Capítulo 8: La peculiar interpretación del dolor.

12.9K 1.5K 3.5K
                                    


Era difícil que me diera cuenta de la diferencia entre "bueno y malo" en las cosas que veía constantemente. Si el Insomnio no se percataba de lo que sucedía en el día no estaba mal; le agradezco en realidad que no lo notara.

O que lo hiciera y nunca lo mencionara.

Depresión.

Arrojé mi mochila debajo de mi asiento. El dolor de cabeza me taladraba, sentí a mi cerebro gritarme que se estaba desmoronando por la presión. El vértigo me llevaba de paseo así que tomé asiento con velocidad, esperando controlarlo y caer en el suelo que acababan de limpiar.

Estaba nervioso en el almuerzo y no pude terminarme mi salchipapa...

Tenía tareas por completar y en cualquier momento comenzarían las asignaciones del club pero yo en serio... Solo quería terminar mi salchipapa. Mi madre rara vez cocinaba ese tipo de cosas para mí porque no eran buenas para mi salud, aunque como no estuve comiendo bien estos últimos días mi padre la convenció de prepararme algo casero y que yo pudiera disfrutar. Aunque el pelirrojo Dal me miró por un largo periodo incómodo que no pude comer en paz.

—Qué pedo con ese pay. —La voz de TOC resonó en la habitación impecable, haciendo notorio el postre sobre su escritorio.

Esperábamos al resto. Insomnio estaba ocupado terminando un castigo pues en clase se quedó dormido junto al resto de trastornos del sueño porque se drogaron en los baños con alguna sustancia extraña para descansar. De Cáncer sabía poco, aunque siempre llegaba tarde. Yo no tenía nada específico que hacer, así que aunque tratara de ganar tiempo solo paseándome frente al espejo de los baños tenía que entrar al club.

—Yo no compré ese pay. —La voz de TOC sonó por segunda ocasión.

Puse mi mano sobre mi cabeza, entrelazando los dedos con el cabello. El psiquiatra dijo que yo era bastante tranquilo aunque en ocasiones tenía reacciones con mi propio cuerpo que podían ser denominadas como "dolor autoinfligido". No entendía su interpretación de mis acciones para que él las considerara así: yo solo daba leves golpes hasta que dejara de doler.

La sangre seca del golpe al medio día se ocultaba detrás de mi flequillo.

—¿Te pasó algo en la cabeza o por qué te tallas tanto? —El presidente acomodó un cabello en su frente fuera de lugar, dirigiendo su vista hacia mí—. Comienzas a inquietarme. Me irrito con eso.

—Lo siento... Estoy bien... —Bajé ambas manos para dejarlas reposar sobre mis piernas, haciéndolo suspirar antes de seguir con su trabajo en la laptop.

—¡Ábranse a la ver...! —Cáncer pateó la puerta principal, dejando una ráfaga de viento cruzar el umbral y chocar contra el frío del aire acondicionado. Lucía más estresado de lo normal, su cabello medio rapado seguía asustándome—. Ah, no está el pinche Inso que se abre a la verga. Permiso, morros.

Cáncer corrió como si el pantalón le incomodara mientras buscaba su silla. La extendió a mi lado, tomó asiento con su tobillo sobre su rodilla izquierda y puso su mochila sobre él. Sacó varias cosas que alarmaron al presidente, pero al final lo ignoró.

—Toma, un apósito y pomada —me arrojó, señalando su propia cabeza con una bebida en caja sobre su mano—. Y un jugo de arándano sin azúcar para la migraña. Lo dijo el wey Mure, que lo vendían aquí para dilatar los vasos sanguíneos de forma natural. Deberías mantenerlo unos segundos debajo de tu lengua para que lo absorbas bien así que trágatelo, Depre.

—¿Por? —Estaba un poco confundido.

—Pues por el pinche madrazo que te diste afuera de clase, ¿por qué más? —Rodó los ojos, obviando la situación—. Digo, putazo que te dieron. Yo estaba allí. Me dio hueva pararte, lo siento.

Escuela para trastornos y enfermedades. {DISPONIBLE EN FÍSICO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora