Capítulo 1: Bienvenidos abordo.

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El cambio climático nubló el cielo estrellado.

Depresión.

Qué gracioso es mi nombre, ¿no? Porque sí, soy Depresión. Pero prefiero que me llamen Dep.

Depresión, sin apellido. Los apellidos se han convertido en rumores de hace años. No sabes de quién hablar cuando dices "Depresión", pues hay muchos. No sabes cómo luce o cómo describirlo, quién es o qué es. Una emoción, un estado, una enfermedad sin un rostro definido. Del latín depressio que podemos traducir como "opresión" o "abatimiento". La depresión es un diagnóstico psicológico y psiquiátrico que describe un trastorno del ánimo, pero también se convierte en nosotros.

Si me describiera, o al menos a "ella", diría que no es nada. Lo es todo pero sigue sin serlo. Un gris que no dice nada, del cual no sabes cómo hablar. Si te dijeran que dibujaras a la depresión seguramente no dibujarías nada, o quizás solo un conjunto de trazos que pueden serlo todo.

Pero, chingada madre, en serio no es NADA.

Una terrible pesadilla en gris que no te permite ver tus propias manos ni sentir tu pecho respirar hasta que la alarma con un gordo bailarín te despierta.

Buenos días alegría. Buenos días al amor. Buenos días a la vida. Buenos días señor sol.

El despertador apuntó las 6:30. La punta de mi nariz se enrojeció al presentir las lágrimas en mi rostro junto al dolor facial repentino por las mañanas. Jadeé con un terror inexplicable, tomando asiento sobre mi cama para devolver el aire a mí que se escapaba como en una bombilla rota.

Extendí las manos al frente para asegurarme de que podía verme. Sacudí las palmas y apreté los dedos un par de veces. Quería estar completamente seguro de que no era un sueño, aunque eso nunca era posible conmigo.

Alcé la vista frente al espejo que mostraba mi gris habitación, las sábanas en el suelo por mis movimientos nocturnos y los cansados ojos que me miraban sin reconocerse en el reflejo. Una sombra de lo que creía ser.

La depresión no conoce su rostro.

Tras mi cumpleaños número 16 mis padres iniciaron la búsqueda de la preparatoria a la que ingresaría. Era una gran decisión debido a que yo padecía de una condición extraña, pero decidieron dejar eso en las manos de la señora vecina y me apuntaron en el mismo colegio que su hijo.

Bueno... mi narración es aburrida, lo siento, ¿sí?

Terminé de cepillar mis dientes y eché una ultima mirada a mi uniforme. Era un poco apretado pero me había percatado de ello demasiado tarde así que no iba a cambiarlo, significaba un gasto y un posible regaño que quería ahorrarme. Antes de decidirme a abandonar la habitación traté de mirarme al espejo y repetirme un pequeño mantra, mientras forzaba una sonrisa con ambas manos en mi rostro.

—Si lloras está bien. Si no lo haces también. Si lloras está bien. Si no lo haces también. —Suspiré repetidas veces con las mismas palabras en mi boca.

Tomé la mochila en la esquina de mi cama y bajé con la poca energía que quedaba en mi cuerpo tras tantas actividades como vestirme y ducharme. Mi madre me esperaba con un vaso de agua, una manzana y mi estuche de pastillas con el horario que solía olvidar.

Escuela para trastornos y enfermedades. {DISPONIBLE EN FÍSICO}Место, где живут истории. Откройте их для себя