° ❀ • CAPÍTULO 18 (Parte 2) • ❀ °

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—¡Lo prometiste! —gritó Adrien, acercándose velozmente al escritorio de su padre—. Le prometiste a Madre que me dejarías casarme por amor. —Colocó la carta de su madre delante de Gabriel—. ¡No puedes romper tus promesas!

Boquiabierto, Gabriel se quedó mirando a su hijo en estado de shock. Nunca antes Adrien había irrumpido en el estudio de su padre, sin previamente haber sido invitado o solicitar ser recibido. A juzgar por la forma en que el rey apretaba sus labios y cómo su dedo palpaba su propia carta extendida frente a él, Adrien supuso que no tenía necesidad de explicarle a qué promesa se estaba refiriendo.

—Mi promesa no incluía la parte de "plebeya". Y, ciertamente, tampoco contemplaba ninguna noción de "criminal".

—¡No es ninguna criminal! ¿Cómo es que no lo puedes ver, Padre? Marinette te agradaba. Estabas tan impresionado con ella, dijiste que tenía todo lo necesario para ser una reina. ¿Importa tanto su rango social como para que desestimes tu propio juicio objetivo e imparcial?

Gabriel se puso de pie para mirar a Adrien a los ojos.

—Se infiltró en el castillo y se hizo pasar por una dama noble para llegar hasta ti. ¿Cómo es que no lo puedes ver? ¡Es una criminal, y no te vas a casar con ella!

Adrien se pasó las manos por la cabeza, frustrado.

—Estaba ayudando a una amiga que no quiso saber nada con esta ridícula tradición! ¡No estaba intentando llegar a nadie!

—Entonces, ¿por qué se escapaba contigo por las noches, si no era para seducirte y obligarte a casarte con ella?

—¡Ella creía que yo era un guardia! Hemos sido amigos desde que éramos niños y siempre pensó que yo era el hijo de una sirvienta. ¿Por qué razón ella no podría pasar el tiempo con quien, ante sus ojos, era su amigo plebeyo?

—¿Durante las noches?

—Ambos estábamos ocupados todo el día.

Gabriel presionó sus labios, mostrando una delgada línea.

—No puedes creer en serio que ella no sabía quién eres en realidad.

—Y, sin embargo, es la verdad —replicó Adrien—. Madre nunca me permitió revelar mi verdadero estatus social a nadie si quería jugar con ellos, así que sí, por increíble que parezca, Marinette no sabía nada. Y a pesar de lo que crees, ella huía del príncipe tanto como podía, tratando de no llamar su atención, a fin de que no la eligiera para casarse con él.

—Entonces supongo que todo se resuelve favorablemente —Gabriel resopló—. Ella logra su objetivo de pasar desapercibida y vuelve a casa, mientras el príncipe se casa con alguien de su propio estatus. Fin de la historia.

—¡No, no lo es! —Adrien dio un paso adelante—. La amo, Padre, y ella a mí también. Le prometiste a mamá que me permitirás casarme por amor. Así que tienes que cumplir tu promesa, o no estaré dispuesto a cumplir la mía tampoco.

—¿Qué quieres decir? —cuestionó Gabriel, arqueando una ceja.

—Prometí que continuaría con tu estúpida tradición y elegiría una novia en mi vigésimo cumpleaños, ¿no? Bueno, ¿adivina qué, Padre? Realmente no tengo ganas de elegir una novia hoy, a menos que esa sea Marinette.

Los labios de Gabriel casi desaparecieron bajo la presión que estaba ejerciendo sobre ellos.

—Es una tradición de siglos, Adrien. No puedes romperla.

—No me importa —espetó Adrien, inclinando su cuerpo hacia adelante, con sus brazos apoyados sobre el escritorio—. Soy tu hijo y siempre he seguido tu ejemplo. Y ahora mismo me estás enseñando a romper promesas, y tengo la intención de seguir tu ejemplo como siempre lo he hecho.

• A Bride for The Prince (Español) • Miraculous AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora