando por lo bajo—. Espero que nadie más me haya visto, pero si lo hicieron, confío en que pienses en algo para mantenerlos callados.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUWhere stories live. Discover now