Capítulo 17: Qué asco de viaje es este.

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Diríjanse a la verga, putos. Yo manejo.

Cáncer.

Quería disculparme una vez más, pero quizás eso le parecería innecesario. A veces hacía cosas que en serio no deseaba, pero temía a que me perdonaran por mi enfermedad.

Me hizo bien saber que a TOC le valía pito, por eso era el consejero.

-'Tons, ¿qué tranza? ¿Estamos bien? -Choqué puños con el cuatro ojos, recibiendo el suyo con más fuerza.

-No, siguiente pregunta. -Contrajo las cejas, siguiendo el ritmo de su voz.

Clavé mi vista en el cielo plagado de la luz del sol, rogando a los dioses lunáticos porque lo apagaran un pinche segundo para que el calor se fuera a la verga y no chingara dentro del asfixiante camión. No andaba de buenas porque debíamos partir a las 4 de la tarde, pero gracias a que epilepsia se echó un breakdance hace media hora y la enferma intervino: ahora partiremos a las 5.

-Depresión ni siquiera se ha montado a este, ¿verdad? -Lancé un golpe contra el camión amarillo a mi derecha. Me contraje con dolor-. ¿Se durmió en el salón o qué pedo? Para que lo vaya a buscar.

-Se va en el mismo camión con Insomnio por su lesión, quería cuidarlo y el profesor lo permitió -moví la cabeza hacia los lados con desaprobación, pero equis, no era mi pedo-. Les pido de favor que no olviden darse una vuelta por la cabaña de los trastornos; recuérdale a Insomnio, deben cuidar de Sexomnia. Al menos hagan eso ya que no pueden quedarse conmigo a organizar el papeleo de la próxima semana, Disfluencia es mi único apoyo.

-Cabrón, ¿si sabes que nosotros no podemos escoger los días del campamento, no? Qué putas contigo. -Saqué la lengua con repelús.

-Permisooooo. -Lupus me abrió a la verga.

Metí mi mochila junto a la de ella. Ambos llevábamos bastantes cosas por si había alguna emergencia, aunque supongo que era el caso de todos. La escuela pidió que lleváramos tantas cosas que la maletera de los camiones lucía tan llena como una hamburguesa jumbo. La variedad de colores almacenados daba nauseas.

-Oye, ¿te gusta la combinación de estos colores? -Me reí, atrayendo a mi compañero Dal.

-Puta cucaracha rastrera -Dal rodó los ojos-. No lo sé, pero ya me vale madres. Diré que se ve culero. Todo se ve culero.

-¿Y el cielo?

-También me vale madres. -El pelirrojo parecía divertirse al negar la belleza de cualquier cosa. Sus palabras se estaban haciendo parte de mi vocabulario de tanto escucharlo en nuestros proyectos.

Subimos juntos al camión donde Mure se posaba como guardián junto al chofer. Habían un par de escaleras antes de llegar a la fila de asientos. La primera cara que vi fue la de Diabetes peinando sus cejas; Dal se sentó a su lado, dejándome sin espacio.

-Nacos, quién quisiera sentarse con su equipo. -Bufé, arrastrándome en búsqueda de un asiento libre.

-¿Quieres ver Evangelion? La voy a empezar. -Avancé sin detenerme en Alzheimer: me daba un poco de cosita.

Lupus y Fibromialgia me hicieron señas desde el fondo del camión. Fibro tenía atado un listón morado en su cabello castaño, mientras Lupus sacudía sus botas con tal intensidad que su falda corta se levantaba sin importarle los mirones. Empujé sus hombros para despegarlas y sentarme en el medio, rodeándolas así con ambos brazos.

Escuela para trastornos y enfermedades. {DISPONIBLE EN FÍSICO}Where stories live. Discover now