° ❀ • CAPÍTULO 9 • ❀ °

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Había sido un hermoso día hasta el momento; el príncipe se estaba reuniendo con algunas de las candidatas, lo cual significaba que tanto la intimidante Lady Riposte como la irritante Lady Volpina estuvieran ausentes en... bueno, cualquier lugar. A Marinette nunca le apetecía encontrarse con ninguna de ellas, considerando que era menospreciada por una y hostigada por la otra. Ese día, era libre de pasar el tiempo donde ella eligiera, sin que ninguna de las dos lo arruinara.

Por desgracia, su día fue arruinado de todas maneras.

—Es verdaderamente afortunado que la encontrara —dijo el Duque Barbot, inclinándose ante ella—. Vine a disculparme por mi comportamiento en el baile.

Marinette no compró sus suaves palabras ni por un segundo.

—¿Qué podría hacer para compensarla? —inquirió el duque.

—Por favor, déjeme en paz —dijo Marinette, con intensidad en su tono de voz.

La expresión del duque titubeó por un instante.

—Vamos. Me encantaría hacerle compañía.

—La última vez que dijo eso, me amenazó.

El Duque Barbot se estremeció, y Marinette supo que su comentario había tocado una fibra sensible en él.

—Perdóneme —imploró, recuperando rápidamente la compostura—. No quise causar daño. —Ella lo ponía seriamente en duda—. Por eso, es que he venido a hacer las paces.

—Realmente preferiría que me dejara sola, Mi Excelencia —sentenció, con voz firme—. Buenos días.

—Pero, Lady Bug...

—Por favor —espetó ella—. No estoy particularmente interesada de estar en vuestra compañía. Así que, por ahora, buenos días.—Y con eso, se dio media vuelta y se marchó de allí, de una manera que, estaba segura, sería similar a Lady Bourgeois cuando estaba molesta, o a Lady Volpina cuando sus mentiras eran descubiertas. Pero a Marinette no le importó cómo se veía, con tal de que nunca tuviera que pasar tiempo con el detestable Duque Barbot otra vez. Eso era lo único que le importaba.

Por fortuna, ella pudo encontrar un lugar tranquilo para pasar la tarde. Se las arregló para hallar el camino de regreso al estanque privado que Adrien le había mostrado y se sentó bajo un árbol. De su bolso, sacó un trozo de tela bordada en el que había estado trabajando para consumir su tiempo. Pensar que había usado dicha actividad como excusa con Adrien, cuando solo lo conocía como Chat Noir. Ahora, sabiendo que había estado bromeando con ella, no pudo evitar sonreír. Ese gato tonto...

Horas después, cuando hubo decidido que quizás ya debería regresar a prepararse para la cena, escondería el pañuelo bordado con un gato negro en su habitación, para que Adrien nunca lo encontrara. Ese sería su secreto, uno que llevaría con ella una vez que abandonara el castillo, uno que siempre tendría a mano para poder recordarlo.

Marinette siempre se sentía rara cuando hacía sonar la campanilla para llamar a Alya. Había crecido siendo ella a quien llamaban, y ahora, allí estaba, tocando la campanilla. Eso siempre le recordaba cuán impostora era.

—¿Dónde has estado? —Alya preguntó cuando llegó a la habitación—. Te he buscado por todas partes. Estamos a punto de llegar tarde.

—Lo siento —dijo Marinette, dejando que Alya la ayudara a quitarse el vestido de día y ponerse uno más apropiado para la cena—. Perdí la noción del tiempo.

—¡Uf! Por eso es que debo ser tu niñera la mitad del tiempo...

—¿Niñera?

—Sí, niñera —siseó Alya—. Tienes la cabeza tan alta en las nubes, que sería un milagro que alguna vez bajara a la tierra.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUWhere stories live. Discover now