Capítulo 6: Payaso.

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Actuaba más rápido de lo que pensaba, me arrepentía al ver el rostro de los demás reaccionar a mis acciones y me afectaba en sobremanera no tener ni un ápice de control sobre mí.

Quería volver el tiempo, aunque fueran unos segundos atrás, para evitar tantas cosas que me afectaron momentos después.

Insomnio.

Sentí que eso desaparecía, que se escapaba de mis manos, que aunque ordenara que volviera a mí este podría tomar conciencia propia y escapar para nunca estar de nuevo a mi lado.

Entonces, perdió valor, pero seguía siendo necesario para mí.

-Eso fue incómodo. -Cubrí mi cara con las manos, pasando entre los desconocidos aunque tuviera que empujar a algunos para llegar al otro extremo sin mirar.

Mi autocontrol iba en picada cada vez que tenía que hacer frente a quienes me intimidaban con solo una mirada. Se me encogía el pecho pero la boca escupía más y más cosas, como si el no hablar significara perder cualquier buen futuro o alguna gran oportunidad.

Todas las mesas lucían iguales, y en el piso se reflejaban tantas luces colgantes que no podía ver mi gran sombra bajo los zapatos de los demás. Estaba en un interior, donde la música se escuchaba como pequeños truenos lejanos, acumulándose junto las nubes de nuestras cabezas que emanaban sudor como lluvia.

Me siento pegajoso y solo me puse nervioso por Depresión.

-Inso, estamos aq...

-Cállate la riata. -Giré la vista para silenciar al desconocido.

Puse una gran sonrisa, tratando de deshacer mi enojo repentino para no hacerlo molestar también. Miré aún más nervioso a Hipersomnio cuando este se cruzó de brazos, y señaló nuestra mesa, porque yo pasé de largo sin darme cuenta.

Redirigí mis pies con la sonrisa robótica y los ojos entrecerrados ante cualquier reclamo.

-¿Que me callara qué? -Híper me miró sobre su hombro, sin quitarme el ojo hasta ver que me sentaba tranquilo junto a su sitio.

-Ay, qué guapo estás. -Palpé su brazo para quitarle esa arruga de la frente que mostraba su disgusto hacia mí.

Híper usaba un abrigo que llegaba a sus rodillas, y debajo su camisa blanca estaba remangada hasta los codos. Su forma de vestir incluso se asemejaba a su corte, pues alrededor de su nuca era demasiado corto pero el cabello de la parte superior se extendía para ocultarlo y crear equilibrio. Le gustaba organizar sus cosas para que nada se opacara sino destacara en contraparte.

Era alguien bastante "justo".

Se sentó a mi lado para acariciar mi cabeza y preguntarme qué había pasado. Le dije que ya no había agua de horchata, cosa a la que fue indiferente porque a él le gustaba la jamaica. Él y Cáncer eran insistentes en que la bebida era más refrescante, y si comías caldo te daba un levantón.

Miramos a Sonambulismo en el otro extremo de la mesa, charlando con Parálisis del sueño y nuestra compañera Estrés crónico. Ansiedad no vino, por obvias razones, prefirió salir a cenar con su novia y festejar por su cuenta el final de la escuela. Ni siquiera estaba seguro de querer ir a recoger sus papeles.

-Comeremos más tarde, ¿verdad? -Vi a Híper impaciente, moviendo su pierna como si algo le incomodara.

Me incliné en el respaldo de la silla de plástico y recargué mi mano en la mesa, junto al plato donde recién nos habían servido espagueti verde y pollo con crema de champiñones. La verdad no tenía hambre, y mi madre me dijo que comiera poco pues la señora Eirín tenía planeado hacer cena después de salir del trabajo.

Escuela para trastornos y enfermedades. {DISPONIBLE EN FÍSICO}Kde žijí příběhy. Začni objevovat